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Mientras la alcaldesa disfrutaba entre canapé y canapé de la carrera de Moto2 en el Circuito de Jerez rodeada de una pléyade de Vips como el rey Juan Carlos, un poco más lejos de allí, en la Alameda Cristina, la Banda Municipal comenzaba una manifestación para reclamar el pago de sus asignaciones pendientes y la solución a un conflicto que no sólo dura demasiado, sino que por cómo se está desarrollando, deja a las claras la manera en que en ocasiones se trata a la cultura en esta ciudad.

Mientras la alcaldesa disfrutaba entre canapé y canapé de la carrera de Moto2 en el Circuito de Jerez rodeada de una pléyade de Vips como el rey Juan Carlos, un poco más lejos de allí, en la Alameda Cristina, la Banda Municipal comenzaba una manifestación para reclamar el pago de sus asignaciones pendientes y la solución a un conflicto que no sólo dura demasiado, sino que por cómo se está desarrollando, deja a las claras la manera en que en ocasiones se trata a la cultura en esta ciudad.

Arropados por familiares y amigos, miembros de la oposición en el Ayuntamiento de Jerez, así como por su público habitual en los conciertos dominicales de la plaza del Banco y por los jerezanos que al mediodía paseaban por el centro, los músicos protestaron de la única manera que saben: haciendo música.

Ante la ausencia por motivos laborales de varios miembros de la comisión de la banda, se decidió que fueran los concejales de la oposición en el Ayuntamiento lo que abrieran la manifestación portando una pancarta con la leyenda “La Banda Municipal no se toca, Jerez con sus músicos”. Entre ellos se encontraban Raúl Ramírez, de Foro; Mamen Sánchez, de PSOE; y Raúl Ruiz-Berdejo, de IU.

Tras ellos, los músicos sin su uniforme, ya que actualmente no pueden hacer uso de él tras recibir por parte del gobierno municipal la notificación de que ahora mismo están desvinculados del Consistorio. Sí lucieron, por contra, carteles con leyendas como “¿Apuesta el Ayuntamiento de Jerez por la cultura?”; “85 años de historia a la basura”; “85 años de música merecen la pena”; o “Con la música a otra parte te vas a ir tú”.

Entre pasodobles clásicos como Paquito el chocolatero, Las Corsarias o Nerva, los músicos de la banda, de vez en cuando, decidían desafinar para dar a entender su mala sintonía con el gobierno, además de gritar de vez en cuando su ya clásico “alcaldesa, queremos cobrar”, que se escuchó especialmente fuerte cuando la manifestación llegó a su punto clave, la puerta del Ayuntamiento.

Desde ahí, la marcha desanduvo sus pasos para finalizar la manifestación en el templete de la plaza del Banco, donde habitualmente llevan a cabo sus conciertos cada domingo. Allí, entre aplausos, Manuel Gamboa, de la comisión de la banda, deseó que “esto sirva para que podamos desarrollar nuestra actividad con normalidad y que no tengamos que ir pidiendo permisos como si fuéramos mendigando un sitio para poder tocar”. 

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Jorge Miró

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