Su mestizaje es una bendición ¿cuándo no? Le otorga una mirada de privilegio por pura mezcla. Ilya Ulrich Topper (Almería, 1972) es hijo de artistas, antropólogos y viajeros alemanes que le dieron su lengua materna.
Nació andaluz, se crio en Marruecos -domina esa versión del Árabe- y empezó su trayectoria periodística en Cádiz en los años 90. Desde entonces, escribe, con éxito, en Español, "es curioso, nunca lo he hecho en Alemán".
Su trayectoria profesional le llevó a Estambul, la ciudad del mundo que mejor representa la dualidad entre los líquidos conceptos de Oriente y Occidente. Allí llegó como corresponsal de El Mundo en 2010 y, desde 2012, de la Agencia EFE.
Tras publicar ensayos sobre la Turquía de Erdogan (La democracia es un tranvía) o sobre la fuerza de las teocracias en el mundo musulmán (Dios, marca registrada) ahora aborda la madre de todas las polémicas contemporáneas e imprescindibles: el feminismo.

El sexo según la izquierda parte de unas columnas publicadas en El Confidencial que levantaron mucha polvareda. "Hubo muchos enfurecidos". El subtítulo de la obra, editada por M'Sur, ahonda en las previsibles discrepancias: "Cuando el feminismo perdió el Norte".
Para rebajar tensión con algo de humor, desmiente con firmeza que su trabajo tenga que ver con el caso Ábalos, con Koldo García, Santos Cerdán, Íñigo Errejón, prostitutas, amantes que ocultan discos duros o acompañantes de representantes políticos.
"El libro se escribió hace dos años", sonríe. Nada de eso había pasado y, sobre todo, no era el asunto en cuestión. "No me interesa cómo de puteros son los políticos, no es la idea del libro. No trata de comportamientos particulares, lo importante son las ideas".
El conjunto de las que expone el libro -se presenta este viernes, 20 horas, en la Feria del Libro de Cádiz con la periodista gaditana Charo Ramos- va mucho más allá.
Los grandes asuntos, de una en una
El objetivo es plantear, más que tratar de resolver, discusiones públicas como prostitución, violencia machista, vientres de alquiler, ideario queer o velo islamista.
Topper se atreve con "todo intento de comercializar el cuerpo de la mujer" pero combate la supuesta "necesidad de separar a mujeres y hombres, sin posibilidad de una lucha común", a la hora de afrontar el ogro invisible: el patriarcado.

Con ese punto de partida, trata de exponer las contradicciones de una izquierda que se ve atrapada con mucha asiduidad. Como ejemplo, uno de los apartados, el velo islámico.
"Separa a la derecha de la izquierda. La derecha lo rechaza por un concepto racista, sin más. Es distinto, es ajeno, es de fuera y no lo quiero. La izquierda, para no caer en ese racismo, lo defiende pero resulta que es un símbolo sexual conservador, religioso, de represión".
"El origen del velo, en los textos religiosos, es que el pelo de la mujer debe ser cubierto porque su contemplación es tan erótica que provoca al hombre. Estas ideas equiparan a todo hombre con un animal que no puede controlarse".
"Sólo ver el pelo, ya se desatan los males. Por eso la mujer puede mostrarlo ante otras mujeres, no ante otros hombres. Es un insulto al hombre también pero en el caso de la posición de la izquierda -lo que nos interesa- es que por oponerse a la derecha, por no caer en el racismo, defiende esta represión".
El caso del velo, sostiene, no puede ser defendido como un gesto "cultural porque no lo es. Es religioso. En Marruecos no se usaba velo, se usaba pañuelo campesino, como se usaba en Galicia o en Suecia hasta el siglo pasado".
Comerciar con el cuerpo de la mujer
Ese imaginario prólogo textil se amplía, por episodios, a otras grandes discusiones, como el vientre de alquiler. Aunque ha sido defendido por determinados colectivos homosexuales, para Topper es "una rémora, una comercialización del cuerpo de la mujer".
La transexualidad es otro apartado del ensayo: "No creo en el cambio registral como origen de un cambio de identidad. Eso es una paja mental".
