Encuentra 30.000 euros en joyas haciendo limpieza de medicamentos en su farmacia

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El inesperado tesoro fue devuelto a sus propietarios a finales de septiembre, que en un despiste lo arrojaron en el contenedor de medicinas caducadas dentro de un tupper.

Reconoce que en diez años de profesión como farmacéutico le han pasado “historias para todos los gustos y para escribir un libro”, pero afirma que lo que le sucedió a finales del mes de junio supera todo eso con creces. Antonio Quesada, boticario en la farmacia de Madre de Dios, estaba junto a sus compañeros recolectando los medicamentos caducados que su clientela deposita en el contenedor de recogida para su posterior reciclaje cuando se percató de algo extraño.

“Vimos una bolsa a rebosar de cosas y mi sorpresa fue ver que había un tupper, algo ya extraño. Lo cogí, sonaba raro y además pesaba. Al abrirlo resulta que había un montón de joyas”, señala Antonio, que se quedó de piedra, como el resto de sus compañeros, al descubrir el inesperado tesoro de collares, pulseras, pendientes, anillos…

Enseguida supo que tenían que ponerlo en conocimiento de la comisaría. Aprovechó que conoce a un cliente que es policía para preguntarle los pasos a seguir. Al rato llegaron un par de agentes y en la misma farmacia hizo entrega de las joyas. Antonio presuponía que el valor de las mismas sería alto, porque los propios policías se lo dejaron caer al ver tal cantidad de oro. De hecho, en la comisaría le confirmarían que la cuantía rondaría entre los 20 y los 30 mil euros.

Días después del hallazgo indica Antonio que apareció un cartel por la barriada en el que se anunciaba la pérdida de una bolsa de medicamentos con “cosas del hogar”. El farmacéutico llamó al teléfono creyendo que serían los propietarios de las joyas, pero fue una falsa alarma. Pasaron los meses de julio y agosto y nadie reclamaba las joyas. En comisaría les informaron que si en dos años no aparecían sus legítimos propietarios, las mismas pasarían a ser propiedad de Antonio. "Aquí entre los compañeros ya estábamos bromeando con el tema", indica.

Sin embargo, a finales de septiembre llamaban a la farmacia unos clientes preguntando por las joyas. “Cogió el teléfono mi hermano y por lo visto se dieron cuenta tarde de lo que había pasado. Habrían estado haciendo limpieza en casa cuando echarían en falta las joyas. Enseguida les dijimos que llamaran a la comisaría”. Desde luego, un final feliz para una historia que habría inspirado al recordado Antonio Mercero para su celébre serie Farmacia de Guardia.

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Jorge Miró

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