Cuando José Gamboa recuerda sus primeros años en el parque de El Retiro le viene a la mente la figura de aquel guarda al que llamaban 'Colombo'. "Tenía muchísima guasa. Salía detrás de la gente con el bastón en mano", ríe ahora. También explica que donde ahora está el bar-kiosco —establecimiento que permanece cerrado desde julio pasado—, antes había unos bancos de hierro formando un círculo, y que donde hoy hay una fuente —rehabilitada hace unos años—, antes había un hermoso estanque con peces.

La estampa de aquel parque nada tiene que ver con la zona por donde hoy pasea junto a su hija Alejandra y sus dos perritos. No obstante, desde que Luis de Ysasi Lacoste, hijo de Juana de Dios Lacoste —mujer que destacó en el municipio por sus obras solidarias en pos de los sectores más deprimidos de Jerez—, donase en 1902 su hacienda de recreo El Retiro al Ayuntamiento para que lo disfrutara la ciudadanía, este espacio ha sufrido diversos cambios en sus 115 años de vida.

"Ten cuidado, que aquí hay mucho chorizo", murmura Paco Lorenzo mientras coloco el candado a la bici. Hace 39 años que él y su esposa Maite Romero —naturales de Constantina— decidieron que Jerez sería la ciudad donde criarían a sus hijos. Desde entonces residen en Ciudasol, barrio cercano al El Retiro, por donde hoy pasean a su perro y juegan con su nieta. Haciendo memoria de su primera visita al parque, ambos comentan que a finales de los 70 era un "típico jardín, con diferentes plantas: setos, rosales...". Dicen que, quizá, una década después, el escenario cambió por completo.

"Todo se volvió más abierto. No sé si por moda, pero implantaron este estilo inglés", expone Paco. Para ambos el parque ha ido a peor porque la educación de la sociedad ha cambiado y que ahora el parque "es una porquería". "No cuidamos lo nuestro", critica Maite. "Antes esto era un parque para mayores y ahora es más de jóvenes", incide Paco. "Recordamos cómo se respetaba la ciudad, pero ahora —señala un banco cercano— te encuentras a trabajadores de la limpieza comiendo bocatas y tirando el papel al suelo". Sin embargo, la visión de este matrimonio choca con la de otros habituales al parque que no dudan en asegurar que a día de hoy El Retiro "es una maravilla".

Si bien algunos piensan que El Retiro ha decaído en cuanto a visitas y cuidados, según cuentan José y Alejandra Gamboa —del barrio La Vid—, y Alfonso Siliceo —de la urbanización Adarves—, antes vivió una época de oscurantismo. Recordemos que la zona pasó de ser un recinto privado a un parque público, pero con limitaciones. Desde sus inicios, este se mantuvo cerrado a ciertas horas del día. Lo último que hoy resiste de ese cerco son las dos puertas de piedra. Lo que las unía, altos setos de una especie de planta conocida como transparente, fue eliminado quedando así el recinto actual.

"Todo lo cambiaron cuando edificaron la urbanización El Retiro. Pero en los 80 el parque pasó por una época chunga, nada que ver con los chavales que hoy se reúnen aquí por la noche", explica José. "Yo estaba en el CEIP El Retiro —indica el centro educativo que se encuentra en los aledaños del parque— y recuerdo que el profesor nos decía que no cogiésemos por el césped porque había jeringuillas", enlaza Alejandra, que también resalta que durante su escolarización rebautizaron el colegio que por entonces se llamaba Miguel Primo de Rivera. "No queríamos tener el nombre de un dictador".

Ante dicha pista, Ana Funieles, jerezana que reside en La Asunción, apunta que la zona de vivero ubicada en el interior del parque —que hoy está sellada— fue antiguamente la sede del colegio Miguel Primo de Rivera. La historia cuenta que Luis de Ysasi quiso dejar constancia de su legado y por ello encomendó la construcción de una escuela pública en su finca para ofrecer un espacio higiénico y educativo a aquellos niños más empobrecidos.

Pero poco sabe de esto Ana, que recuerda poco más que una amiga suya estudió en dichas instalaciones. También rememora que su padre no la dejaba coger por la avenida de Las Delicias. "Por aquí, por este camino —señala a la vía— mataron a alguien. Aquí había mucho miedo. Hace 40 años esto era un bohío, un boquete", asesta. Nada que ver con la estampa que se encuentra ahora en el parque. "A mí me encanta como está ahora, es una maravilla de parque. Y lo veo cuidado para lo sucio que está Jerez", concluye.

No olvidemos que hace varios años El Retiro tuvo una pequeña zona de skate park —que apenas duró unos meses por las quejas de los vecinos por el ruido— y que una cervecería regentó el bar-kiosco del parque durante los últimos diez años. En la actualidad estas zonas están sin uso, más allá de las posibles actividades que las familias o amistades pueden realizar en la enorme explanada de hormigón que dejó la zona skate. Además, el recinto también cuenta con una zona de columpios y con un mercadillo semanal, desde hace unos años.

Los vecinos de las barriadas aledañas reclaman la llegada de un nuevo inquilino al bar para que el parque recupere su actividad social, y una zona exclusiva para perros, ya que tan solo existen dos parques caninos en Jerez, en La Marquesa y por la zona de Hipercor. Pero si algo tiene claro la generación que ha correteado por esta zona verde (y que ahora acompaña a la actual) es que El Retiro hoy es uno "de los puntos de encuentro de la juventud" de Jerez.

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Claudia González Romero

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