Despedidos de Garvey: "No nos vale eso de que nos ha tocado"

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Cuatro extrabajadores de la empresa, adquirida ahora por el magnate filipino Andrew Tan, denuncian las malas formas y las vagas explicaciones que han recibido de la dirección tras perder su empleo.

Juanma, Alberto, Víctor Manuel e Isabel llevan desde el pasado 20 de agosto apostados a las puertas de las bodegas Garvey, en la avenida Reina Sofía. En esa jornada, directivos de la empresa, ahora en proceso de ser adquirida por el magnate filipino Andrew Tan por 35 millones de euros, les comunicaban oficialmente que se quedaban en la calle. Oficiales de primera, entraron en la empresa en 2008 tras un ERE que buscaba rejuvenecer la plantilla y ahora, tras unos años convulsos tras entrar en concurso de acreedores Garvey, denuncian las formas y las vagas explicaciones que han recibido. “Según la carta de despido, las causas son económicas, pero aquí no ha habido una negociación. Entendemos que esto ha sido a dedo, porque la respuesta que hemos tenido de la dirección es que nos ha tocado”, afirma Isabel, de 32 años.

De las pocas cosas que les han dejado claro en la empresa es que el nuevo dueño no quiere a más de 40 empleados en plantilla. Junto a ellos, hay otras dos personas más que han entrado en estos despidos, pero ellos habían pedido voluntariamente la baja para prejubilarse. Por motivos jurídicos, y al ser menos de 10 los perjudicados, no podían entrar dentro de la fórmula de despido colectivo, y mucho menos entrar en un ERE. “Nos despiden individualmente. Desde el 11 de julio sabemos que nos vamos. Pedimos una lista, un error por parte nuestra, y nos sentaron en una mesa y nos dijeron tú, tú, tú y tú os vais a la calle. Nos levantamos y nos fuimos”, critica Isabel. Víctor Manuel, de 43 años, añade otros detalles “muy feos” hacia ellos. “El certificado de empresa nos lo dieron en un paso de cebra. ¿Tú crees que eso es normal?”, y añade que ni siquiera les habían comunicado sus despidos cuando ya vieron el dinero de sus indemnizaciones en sus cuentas corrientes. “Nos están castigando moralmente, como si no fuéramos personas”.

“Lo que queremos es que nos readmitan –vuelve a intervenir Isabel- y si no, que nos den una explicación razonada. ¿Por qué nosotros habiendo 20 trabajadores en la misma situación y con el mismo tiempo trabajando en la empresa? ¿Qué criterio se ha seguido? ¿Porque nos ha tocado, como dicen ellos? A mí esa explicación no me vale”.

Junto a los cuatro, haciéndoles compañía y apoyándoles en su lucha se encuentran varios prejubilados de Zoilo Ruiz-Mateos que entraron en el ERE de 2008, en total una treintena. Cuando la empresa entró en concurso de acreedores, dejó a deber 457.000 euros de la póliza inicial que se hizo para efectuar el ERE. Ahora, con la llegada de Andrew Tan y la lluvia de millones que va a invertir, esperan cobrar: “Queremos ser acreedores preferenciales”, explica Pepe Barea, portavoz de los prejubilados, que recuerda que “aquí hay trabajadores que en el transcurso del tiempo, desde que se prejubilaron hasta que se jubilen, van a dejar de percibir en algunos casos hasta 36.000 euros”.

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Jorge Miró

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