La Constitución, en un rincón en el distrito sur de Jerez, es uno de los barrios más degradados y con mayor tasa de paro de España: en torno al 60%.

La exalcaldesa Pelayo no apareció por aquí durante los anteriores cuatro años de mandato. Si uno rebusca en google solo aparecen noticias de reyertas entre vecinos, desahucios, atrapados sociales, y caídas de cascotes de las deterioradas cornisas de los bloques que un día se comprometió a reparar la Junta de Andalucía. Pocos saben dónde está la barriada de la Constitución. Los más viejos del lugar incluso recuerdan cuando la llamaban Las Malvinas, pues se entregaron a sus inquilinos en 1982, coincidiendo con el conflicto internacional entre Gran Bretaña y Argentina, pero desde hace ya mucho todos la conocen como el Mopu. Aunque les cueste localizarla en el mapa, aunque solo vayan de visita en campaña, no eres de Jerez si alguna vez no has oído hablar del Mopu.

Fue el Ministerio de Obras Públicas (antiguo Mopu) el encargado de promover estos bloques sociales de ocho plantas, con un total de 500 pisos y habitados por millar y medio de vecinos, en un rincón al sur del núcleo urbano. Desde casi su fundación, los políticos municipales se han empeñado año tras año en mantener el gueto. Con una tasa de paro que ronda el 60% —un 20% por encima de la media de la ciudad, ya de por sí terrorífica— y una degradación urbana con escasa comparación con otras barriadas, el Mopu sobrevive cada día como puede. Sus vecinos no pagan más de 50 euros de alquiler mensual más el coste por la comunidad de vecinos que “casi nadie paga”. “Antes esto estaba mejor, era una barriada más formal, ahora hay mucho golferío; aquí hay mucho paro pero luego tienen para todo, la verdad es la verdad”, asegura Rafael, con 64 años, 34 de los cuales los ha vivido en la barriada.


La conocida cuesta del ‘Mopu’ es en realidad la avenida de la Libertad. Una de las vías más transitadas de la ciudad que sirve para atravesarla en todas direcciones. Vicente aguarda la llegada de un amigo. Mira a un lado y a otro y solo ve abandono. Esa barandilla colgando, la suciedad en las calles, plazas y puentes entre bloques, las pintadas, el acerado reventado, las escombreras a la espalda de los pisos… “Esto está muy abandonado, hecho una mierda, no cambia, no dan opciones a arreglarlo ni nada”, se lamenta. Asegura que la asociación de vecinos La Constitución ha pedido materiales al Ayuntamiento “y nosotros arreglamos todo, pero nada, no nos da nada”. Su perfil es idéntico al de una gran mayoría en la barriada. “Ahora he echado diez días en la recogida de las naranjas mandarinas pero nada más, ya está. Ahora a esperar a que me llamen otra vez. Aquí está casi todo el mundo igual”.  Como muchos, trabajaba en la construcción hasta el crash de 2008. Como la calidad de vida de muchas familias en esas colmenas de pisos, el barrio se ha ido degradando hasta la extenuación con la irrupción de la crisis. “Esta siempre ha sido una barriada trabajadora, humilde, pero se ha venido todo atrás atrás, y esto está fatal”, se queja el vecino.  Antonio Vargas vive en los bloques de la plaza Luis Parada —los que todos conocen como el Titanic— pero trabaja desde hace poco como camarero en el bar Nuevo Ramírez del Mopu. Su diagnóstico socioeconómico de la zona no deja lugar a la duda: "Aquí hay mucho paro y mucha pobreza. Y punto. Los que tienen trabajo se pueden dar con un canto en los dientes. Esto está muy dejado, tío". Sirve dos medios molletes, mientras atiende a la máquina del café. Su clientela a esta hora de la mañana es mayoritariamente femenina. "¿Qué le vas a poner al pan?", pregunta a una de sus clientas. Pan es lo que falta muchas veces en esta zona del distrito sur de la ciudad, amparada por los comedores sociales y los subsidios de miseria. Y no será por tiendas de alimentación, prácticamente en los bajos de cada bloque hay un establecimiento para el "goteo" diario de necesidades de los vecinos. "El barrio no es como la gente dice, hay de todo, como en todos sitios", apunta uno de los vendedores. 

Gema Melero opina de su barrio desde la cuenta de Facebook de lavozdelsur.es: "Me siento orgullosa de ser del Mopu y gracias a mis padres honrados tengo mis estudios. Por desgracia, porque Jerez está en general fatal de trabajo, vivo y trabajo fuera. Qué alegría me da cada vez que me dan vacaciones para ir al Mopu y ver a toda mi gente de toda la vida. Buena gente, humildes y simplemente maravillosos". "La barriada no está muy malota, es tranquila, lo que pasa que siempre hay mucha mierda y mucho paro, y que la comunidad no la paga casi nadie, hay que estar llamando la atención por 20 euros que pagamos", comenta Ildefonso Melgar, en plena forma a sus 81 años tras haberse pasado media vida como tractorista. Mientras pasea a su perro por una escombrera aledaña al barrio, este vecino no se resigna a que La Constitución siga siendo eternamente una zona marginal de la ciudad. Lejos de estereotipos y prejuicios, como Ildefonso, una gran mayoría de vecinos reivindica mucha más atención y oportunidades para un barrio olvidado y empobrecido cuyos habitantes solo esperan tener pronto un trabajo digno.

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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