Profundo pesar en la comunidad salesiana por el fallecimiento en Sevilla de Carlos Correas Montero, sacerdote de 75 años que dedicó casi seis décadas de su vida al servicio religioso y educativo. La noticia ha causado un gran pesar entre los salesianos de Jerez, donde dejó una gran huella.
La capilla ardiente estará instalada este viernes 31 de octubre en la Parroquia San Juan Bosco de Salesianos Triana, en la calle Condes de Bustillo, desde las 8.30 horas. La misa funeral por su eterno descanso se celebrará en el mismo templo el sábado 1 de noviembre a las 12.00 horas, donde compañeros, alumnos y feligreses podrán despedirse de él.
Una vida dedicada al servicio y la educación
Nacido en Campo (Huesca) el 22 de marzo de 1950, Carlos Correas profesó como salesiano el 16 de agosto de 1966 en San José del Valle, donde también cursó sus primeros estudios de filosofía. Posteriormente, continuó su formación en Priego y Salamanca, y fue ordenado sacerdote en Sevilla el 25 de febrero de 1978 por Monseñor Antonio Montero.
A lo largo de su extensa trayectoria, desempeñó su labor en numerosas casas salesianas: Jerez de la Frontera, Roma, Utrera, Sevilla Triana, Algeciras, Cádiz, Granada, Badajoz, Málaga y San José del Valle, entre otras. En cada destino dejó huella por su cercanía, su dedicación y su entrega al trabajo educativo y pastoral.
El padre Correas fue Licenciado en Ciencias de la Educación, además de poseer los títulos de Bachiller en Teología, Diplomado en Catequética y Diplomado en Pastoral Juvenil. A lo largo de su vida, ocupó distintos cargos de responsabilidad dentro de la congregación, entre ellos los de Director Párroco, Consejero Inspectorial de Sevilla y Delegado Inspectorial de Pastoral Juvenil.
Compañeros y miembros de la comunidad salesiana destacan su carácter “trabajador incansable, de espíritu emprendedor y con gran confianza en la providencia”, así como su compromiso con los jóvenes más desfavorecidos. Promovió iniciativas orientadas a combatir el fracaso escolar, facilitar la búsqueda de empleo y fomentar el uso educativo del tiempo libre, dejando un legado que trasciende generaciones dentro de la familia salesiana.


