Infierno en Entreparques: "La atmósfera era irrespirable desde el segundo piso"

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Fallece por inhalación de humo una vecina de 52 años por el incendio de una vivienda en un bloque de pisos de la avenida Caballero Bonald. Los bomberos destacan la dificultad que entrañó su extinción.

“¡Sergio, Sergio! ¡Mi piso está ardiendo!”. Antonio, de 13 años, aporrea con fuerza la puerta de su vecino mientras grita desesperadamente. Alertado, Sergio Arrabal, vecino del 4º B del bloque 5 de la urbanización Entreparques, en la avenida Caballero Bonald, sale de su casa. Quedan minutos para que el reloj marque las tres y veinticinco minutos de la tarde y una espesa columna de humo empieza a salir del 4º A.

“Fue entrar y ver fuego en el sofá del salón”, relata horas después del incendio que se ha cobrado la vida de Inmaculada González Álvarez, de 52 años, inquilina del ático del bloque, ubicado en la quinta planta. Sergio tomó una manta e intentó sofocar las llamas. Cuando parece que lo ha conseguido se percata de que también sale humo de debajo del sofá. Al moverlo, otra llama, aún más virulenta, le pone en alerta. Hay que salir de allí a toda prisa. Entonces toma a Antonio y a sus dos hijas y las lleva al exterior del bloque. Todavía quiere intentar sofocar las llamas usando un extintor situado en un descansillo, pero para cuando vuelve a subir al cuarto piso, el humo es tan denso que le impide siquiera acercarse de nuevo a la vivienda.

La mala suerte quiso que el fuego pillara en la ducha a Inmaculada. Cuando se quiso dar cuenta de los hechos, la humareda se había convertido en su peor enemigo y no la dejaba salir de su casa. Al parecer recibió una llamada, parece que de un familiar, aunque también se comentaba entre los vecinos que los bomberos se habían puesto en contacto con ella para darle recomendaciones. Inmaculada, bastante conocida porque trabajaba en la administración de loterías del cercano Carrefour Norte, se encerró en la cocina huyendo del humo, hasta que cayó inconsciente. Para cuando pudieron acceder a su casa los servicios sanitarios, todo intento de reanimarla fue en vano.

Un fuego muy virulento

El fuego se extiende rápidamente por todo el salón de la casa afectada y de ahí al resto de la vivienda. Desde la calle son bien visibles tanto las llamas como la columna de humo. Emergencias 112 recibe en apenas un minuto hasta 10 llamadas alertando del suceso. Decenas de curiosos se agolpan en la acera. Los primeros vecinos, alertados por otros inquilinos, bajan al jardín de la urbanización. Otros tienen más problemas para ser evacuados. Es el caso de los propietarios de uno de los áticos de la quinta planta que, al igual que la fallecida, comprueban cómo el denso humo se ha convertido en su peor enemigo. Aitor Horrillo, también vecino del ático, pero del bloque cuarto, accede por la azotea y ayuda a sacar a un matrimonio y a su hijo del infierno en el que se había convertido su casa.Los bomberos, que ya han llegado al bloque, viven una pesadilla. “La atmósfera era irrespirable desde el segundo piso”, señala uno de los intervinientes en la extinción, que reconocía horas después a los vecinos desalojados que el fuego había sido “difícil de atajar” y que habían tenido “mala suerte”. Efectivamente, la labor no es fácil. Ayudan a evacuar a otros vecinos y tienen que trabajar casi a ciegas debido a una columna de humo “infranqueable”, en palabras de otro agente del 092 que también participó en la evacuación de los vecinos. Hasta tres bomberos tienen que ser evacuados al hospital por inhalación de humo.

"Salí corriendo porque es lo que me enseñaron en el cole”

El origen del incendio es aún dudoso. Un brasero o un cortocircuito son las causas que se manejaban una vez ocurridos los hechos, si bien a la hora en la que se escribe esta crónica aún investigaba la policía científica. Lo que sí confirman testigos es que Antonio, el menor de 13 años, estaba solo en su domicilio en el momento en el que ocurrieron los hechos. Su padre, a esa hora, estaba trabajando. A pesar de no resultar herido, el niño necesitó atención psicológica. Al parecer, lo primero que comentó a los servicios sanitarios es que salió corriendo del piso al percatarse de las llamas “porque es lo que me enseñaron en el cole”.

Su padre, visiblemente afectado por el fallecimiento de Inmaculada, llegó poco más tarde de ocurrir la tragedia. La Policía Nacional le interrogó, al igual que a Sergio, para conocer detalles que pudieran esclarecer lo ocurrido. Mientras tanto, los bomberos inspeccionaban piso por piso y vivienda a vivienda que todo estuviera en orden, tanto en lo referente a la calidad del aire como al estado de las mismas, al objeto de que el mayor número de vecinos pudieran hacer noche en casa. Los que no pudieran hacerlo, tanto por precaución como por imposibilidad, han tenido el apoyo del Ayuntamiento, que ha ofrecido el realojo en algún hotel. Y entre tanta tragedia, una alegría. Pasaban las seis de la tarde cuando los bomberos sacaban de una vivienda de la segunda planta a una perrita, de nombre Laika. Sus dueños, que se encontraban en la calle cuando conocieron la noticia del incendio, esperaron nerviosos hasta que conocieron que se encontraba en perfectas condiciones.

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Jorge Miró

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