A finales de agosto, el cuerpo sin vida de Buran Forouzan, una ciudadana iraní de 64 años de edad, fue encontrado en un pozo de gran profundidad situado en la zona rural de Jerez, concretamente en el Cortijo de Ducha. Su cadáver había sido descuartizado en cuatro trozos.
Tras las investigaciones llevadas a cabo, los agentes de la UDEV Central desplazados desde Madrid y de la Comisaría de Jerez fueron detener a Miguel, un vecino de 78 años que vivía en Picadueña Baja, donde había llegado en 2019.
El hombre que se escondía bajo la apariencia de un agricultor jubilado había matado ya en otra ocasión (a un inmigrante en Almería) e intentó acabar en dos ocasiones con la vida de su exesposa. Más de 20 años estuvo en la cárcel antes de instalarse en Jerez.
En su detención, los agentes se llevaron una gran sorpresa. Como detalla El Periódico, Miguel dijo al abrir la puerta que había alguien en su cama, algo que hizo temer a los policías por otro posible crimen. Sin embargo, en la habitación del asesino lo que había era una muñeca sexual muy realista con un valor de casi 2.500 euros.
Algunos vecinos habían llegado a conocer a la muñeca, a la que llamaban la muda. En la casa del hombre que acabó con la vida de Buran también fue encontrada la maza, el cuchillo y la sierra, herramientas que empleó para matar y desmembrar el cuerpo de su víctima. Junto a un arsenal de botellas de whisky, los agentes descubrieron que a Miguel también le gustaba guardar zapatos femeninos. Entre los encontrados se hallaban unas botas del mismo número de la ciudadana iraní.
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