A sus 25 años, Andrea Ganfornina tiene la mirada de quien sabe lo que quiere. Actriz, guionista, directora y docente, esta jerezana se ha abierto camino en el cine andaluz con una mezcla de talento, sensibilidad y compromiso. Su primer cortometraje, Quejío de Loba, ha logrado más de 40 nominaciones y varios premios en festivales nacionales, convirtiéndose en una de las voces jóvenes más prometedoras del panorama audiovisual.
"El cine es una herramienta de cambio social", dice con convicción, en declaraciones a lavozdelsur.es. "Tenemos una responsabilidad enorme al contar historias".
De actriz a directora
Andrea empezó soñando con actuar. "Desde niña me formé como actriz y a los 17 años me fui a Madrid a seguir estudiando interpretación. Pero mis padres me dieron la oportunidad de vincularlo con otra carrera universitaria, y elegí Comunicación Audiovisual".
Aquella decisión cambió su rumbo. "Me di cuenta de que la parte técnica también me encantaba. Poco a poco me fui vinculando al detrás de las cámaras, aunque nunca me he desvinculado de la interpretación".
Hoy combina la docencia con la creación audiovisual. Da clases en la escuela Fredes Insa y también en RTVE, donde forma a jóvenes en contenidos audiovisuales. "La interpretación me ha dado una sensibilidad especial a la hora de dirigir. Haber estado delante de la cámara me ayuda a entender de verdad lo que necesita un actor".
Un grito desde dentro
Su ópera prima, Quejío de Loba, nació de una necesidad: la de contar una injusticia. "Queríamos hablar de la educación en casas donde se vivían horrores como la violencia de género", explica. "Al final, cuando educas, traes al presente cosas de tu infancia. Los niños, muchas veces, son los que te salvan".
El rodaje fue una experiencia intensa. "Trabajamos con tres niños, una de ellas de un año y medio. Tuvimos que improvisar mucho, pero el equipo fue increíble. Se creó una familia". Algunas escenas se grabaron en su propio barrio de Jerez. "Los vecinos salían a mirar, pero respetaban tanto que me emocioné. Cuando los niños terminaban una escena, aplaudían".
Un corto que toca vidas
El preestreno de Quejío de Loba dejó huella. Varias mujeres se acercaron a Andrea para decirle que se habían sentido reflejadas. "No solo con la historia literal, sino con la forma en la que los personajes se sentaban, dormían o se miraban".
Poco después, recibió un mensaje que nunca olvidará. "La familiar de una mujer que había visto el corto me escribió para decirme que, tras verlo, esa mujer había decidido denunciar un caso de violencia que estaba sufriendo. Ahí entendí que el cine puede cambiar realidades".
De Jerez al mundo
Desde su estreno, el corto ha ido sumando reconocimientos. En la Sansilvestrale de Guzmán (Huelva) se llevó el Molino de Oro al Mejor Cortometraje y Mejor Guion. También ha ganado el Premio Canal Sur a la Creación Audiovisual en el Festival de Cine de Sorihuela del Guadalimar, y premios a la mejor interpretación y mejor corto por la igualdad en el Festival Curts de Moscatell.
"Cada nominación la he vivido como si fuera la última", confiesa. "Siempre pienso que no va a llegar otra, y al día siguiente llega una más. Estoy viviendo todo esto muy al día, con gratitud y sorpresa".
El éxito no le impone, pero sí la empuja. "No siento presión, pero sí impulso. Si he sido capaz una vez, ¿por qué no una segunda o una tercera?".
"Mi sueño es vivir de esto"
Andrea tiene claro su objetivo: estabilidad y futuro en el cine. "Mi mayor sueño es poder vivir de esto toda la vida, que mi rutina siempre tenga que ver con el audiovisual". También es consciente de los retos de hacerlo desde Andalucía. "La industria cinematográfica andaluza necesita que los profesionales con recorrido tiren de los jóvenes. Es la única manera de que esta industria crezca".
Pertenece a la Asociación Andaluza de Mujeres del Medio Audiovisual (AAMMA), donde ha encontrado apoyo y referentes. "Siempre he levantado el teléfono para pedir ayuda, y mis compañeras me han respondido con cariño. Eso también es hacer industria".
El arte de Jerez y lo que viene
"En Jerez el arte está en la calle", dice convencida. "Aunque en mi familia nadie se haya dedicado al arte, me he criado rodeada de él. Aquí se respira sensibilidad. El arte, sea cual sea, siempre busca cambiar algo dentro de otra persona".
Ahora prepara su próximo cortometraje y la preproducción de un largometraje. También sueña con rodar un documental. "Todavía no puedo contar mucho, pero seguirá vinculado a temas sociales", adelanta.
Antes de despedirse, deja una frase que resume su forma de entender el oficio: "Hay que tener valentía para levantar el teléfono, romper con la timidez y decir: yo también quiero trabajar de esto. Porque nadie llega solo, y el arte no se hace en soledad".
