Quienes sumen algunas Ferias del Caballo recordarán El Chispazo, una versión del conocido serranito, pero con alguna particularidad. Fue el bocado más popular en el Real en las décadas de los 80 y los 90, un ‘invento’ que salió de esta Hermandad de la Candelaria (número 41), que vendió por miles y que rápidamente se estandarizó en casi todas las casetas de cofradías, pero con otros nombres vinculados a la hermandad.
El fervor por el genuino chispazo provocaba largas colas en esta caseta, que sigue en el mismo sitio. Gente que los compraba de dos en dos y a las horas nocturnas en las que el cuerpo demandaba calorías y algo sólido para compensar tanta bebida.

18 años después de que la hermandad dejara de llevar la caseta para ceder el servicio a un catering en la Feria de 2007, este año ha decidido volver a trabajarla, una medida que lleva aparejada la recuperación del que fue el primer fast food feriante, pero ahora hecho por gente de la casa, como antaño. La cofradía espera recuperar éxitos pasados, pero es consciente de que el tiempo ha pasado y que las opciones se han multiplicado.
140 hermanos en la Feria
Rafa García es miembro de la junta de gobierno de la cofradía y uno de los tres que están encargados de gestionar la caseta, desde la coordinación de la cocina, barra, reservas y el propio grupo de hermanos que se han comprometido echar una mano trabajando, que son alrededor de 140: “Después de tantos años que la hermandad dejó de trabajar la caseta, volvemos con muchas ganas, mucha ilusión y la afluencia está siendo muy, muy, muy buena”.

El regreso a la Feria de los hermanos de La Candelaria tiene un objetivo, el nuevo proyecto de paso de palio para su titular, que recientemente ha presentado. Un propósito nada barato y que precisa de un importante esfuerzo económico, por lo que la opción de volver a trabajar la Feria es un recurso que multiplica por mucho los ingresos, como sucede en las otras 15 hermandades que explotan su caseta.
Por lo pronto, como dice este hermano, “la caseta está llena desde el sábado que empezamos”. El objetivo es claro, como señalábamos anteriormente, ingresar lo máximo posible para ese proyecto, porque “cuando la alquilas, el resultado económico se reduce notablemente; ahora con los hermanos todo el beneficio es íntegro después de pagar proveedores”.
Rafael Ruiz recuerda el chispazo que inventó La Candelaria y con el que se pagó el actual paso de misterio y gran parte de la imaginería: “Fuimos los inventores. El primero que inventamos ese montadito, que siempre se ha tenido y se sigue teniendo. Eso no se ha perdido, pero ahora elaborado por los hermanos con mucho cariño y mucho amor”.
"El Chispazo' va muy bien, muy bien, muy bien. La gente no se ha olvidado”
Y la venta del Chispazo va "muy bien, muy bien, muy bien. La gente no se ha olvidado”. Y en ese propósito están metidos en faena en un día de Feria que visitamos esta caseta que estaba de bote en bote. “Como estás viendo, tengo la caseta llena de hermanos, muchísimos hermanos ahora mismo trabajando, porque asumir este empeño es muy difícil, porque la feria complicada dejando tu casa, a tu familia, a tus hijos, para echarle una mano a la hermandad es de admirar, es de honrar”.
Al ser una caseta que la trabajan los hermanos, y no un catering profesional, las normas de todo tipo que se exigen hay que cumplirlas a rajatabla. La diferencia, cuenta este hermano, es el trato con el que la gente es recibida en La Candelaria, “no somos ninguno profesionales. Les digo a los hermanos que se diviertan, que quiero que se lo pasen bien, que esto no es venir aquí a pasar un mal rato, quiero que la gente vea felicidad, que vea alegría y los clientes lo captan”.


