Una petición publicada recientemente en la plataforma change.org vuelve a poner sobre la mesa una de las reivindicaciones más recurrentes de los amantes del patinaje de la ciudad: El skate park de Chapín no está en condiciones para practicar este deporte. Desde los 90, Jerez ha acogido diversos recintos deportivos de estas características, aunque ninguno cumpliendo las expectativas de la cada vez más numerosa afición a este deporte. En el Mopu hubo uno, pero duró poco porque robaron las partes metálicas de la instalación. Entonces se quedaron el skate park de San Joaquín y el de la plaza de toros, que desapareció cuando construyeron el Edificio Picasso. La Plaza del Caballo también fue lugar de encuentro de skaters durante una época. Y luego llegó El Retiro. Fue el anterior gobierno local el que habilitó un espacio en esta zona, aunque apenas duró unos meses por las quejas de los vecinos por el ruido. Este fue el paso previo al de Chapín, donde fueron trasladados los mismos módulos instalados en El Retiro y se añadió una minirampa de cemento y varios bancos.
Este espacio presenta muchas deficiencias. La minirampa, por ejemplo, no tiene bien construida la "transición", tiene demasiada inclinación, por lo que "si te tropiezas caes a plomo abajo, no te deslizas, como debería ser", comenta un experimentado skater jerezano. Tampoco tiene una parte para iniciados, donde puedan practicar niños pequeños que aún no manejan con desenvoltura el skate o los patines. Eso sin contar con el escaso mantenimiento que presenta. Losas rotas, barandillas afiladas por el desgaste que presentan, falta de limpieza... La dejadez es tal que hasta el cuadro de la luz que ilumina el skate park está abierto para que pueda manipularlo cualquiera, con el peligro que eso conlleva.
Los skaters jerezanos envidian a otras ciudades del entorno, como Chiclana o Cádiz, que sin ser nada del otro mundo, mejoran las instalaciones de la ciudad. "Un skate park no sólo es que venga aquí gente a patinar, sino que dinamiza económicamente a la ciudad. Hace que vengan muchos patinadores de otras ciudades, que coman, se queden a dormir, compren material, merchandising...", explica un aficionado. En Ronda, por ejemplo, hay uno que ha costado 183.000 euros, y en poblaciones más cercanas como Arcos o La Línea se han construido nuevas instalaciones que han supuesto 20.000 y 40.000 euros respectivamente.
Como cada cierto tiempo, la duda sobrevuela sobre la continuidad del skate park. Los aficionados temen que terminen por quitarlo, aunque "lo que hay que hacer es ampliarlo y montar algo decente", apunta uno de los usuarios de las instalaciones. Las grietas que presentan los módulos de cemento del skate park y las losas rotas dan una idea del inexistente mantemiento que tiene el recinto. Hasta el punto de que fue uno de los propios usuarios el que pintó una de las rampas para tapar los grafitis que tenía. "Esto cualquier día se rompe, con lo fácil que sería reforzarlo por debajo para evitar que se agrietara", comenta un skater que estaba hace unos días en las instalaciones.
Estas deficiencias, como era de esperar, han provocado que muchos usuarios se hayan lesionado patinando en el skate park. "Faltan barandillas y hay partes metálicas que por el desgaste ahora son cuchillas de afeitar", apunta un usuario. "No lo arreglarán hasta que no pase algo". El crecimiento de este deporte en lo que a número de aficionados se refiere merece mejor trato por parte de las administraciones, que no han terminado de construir un recinto adecuado para esta práctica. Aunque salvando las distancias, los aficionados se miran en el espejo de Barcelona, una ciudad que está adaptada para la práctica del patinaje y donde la industria genera bastante negocio. Los aficionados lo tienen claro: "Esto es un negocio, unas buenas instalaciones atraen a aficionados y profesionales".
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