Yolanda Ariza es una joven granadina que con tan solo 20 años ha tenido que mirarle de frente a una cruel enfermedad: "El 17 de diciembre de 2024 me dijeron una frase que cambiaría mi vida: tienes que enfrentarte a un cáncer de mama", ha contado en sus redes, donde ha compartido su experiencia para tratar de ayudar a otras jóvenes y mujeres en general que estén pasando por la misma situación.
"Sin soltar una lágrima, solo pregunté: ¿Cuál es el primer paso? Las Navidades no fueron fáciles para mi familia. Fueron duras, sí, pero también intensas y llenas de emoción. Primero vino la extracción de óvulos, luego el reservorio, un montón de vacunas y miles de pruebas… El 3 de enero, los resultados del primer PET-TAC. Los resultados no fueron buenos: metástasis en los huesos. Me dijeron que sería una enferma crónica. Y, aun así, pensé que podría haber sido peor", ha relatado Yolanda.
Doce sesiones de quimioterapia
La joven ha continuado resaltando que, desde entonces, "mi vida comenzó a llenarse de color rosa…, ¡con lo que yo odio el rosa! Recibí doce sesiones de quimioterapia, que llevé con fuerza y con pocos efectos secundarios graves. Cuatro meses después, llega el momento de mi segundo PET-TAC, para ver cómo está funcionando el tratamiento. Entramos a la consulta, y mi oncóloga me dice: 'Estás casi limpia'".
La metástasis en los huesos había desaparecido y solo quedaban dos pequeños focos en el pecho. "A día de hoy puedo decir que esta enfermedad me ha enseñado más cosas buenas que malas. Me ha enseñado a no tener miedo a una simple aguja, a reconocer quién realmente forma parte de mi vida y a entender qué es un problema de verdad. Si estás pasando por lo mismo, y estás leyendo esto, quiero decirte algo: cree en los médicos. Cree en la ciencia. Cree en los milagros. Y, sobre todo, cree en ti. Desde el primer momento dije que tenía las armas suficientes para ganar esta guerra".
Con una enorme vitalidad y sin perder la sonrisa, Yolanda se ha enfrentado con valentía al cáncer. Recientemente, también compartía en sus redes el difícil momento de, ante la caída del cabello, pelarse. Una circunstancia siempre dura que la joven ha afrontado también con alegría junta a familiares y amistades, su gran sustento vital en estos últimos meses de lucha contra el maldito cáncer.