El cabildo de hermanos de la Hermandad del Desconsuelo ha aprobado la restauración del Señor de las Penas, una intervención que es más de mantenimiento y centrada en la reparación de zonas concretas de la encarnadura. Se trata de la tercera vez en la historia reciente que esta venerada imagen es sometida a trabajos de conservación.
El primero de los trabajos tuvo lugar en 1984, cuando José Guerra Carretero acometió una restauración parcial que consistió en fijar piezas sueltas del montículo y sellar varias fisuras. Más adelante, en 2008, Agustín Pina, también jerezano, llevó a cabo una intervención más profunda, en la que resolvió “grandes grietas que peligraban la fisionomía de la talla” y recuperó la segunda policromía del Señor, según consta en la web oficial de la hermandad.
Una restauración supervisada por expertos
La restauración que se ha aprobado ahora estará en manos de Cristina Espejo, restauradora también jerezana, y contará con la supervisión de José Miguel Sánchez Peña, conservador-restaurador del Museo de Cádiz. Según la cofradía, ambos profesionales cuentan con una “dilatada trayectoria en la conservación y tratamiento de imágenes devocionales de gran valor histórico y artístico”.
En un comunicado, la Hermandad del Desconsuelo ha confirmado que la propuesta ha sido refrendada con el quórum necesario y que cuenta con el visto bueno de la autoridad eclesiástica competente, paso indispensable para este tipo de intervenciones patrimoniales sobre imágenes de culto.
Además de la talla del Señor, también se ha aprobado la reparación de los candelabros de cola del paso de palio, dos piezas de orfebrería originales del reconocido taller de Gabella Baeza. Estas estructuras han presentado problemas técnicos evidentes incluso durante las salidas procesionales.
Otras intervenciones: los candelabros de cola
El trabajo sobre estas piezas lo llevará a cabo el orfebre Antonio García Falla, con una trayectoria ampliamente reconocida en la conservación de obras patrimoniales. La hermandad destaca además su “vinculación con la corporación”, lo que ha sido un factor clave para su elección.
Por otro lado, sigue en fase de estudio la restauración o sustitución de los faldones del paso de palio. Se trata de piezas del siglo XVIII, bordadas con exquisito detalle, que fueron transformadas en 1946 a partir de tejidos procedentes del dormitorio principal de la Casa de Braganza.
Según la información facilitada por la hermandad, los faldones fueron confeccionados por las Carmelitas de la Caridad en un taller de bordado instalado en un colegio de la ciudad. Expertos en conservación textil están analizando si es posible su restauración o si conviene replicar el diseño en una nueva tela que garantice su durabilidad.


