El alza del precio del alquiler es generalizado y no solo se explica por la existencia de pisos turísticos. El fenómeno, eso sí, ha propiciado que una parte de las casas se dispongan para la llegada de visitantes, una situación que en ciudades como Cádiz se agrave. La razón histórica es la falta de suelo disponible en un término municipal con alta densidad de población y donde los pocos solares disponibles tienen previstas futuras instalaciones, como un segundo hospital, o para actividad industrial.
Sumado todo ello, la situación es complicada en la capital. Hay bloques en el centro y el entorno donde apenas queda un solo inquilino habitual y el resto son todas viviendas turísticas. Así lo afirma el presidente de Cádiz Centro, Paco Gómez, en Diario de Cádiz. Algunas comunidades, incluso, tratan de evitar su proliferación con modificaciones de estatutos, pues existen "quejas por los problemas de convivencia, por ruidos, fiestas nocturnas o no sacar la basura en horas no autorizadas".
En esa realidad se encuentra el barrio del Mentidero, con un eterno trajín diario de maletas entrando en casas de toda la vida. Además, según denuncian las asociaciones de vecinos, esas casas a menudo no están inscritas en el régimen de la Junta de Andalucía, lo que las convierten en negocios ilegales.
Así, las viviendas que se mantienen para el alquiler general no son gangas, ni mucho menos, porque muchos propietarios prefieren realizar esta explotación económica del turismo. Pisos en el centro y fuera de él, sin ascensor, con baja iluminación y con menos de 50 metros cuadrados -estudios, prácticamente- se alquilan a 500 euros mensuales, que sumado a las facturas y supone vivir por alrededor de 650 euros en casas muy pequeñas.
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