El artista urbano Samuel Martínez, conocido como Pol Tattoo, comenzó este lunes a pintar un mural en la calle Ferrocarril de Jerez como parte de los actos de hermanamiento con la ciudad de Haro. La iniciativa contempla la intervención de dos artistas relevantes, uno en cada localidad, y en Haro será José Uriszar quien ejecute otro mural.
La obra estará centrada en un retrato de Lucrecia Arana, cantante de zarzuela de finales del siglo XIX y principios del XX, esposa del escultor Mariano Benlliure y oriunda de Haro. El artista explica a lavozdelsur.es que su propuesta se inspira en un retrato que Arana recibió del pintor Joaquín Sorolla: “Es un retrato que le hizo Sorolla. Sé que lo que nos une es el vino, pero aparte, me habían dicho desde el Ayuntamiento de Haro, que la luz también nos une… Si tenemos que hablar de luz, en la pintura es Sorolla".
Aunque contempla añadir algún detalle vinícola, reconoció que el tema del vino está muy presente en Jerez: “En el muro de las Viñas hay un viñedo y unas uvas; aquí en el muro del Ferrocarril también hay un caballo con uvas. Es muy repetitivo y yo opté por algo diferente".
Entre los tatuajes y la pintura clásica
Pol Tattoo ha destacado la libertad que le concede el Ayuntamiento para sus intervenciones: "Cuando pinto los cuadros estos que están por la ciudad, sobre todo me dan libertad para que yo pueda pintarlos. Se fían de mí y de mi criterio. Me siento muy agradecido".
En los últimos meses, el artista ha realizado murales en distintos puntos del centro de Jerez, como un cuadro de Jiménez Aranda en el Tabanco El Pasaje y uno de Zurbarán en el Mesón Asador de Los Caracoles en la calle Consistorio. "Además, estoy haciendo encargos para hermandades. Dentro de poco entregaré una obra de una hermandad de Algeciras", explica.
Pol Tattoo combina la pintura con su actividad de tatuador, que considera su "sueldo base". "Llevo 15 años tatuando y la pintura la tengo como hobby". Este periodo que se inicia en las próximas semanas es clave para su trabajo en el mundo de los tatuajes, ya que tras el verano comienza la temporada alta de citas.
El hermanamiento entre Haro y Jerez se apoya en hitos históricos compartidos relacionados con la modernidad, el vino y el progreso. La electrificación de sus calles en el siglo XIX y la llegada del ferrocarril conectaron las bodegas con mercados internacionales, convirtiéndose en símbolos del dinamismo vitivinícola que une a ambas ciudades hasta hoy.