El regreso de Manuel Morera y su cuarteto reaviva las llamas de las preliminares tras la desalentadora jornada inaugural. Junto a la chirigota 'Dónde meto el elefante en el piso de estudiantes' y las tres comparsas, contrarrestan el desastre burgalés.

El teatro respira bajito, casi sin hacer ruido. Las puertas se abren, las butacas aguardan sonrojadas, la platea suspira y el gallinero se engalana para otra sesión golfa. Mientras el sonido lo va invadiendo, el silencio se hace con las calles. Las noches del mes primero, los gaditanos dejan huérfanas las arterias de la ciudad para dirigirse a su corazón. El Falla comienza a bombear con las coplas derramadas. Vuelven a sonar timbres, las luces se apagan, el telón sube, los oyentes aguardan. Y así una noche más, la segunda de este concurso.  

Sin pasar por ningún peaje, pero sí por aduana, llega una tribu africana con un problemón: Dónde meto el elefante en el piso de estudiantes. Estos universitarios de intercambio han cogido bien el soniquete, con un bonito trío en sus pasodobles. Se nota que han estudiado más que el año pasado. Piropo y crítica y los pasodobles. "Una ciudad que proclama libertad pero te dice dónde y cuándo hay que cantar". La idiosincrasia de esta tierra de doble cara. Aflojan en los cuplés pero rematan con un estribillo "de pelo". El repertorio se apaga al final, pero con una luz tenue que alumbra una emotiva despedida que sonó como un "hasta pronto". Fusión portuense para continuar la velada. Gitanos. Majaras. De El Puerto. Tres cosas que quedan claras de principio a fin. No sorprenden, ni para bien ni para mal. El pasodoble interminable es este y no el de Aragón. Popurrí de comparsa. Así, como término y unidad de medida.

Tras cuatro años en barbecho, regresa Morera y su Equipo "a" minúscula (Comando Caleti). Hay dos tipos de amores en esta modalidad: el que anhela la rima y las claves y el que defiende los nuevos aires del cuarteto. Para gustos, los colores. Este es para los del segundo grupo. Con una introducción en vídeo -retales de un COAC 4.0-, arrancan las risas incluso antes de salir a escena. 'El gadita' (Morera) y 'El trinchera' (Carlos Meni) llevan el hilo conductor. Un año más. La capacidad de improvisación es una baza que saben jugar muy bien. Meni es un showman y "Martínez Ares es el Goku del Carnaval". Poco más que añadir. El público en pie, 'Antuán' en la memoria, y el apto irrefutable.  

Los Noctámbulos algecireños dejaron de ser perros para convertirse en búhos. Tanto la puesta en escena como el tipo mejoran. Una comparsa fresquita. Sin despuntar, pero sin estridencias. Un estribillo sencillo y romanticón. "Cuando estoy a tu vera, se pasa el tiempo volando". Los no aptos. Podría terminar aquí. Sus chistes son por y para votantes de Ciudadanos mayores de 65. Es para poner un telefonillo, no en Puerta Tierra, sino en Despeñaperros. Menos mal que no van a tener que volver a traer los dos sofás.  

El rincón del duende se desmarca en cuatro barrios. Cuatro esquinitas tiene mi tierra, aunque tenga muchas más. Mejoría con respecto a las hienas. Aunque gritan igual. Letras efectistas en los pasodobles. Cuplés de comparsa. Así, como término y unidad de medida. No veía a tantas muchachas bailando en un popurrí desde Patio Vecino más o menos. Y tendremos que volver a verlas. Los que van a su bola, niños-burbuja. Un tipo muy cómodo para pasar desde la Cruz Verde hasta Plaza de las Flores en Lunes de Coros. Optan por los pasodobles en tono humorístico. Pero el silencio ya había vuelto al teatro y el bombeo en este punto de la noche era de dentro hacia fuera.  

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Estefanía Escoriza

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