Gonzalo Castro Moreno, jerezano de 46 años, doctor en Arqueología y especializado en paleopatología y antropología física, lleva dos décadas estudiando restos óseos para reconstruir cómo vivían —y morían— los antiguos habitantes de Jerez. Su carrera comenzó con un estudio de restos encontrados en Medina Sidonia y continuó en Jerez, donde centró su tesis doctoral.
“Desde entonces prácticamente no he parado de realizar excavaciones”, explica. Algunas relacionadas con su especialidad y otras no, pero varias sobre enterramientos históricos. Una de las más relevantes fue la de la Plaza del Arenal, donde apareció uno de los cementerios islámicos de la ciudad. "Estamos hablando de la Edad Media, entre los siglos XIV y XV, y hasta el XVIII”, precisa.

¿De qué moría la gente?
Castro detalla que “había una gran variedad de causas de muerte”, aunque destaca un dato que sorprende al público actual: “Lo que más llama la atención es la cantidad de restos infantiles que encontramos. Hoy nos llama la atención que hubiera tantos niños muertos, pero en aquella época era totalmente normal”. Muchas muertes se debían a infecciones o enfermedades “que hoy pueden ser fácilmente curables”.
Jerez no fue ajena a la peste. “En 1649 hubo un brote que influyó bastante en la ciudad y en toda Andalucía”, señala. La respuesta fue contundente: “Lo que se hacía era cerrar las puertas de la ciudad para evitar contagios”. Recuerda que algunas excavaciones han identificado cementerios epidémicos, como en la calle Armas de Santiago o en la Ronda del Caracol. “Muchos estaban boca abajo, se ve que fueron arrojados sin cuidado, porque se quería evitar el contacto con los cuerpos”.

Musulmanes, judíos y cristianos: cada creencia en su zona
Castro explica que sí es posible diferenciar las zonas de enterramiento según la religión. “La costumbre islámica era enterrar fuera de la muralla”, como en la plaza del Arenal o en el camino hacia Santiago. Sobre la comunidad judía, relata un hallazgo significativo: “Gracias a una excavación pudimos localizar un cementerio judío en la zona de la antigua chimenea junto a Santo Domingo”. Estudios genéticos realizados con la Universidad de Utrecht confirmaron que “en un 99% los restos pertenecían a personas judías”.
Con la llegada del cristianismo y el cambio de mentalidad, los entierros pasaron al interior de la ciudad. “Cada parroquia tenía su cementerio porque los cristianos estaban vinculados a ellas y se enterraban en torno a sus templos”.
El entierro, un símbolo social
La posición social también se reflejaba en la muerte. “Las personas más pudientes lo hacían dentro de las iglesias. Esas criptas desvelaban su posición social y económica”, indica. Añade que “hubo familias que construyeron capillas funerarias” como muestra de poder y devoción.
"La cofradía funcionaba como un seguro de deceso: aportaba la cripta y el hermano tenía derecho a enterrarse en ella"
En este contexto, las hermandades jugaron un papel clave. “Funcionaban como un seguro de deceso. La cofradía aportaba la cripta y el hermano tenía derecho a enterrarse en la capilla de la hermandad, asegurándose un enterramiento de primera categoría”.
Criptas y virotes: historias por descubrir
Aunque la elevada presencia de enterramientos infantiles fue lo primero que llamó su atención, destaca un caso excepcional: “Encontramos los restos de una persona que tenía amputado un pie y en el pecho una punta de flecha, exactamente un virote de ballesta. Seguramente murió en un enfrentamiento, quizá entre familias. Lo más llamativo es ver la punta y el pie cortado”.

"Una persona tenía amputado un pie y en el pecho un virote de ballesta"
Sobre los objetos que aparecían junto a los cuerpos, explica: “Los zapatos se conservan muy bien”. En algunas criptas, la ropa ha sobrevivido, dependiendo de las condiciones. “Últimamente hemos encontrado cruces, medallas y muchos rosarios que llevaban en las manos”.
El corazón del casco antiguo e histórico de Jerez, “en los alrededores de las parroquias, que eran muchas”, es un gran cementerio”. Además, los terrenos donde hubo enterramientos epidémicos “eran baratos, y muchas bodegas se construyeron encima”. Excavaciones recientes lo confirman en zonas como Ronda del Caracol, calle Armas de Santiago o San Juan de Dios, esta última vía con enterramientos relacionados con el hospital que fundó san Juan Grande, patrón la Diócesis de Jerez.