La prostitución es un mundo propio con discusiones infinitas que atrapan a la izquierda. "Los progresistas se ven en la situación de homenajear a las trabajadoras sexuales como integrantes de un negocio digno y eso sólo prolonga la situación".
"Los progresistas se ven en la situación de homenajear a las trabajadoras sexuales y eso sólo prolonga la situación"
El periodista es firme partidario de "la abolición", que considera un concepto educativo, social, de larga duración, distinto "a la prohibición, que no sirve. Al contrario, fomenta las mafias. En Marruecos, la prostitución está prohibida y su volumen es enorme".
"El objetivo es la abolición, que ninguna mujer cobre para que un hombre disfrute, no quiero vivir en un mundo en el que el deseo no es compartido pero venimos de la negación total del deseo femenino. Aún se niega en muchos lugares". Admite que las dificultades, enormes, están en "cómo llegar" a la aplicación.
"Insistiendo en que las prostitutas tienen un oficio digno, como insiste la izquierda, tampoco se avanza".
La temática de El sexo según la izquierda llega a todos los dramas ligados con el patriarcado. Topper destaca la violencia machista, la doméstica, la de género, que califica como "terrorismo, porque sigue unas pautas, tiene un método en todas partes, unas víctimas identificadas".
La cara oculta de creer a la hermana
"Es una lacra tremenda y en otros países aún es peor que en España. En Turquía acaban de empezar a registrar los casos y son el doble. En otros países árabes ni siquiera se registran. El hombre es más que la mujer porque así lo dice Dios y no hay discusión ni debate, no hay más que hablar".
A pesar de esta firme creencia, también se opone al lema feminista "hermana, yo sí te creo". El hecho de que la palabra de la mujer, como posible víctima, prevalezca siempre sobre la del presunto agresor "atenta contra toda la base del Derecho, desde Roma hasta nuestros días. Es antijurídico".
"No es posible que una ministra ponga en duda a un tribunal por considerar que la palabra de la mujer siempre vale más. Eso supone, además, un desprecio hacia la capacidad intelectual de la mujer".
"El 'hermana yo sí te creo' atenta contra toda la base del Derecho, desde Roma hasta nuestros días. Es antijurídico"
"Si su palabra prevalece siempre, además de negar la presunción de inocencia, a la se le descalifica como ser intelectual con capacidad de mentir o equivocarse. Es ridículo, la Policía tendría siempre el trabajo hecho".
Como resumen de todos los apartados de El sexo según la izquierda, Ilya U. Topper resume que la relación de la izquierda con el feminismo es "un proceso laberíntico, lleno de trampas y dificultades pero imprescindible".
Para evitar un fatalismo paralizante, asegura que "al menos en Europa se han producido avances a lo largo de 300 años, desde la Revolución Francesa, aunque la mujer tiene derecho a voto sólo desde hace un siglo".
"En estos países se ha llegado a una igualdad legal que es muy importante. Las leyes importan pero quedan muchos pasos más porque el peso del patriarcado ha sido inmenso durante siglos".
"El lenguaje inclusivo está condenado al fracaso. No cambia realidades ni logra ningún avance. Nadie, nunca, va a hablar así"
Como muestra de las confusiones de la izquierda en su avance hacia el feminismo, de los palos de ciego, usa el ejemplo del lenguaje inclusivo: "Nadie, nunca, va a hablar así, ni arrobas, ni amigues, ni compañeros y compañeras. Eso está condenado al fracaso. No cambia realidades ni logra ningún avance".
"El idioma Turco, como muchas lenguas del mundo, no tiene géneros, no hay femenino ni masculino en las palabras y los niveles de machismo son peores, el patriarcado es más fuerte que en España".
Ese ejemplo le sirve para resumir la obra que presenta este viernes en la Feria del Libro de Cádiz: "A veces, la izquierda parece practicar el postureo con el feminismo, toma actitudes para ganar puntos políticos y eso espanta apoyos reales contra el patriarcado. Y todos son necesarios, imprescindibles, de hombres y de mujeres".


