Cuatro años de hemorragias tras colocarse muelles anticonceptivos en el Hospital de Jerez

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Cristina padece fuertes dolores e inflamación en el vientre desde que le implantaron el método essure, especialmente tras serle retirado uno de los dispositivos. Aún espera que le quiten el segundo. “Estoy sangrando y no me echan cuenta".

Trabaja rabiando de dolor y las relaciones con su pareja se han resentido. Cristina, de 42 años, madre de dos hijos, vive así desde hace cuatro años, justo después de que le colocaran el essure en el Hospital de Jerez. Se trata de un método anticonceptivo comercializado en Europa desde el 2001, basado en la inserción, a través de la vagina de un dispositivo de níquel —una especie de muelle— que no requiere incisiones quirúrgicas. En principio realizó todas las gestiones para que le fuera practicada una ligadura de trompas. Después de cumplimentar la documentación, los responsables sanitarios la llamaron para mantener una reunión. A ella y a una treintena de mujeres más se les “vendió” las bondades de este innovador método. “Colocaron una pantalla y nos dijeron que no necesitábamos entrar en quirófano, ni anestesia, que no tenía efectos secundarios y que era muy fiable. Lo vi muy fácil y me lo pusieron”.

“El 18 de abril del 2012”, dice de la fecha en la que los dos muelles comenzaron a formar parte de su cuerpo, casi machacando cada una de las palabras. Lo que a priori debería haberle aportado la tranquilidad de evitar un futuro embarazo, le ha truncado su día a día. En la primera revisión de los seis meses informó a los facultativos de los fuertes dolores que padecía en el abdomen. Tras las pruebas pertinentes, y mediante histeroscopia, comprobaron que uno de los muelles estaba desplazado, “casi afuera”. La única explicación que recibió fue que algunos se rechazan. Punto. “Me lo quitaron a dolor. El mismo doctor que me dio la charla, me lo colocó y me lo quitó”. Después ha intentado hablar con él, realizarle consultas y le ha resultado imposible. El personal que le atiende solo le da esquinazo cuando intenta contactar con él.  Un par de meses después, inevitablemente, fue intervenida para practicarle la ligadura de trompa. Al continuar con las molestias la extracción del otro dispositivo, pero fue tarde. La intervención ya estaba programado solo para la ligadura de una de las trompas. Y así fue.

Antes de pensar en optar por un método anticonceptivo definitivo, Cristina tenía una “regla regular, y normal, manchaba dos o tres días”. Ya nada es igual. Ha perdido la cuenta de las veces que ha ido a la consulta de ginecólogos de la sanidad pública y privada. Ha llegado a sufrir hemorragias durante dos meses seguidos, el vientre se le inflama “como si estuviera embarazada una semana antes de la menstruación". “Estoy sangrando y no me echan ni cuenta. Me dicen que de ginecología estoy estupendamente y lo mismo me vienen dos semanas con la regla de pronto. Los dolores son horrorosos y los antinflamatorios no me alivian nada”. En las revisiones semestrales la respuesta siempre es la misma: “No hay ningún problema ginecológico, revise otros órganos, me dicen. Me he hecho pruebas del hígado, la vesícula, los riñones…”. Ella cree que las hemorragias son del essure pero hasta hace unos días los médicos han ignorado sus dolencias y no se lo han retirado.

Después de años soportando dolores similares a las contracciones de un parto y de tener hemorragias prolongadas en el tiempo, asegura que está "reventada". Desesperada, ha buscado información y opina que quizá estos síntomas sean consecuencia de intolerancia o alergia al níquel. “Nos deberíamos haber hecho antes las pruebas, se lo comenté a los médicos y nadie me las ha realizado”. Si hubiese contado con los recursos económicos suficientes se lo habría quitado en una clínica privada hace tiempo. “Lo estoy pasando fatal, no puedo ni dormir, sobre todo una semana antes de que me venga la regla y trabajar tengo que trabajar”, reconoce la afectada, empleada doméstica y trabajadora del campo.

La última ginecóloga del hospital jerezano que la ha chequeado ha accedido a retirarle el segundo muelle y extirparle la trompa de falopio. “Ella me dijo que dos mujeres ya se lo habían quitado en el Hospital de Jerez, y una sanitaria dice que el método essure está dando muchos problemas, pero que el hospital no quiere reconocerlo”. Esta afectada mantiene contacto con otras dos mujeres que también lo están pasando mal desde la colocación de este método anticonceptivo. Su madre, que la ha acompañado a muchas citas, tiene muy claro que su hija debería denunciar a los médicos: “Ha ido rabiando de dolor y no le han hecho ni caso”. Cristina, por su parte, lo único que quiere es quitárselo de una vez y pasar página.

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María Luisa Parra

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