Así eran las aguas de San Telmo, el balneario de Jerez con baños milagrosos y olor a huevo podrido

Una reproducción de lavozdelsur.es reconstruye el mítico balneario donde durante el día se curaban enfermos y por la noche, según María de Xerez, los galanes flirteaban en fiestas con las jóvenes de la alta sociedad

Reconstrucción del Balneario de San Telmo por parte de lavozdelsur.es a partir de fotos antiguas y actuales.

Muchos jerezanos han escuchado hablar de sus aguas, pero ninguno las ha conocido. Hablamos del balneario de San Telmo, un lugar de aguas termales que fue descubierto a raíz de un olor a huevo podrido que a los vecinos de Jerez de la época les hizo pensar que era un yacimiento de petróleo. No fue así. La noticia del manantial de aguas sulfurosas se extendió rápidamente por la ciudad hasta el punto de que el marqués de Bonanza, Manuel Críspulo González Soto, decidió construir un edificio a modo de balneario. 

El diseño del edificio, del que hoy solo quedan unas escaleras situadas a un lado del cruce de la avenida de Puertas del Sur con Blas Infante y la entrada al polígono industrial de El Portal, fue encargado a un arquitecto jerezano, Miguel Palacios. Su estilo era fiel a la época, con toques modernistas y un gran patio cuadrado desde donde se accedía a las duchas, las bañeras y los baños de asiento, donde tenían lugar duchas vaginales, rectales, perineales y lumbares, además de pulverizaciones e irrigaciones nasales y auriculares.

Una investigación que se recoge en la revista Historia de Jerez que firma el gerente de la Farmacia Central de la ciudad, José Carbajo, recoge que se asentaba sobre un terreno de 33.000 metros cuadrados, en una zona de parque con mucha vegetación. Además, había dos eficios más uno para las máquinas. Uno de ellos era para los pacientes de pago y otro para los pobres, "preparado para llenar los servicios con completa independencia" de las clases pudientes. Lo cierto es que el interés de sus aguas llevó a que fueran declaradas "de utilidad pública" por una Real Orden del 27 de julio de 1899. La construcción del balneario regulaba la peregrinación de muchas jerezanas y jerezanos, que caminaban los dos kilómetros que separaban este enclave del centro de la ciudad, con objeto de llevarse cacharros llenos de su agua milagrosa.

La entrada al Balneario de San Telmo en una foto de aproximadamente 1900.
Las aguas del balneario fueron declaradas de utilidad pública en 1899.     BIBLIOTECA FUNDACIÓN JUAN MARCH

Según recoge en otro artículo Antonio Mariscal Trujillo, estas aguas venían de un pozo de 10 metros de profundidad y 3,70 metros de diámetro, con un caudal de 150.000 litros al día y una temperatura constante de 15 grados. Con una gran cantidad de minerales, el agua era clara y transparente, salada y con olor a huevo podrido, evidentemente a causa del azufre.

Su alta concentración en sales, además de las burbujas que desprendía, convertían el agua en opaca, debido a la presencia del ácido sulfídrico y del cloruro sódico, además de bromuro, fósforo, calcio, hierro, yodo y magnesio. Este agua ionizada era tomada como milagrosa para tratar enfermedades cutáneas, como eczemas, herpes, forunculosis, linfatismo y hasta sífilis, dándose a niños y enfermos, además de cuidar el reuma y enfermedades nerviosas, según las fuentes de la época.

Además de poder ingerirse, los baños eran parciales o completos, utilizados también para hacer gárgaras, irriginaciones, baños de asiento, a temperatura ambiente, pero también caliente y fría. Su venta se oficializó a través del balneario construido, en el que las sesiones podían costar de una peseta a 2,50, vendiéndose agua embotellada a 1 peseta y 1,25 fuera de Jerez, llegándose incluso a exportar a otros lugares de España.

Las fiestas nocturnas que cuenta la escritora María de Xerez 

Como era habitual en el Jerez de la época, la división social entre ricos y pobres era muy acusada. De un lado, aristócratas y burgueses relacionados con la industria vitivinícola, de distinguidas familias relacionadas con apellidos británicos y franceses, que vinieron por el auge del sherry; de otro lado, pobres, trabajadores, y mayoría de familias jerezanas que cáian habitualmente presa de alguna de las enfermedades víricas que se extendían fácilmente en las populosas casas de vecinos.

El análisis de las propiedades de las aguas del balneario de San Telmo.
En el balneario se ubicaba un quiosco, donde se vendía agua embotellada de sus milagroso manantial.
Así eran las duchas internas del balneario.
Un quiosco-bar, donde los asistentes podían consumir.

