Cuando aparcó su moto en la puerta del número 2 de la calle Consistorio aquella mañana del 5 de septiembre de 1982 —cuando se podía circular por esta vía—, no imaginaba José María Galisteo (Jerez, 1967) que haría ese camino muchas más veces a lo largo de su vida. De hecho, no ha dejado de hacerlo cada día desde entonces, hace ahora 40 años.
Galisteo tenía apenas 15 años cuando entró por la puerta de la relojería La Puerta Real, que entonces regentaba su tío, Francisco Núñez Romero, que abrió el negocio en 1972. Medio siglo contempla al pequeño establecimiento, situado en plena muralla de Jerez, que en pocos días cambiará de ubicación.
“Yo venía de ordeñar vacas con mi padre, que era ganadero, de estar en el campo, segando hierba, teniendo callos en las manos de acarrear alpaca…”, recuerda José María, que rápidamente se enamoró de la profesión de relojero. Su tío no tenía hijos y él era su sobrino mayor, y lo introdujo en el mundillo. “El primer año me dijo: tú sirves para esto. Y hasta hoy”, dice.
Sobre el traslado, tiene “más ilusión que pena”, confiesa Galisteo cuando atiende a lavozdelsur.es, mientras arregla un reloj detrás del mostrador en el que tantas horas ha pasado. En este local lleva “tres o cuatro años agobiado”, porque se le ha quedado pequeño. “Me dará pena cuando me vaya, pero La Puerta Real sigue, mi nombre sigue y los clientes van a venir, que es lo importante”, relata.
“Este local está unido al edificio que tenemos detrás y es un boquetito que en aquellos años nos venía bien, pero el negocio ha ido creciendo y ya no se cabe”, apunta el maestro relojero, que asegura que es su “segunda casa”, en la que está prácticamente desde que en 1996 falleciera su tío, que fue quien le enseñó el oficio. Después, Galisteo ha formado a dos hermanos suyos y a una decena de aprendices, “pero no todos valen”.
Desde hace unos años, José María Galisteo es restaurador profesional, acreditado por la Junta de Andalucía, y fue uno de los impulsores de la Asociación Nacional Profesional de Relojeros Reparadores (Anpre), nacida en Sevilla hace más de una década. En la provincia de Cádiz, solo hay otro técnico relojero, en La Línea. Unos 60 a nivel nacional.
Después de casi medio siglo reparando y dando cuerda a relojes en el mítico local de la calle Consistorio de Jerez, donde empezó su tío y se formó, ahora Galisteo está a punto de hacer una mudanza que dejará a la calle huérfana de su negocio más longevo. El destino, el centro comercial Los Cisnes, donde tendrá un local tres veces más grande. “Con la ilusión y la fuerza que tenemos algunos negocios que nos estamos instalando allí —como El oasis del café— vamos a darle un poco de vida al centro comercial”, incide.
“Hay mucha gente sorprendida con el cambio”, cuenta el maestro reparador, que echará de menos a los vecinos que saludan cada día o a los transeúntes que siempre se paran en “uno de los negocios más antiguos de Jerez”, que tendrá una nueva vida a unos pocos metros de distancia, en el centro comercial Los Cisnes, “que no tiene sentido que esté tan vacío”.
“A empezar de cero en Los Cisnes todo el mundo le tiene miedo, porque está apagado, pero los negocios que estamos llegando no tenemos por qué tener miedo”, señala. La clientela de Galisteo, asegura, lo buscará en el nuevo local, ya que está especializado en reparaciones de relojes antiguos, algo que no hace nadie más en la ciudad, ni casi en la provincia. “La relojería fina y de alta gama sigue creciendo y necesito más mostradores, tener maquinaria, pruebas de presión, ultrasonido, limpieza…”, enumera.
Entre sus trabajos más recordados, está la reparación del reloj-farola de Losada de la plaza del Arenal, o el cronómetro del mismo relojero —conocido por haber donado al Ayuntamiento de Madrid el reloj que preside la Puerta del Sol— que está en poder del Observatorio de Marina desde 1859, que lo tuvo 15 días dedicado en cuerpo y alma a su reparación. "Estaba muerto, cuando lo vi andando a las cinco y cuarto de la mañana, empecé a llorar. Es único en el mundo", confiesa.
"Coger algo estropeado, como el reloj de Losada y dejarlo nuevo, me encanta. Esa pieza existe antes de que yo naciera, me voy a morir y seguirá andando. Eso para mí es lo más importante". El lugar desde donde lo haga, recalca, es lo de menos. En breve, desde un local más amplio enclavado en un centro comercial cada vez más vivo.
