Con motivo del Día internacional de la Mujer Trabajadora, LVDS recoge la experiencia de dos de ellas que, en diferentes circunstancias, se han atrevido a llevar las riendas de su vida laboral. Gemma y Sonia, mujeres y autónomas.
Gemma García. Clínica Santo Domingo
Gemma García estudió Técnico de Laboratorio y Administración de Empresas. Estudiaba en el nocturno porque de día tenía que trabajar en lo que fuera para ayudar en casa, tras el fallecimiento de su padre. En 1995 decidió invertir sus ahorros en montar una clínica de fisioterapia en un local de alquiler. “Mi ya marido y yo tuvimos que esperar cuatro años más para casarnos y tener hijos, una vez consolidada la empresa”, cuenta Gemma.
Ahora, a sus 46 años, tiene a siete personas a su cargo, pero reconoce que como mujer empresaria, los comienzos fueron muy difíciles. “Antes no existían las subvenciones que hay ahora, mucho menos para una mujer. Los bancos no me concedían préstamos si no era con el aval y la nómina de mi marido, que trabajaba para otra empresa. Al principio, llamaban a la clínica y les chocaba que una mujer fuese la gerente, pero esto ya ha cambiado con el tiempo”, rememora la empresaria.
Junto a otras empresarias crearon la Asociación de empresarias 2000, de la que llegó a ser presidenta. Posteriormente, se fusionó con AMEP (Asociación de Empresarias y Profesionales de Cádiz), donde hoy día ocupa la secretaría general, además de participar activamente en otros organismos. “Me llaman guerrillera porque estoy en todas partes. Creo que el asociacionismo es fundamental. Gracias a eso, no sólo entiendo de fisioterapia. Ya sé cómo ir a los bancos y negociar”.
Hace cinco años, se matriculó en la carrera de Derecho porque, dice, “es su asignatura pendiente, la carrera que quiso estudiar y no pudo”. La clave para poder dirigir un negocio, acabar una carrera y cuidar de sus hijos, asegura, es la organización, así como la cooperación de todos los miembros de la familia.
Sonia Garrido. Global Formación.
Sonia Garrido, tiene 39 años y lleva siete en la gerencia de Global Formación. Trabajó durante tres años como profesora en la misma academia hasta que su antecesor decidió dejar la empresa y le ofreció la posibilidad de traspasárselo. “Al planteármelo, acepté sin saber. La enseñanza es mi vocación y vi la oportunidad de hacerlo sin seguir las directrices que me marcaban otros. Sabía mucho de dar clase, pero de gestión, contratos y ese tipo de cosas, no tenía ni idea”, cuenta.
A pesar de su inexperiencia en la dirección de empresas, en la actualidad Sonia coordina el trabajo de unas diez personas, dependiendo de la demanda. El centro ha evolucionado de forma muy positiva. Antes sólo se daba inglés, hoy en cambio, en él se imparten clases de inglés, alemán, francés y colabora con varias instituciones.
Esta empresaria jerezana asegura que no ha encontrado obstáculos en su camino por ser mujer. “Quizá al principio cuando presentaba un proyecto la gente tenía la sensación de que no sería capaz de hacer ciertas cosas y he tenido que demostrarlo, pero debido a mi juventud”. Lo mejor de ser autónoma para ella es el simple hecho de seguir ahí. “Trabajo y vivo en el centro de Jerez y veo constantemente aparecer y desaparecer negocios y me da mucha pena”, afirma.
Ser madre entra dentro de lo posible, aunque eso sí supondría para ella una gran dificultad. “Como autónoma, la seguridad social me cubre muy poco y una persona no te va a sustituir nunca, no dedicará las horas que yo le dedico”.
En general, Sonia considera que las mujeres son muy resolutivas, imaginativas, capaces y “tenemos un plus, algo innato. Antes ni siquiera podíamos optar a trabajar y ahora que ya tenemos eso, les diría a todas las mujeres que no se acobarden e intenten gestionar su propia empresa”.
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