El balneario fue durante al menos la primera década del siglo XX un lugar donde se reunían jóvenes y adultos de la clase más distinguida de la ciudad. La escritora María de Xerez, Carmen Carriedo Soto, dice en un escrito que el "conjunto del edificio no podía ser más agradable, respondiendo a todas las exigencias de higiene y comodidad. El espléndido prócer que le construyó, el marqués de Bonanza, no olvidó nada y hasta objetos antiguos de su pertenencia, llevó para adornar y embellecer aquel gran salón que servía de restaurante y por el que pululaban numerosos camareros vestidos de blanco".

En otro fragmento, la escritora jerezana dice que "también se utilizó para fiestas nocturnas; los chinescos farolillos dieron sus policromas luces e irradiaron sus pálidos fulgores sobre terraza, galería y patio, donde a los sones de la música, damitas y galanes rieron y flirtearon en las alegres buñoladas que allí se celebraron". 

¿Qué fue de aquel balneario?

El edficio tenía unos treinta metros de longitud en su fachada, y hay jerezanos que conocieron su existencia, pese a su deterioro, ya que estuvo en pie hasta los años 60, cuando fue demolido. Según una noticia de la época era una "amplia y elegante construcción, con una espaciosa terraza desde la que se contempla un pintoresco panorama. Posee despachos para el director y el administrador, un salón destinado al descanso de los bañistas con un piano, servicio completo de escritorio y mesa de lectura con todo tipo de diarios y periódicos ilustrados. Esta sala da paso a un patio central cuadrilongo que mide 14 metros de lado, rodeado de galería cubierta en la que hay instalada una báscula. Una hermosa palmera en su centro sirve de adorno, en el que hay además, dos kioscos para el servicio de agua mineral en bebida y venta de tikets".

Antes y después de un balneario muy singular, cuyos restos permanecen abandonados en la zona sur de Jerez.   CANDELA NÚÑEZ
El edificio estaba rodeado por un singular parque de árboles.    BIBLIOTECA FUNDACIÓN JUAN MARCH
Por estas escaleras, pasó lo más distinguido de la sociedad jerezana de finales del siglo XIX y principios del XX.    CANDELA NÚÑEZ

Si imaginásemos cómo es entrar en el edificio, a través de una larga galería llegaríamos a los baños, con pilas de mármol y duchas en distintas habitaciones, donde había baños de asiento y las distintas duchas, como las de irrigación nasal y auricular. En la planta superior, un salón estaba destinado al comedor, con azulejos y ladrillos pintados al óleo y unas puertas que dan paso a un jardín. El edificio principal viene acompañado de dos más, uno que estaba con ldos motores de vapor que permitía el ascenso del agua del subsuelo, dotando de calefacción al edificio y con 10 caballos de potencia.

El último edficio lo constituía el lugar donde iban a parar los más pobres, a quienes atendía un oftalmólogo madrileño llamado Manuel Alexandre. Este médico se trasladaba al balneario en la temporda de baños, del 15 de junio al 15 de octubre, con consultas a precio de 7,50 personas y gratuita de 08:00 a 09:00 horas, donde atendía a los más necesitados. 

10 años de éxito y hasta una revista propia para los clientes

El centro llegó a contar con una publicación propia, la revista médico-hidrológica, de tirada mensual, cuyos dos primeros números pueden ser consultados a continuación.


Lamentablemente, poco o nada queda de aquel prestigioso balneario. que cerró en 1911 tras ser vendido por su propietario, el marqués de Bonanza. Al parecer, el nuevo dueño no era de Jerez y no gestionó bien el establecimiento, que poco a poco cayó en desuso hasta ser cerrado y abandonado. 

Mariscal Trujillo indica en uno de sus artículos, que el espacio fue utilizado en época del alcalde Tomás García Figueras para acoger a las familias damnificadas por las inundaciones del desbordamiento del Guadalete de los años 50 y que se extendieron hasta los años 60. El entorno ha cambiado mucho en las últimas décadas, tras la construcción del polígono industrial de El Portal, con gran tráfico de vehículos, y la urbanización de la zona con barriadas como La Liberación.

Si hace algo más de un siglo, este balneario quedaba totalmente a las afueras del Jerez urbano, hoy los pocos restos que quedan de su paso, permanecen olvidados a un lado de una de las grandes arterias de la zona sur de Jerez. La ruina de un singular balneario que duró en pleno funcionamiento poco más de diez años y cuyo recuerdos miles de jerezanos se llevaron a la tumba. 

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