La Palma y Vera-Cruz renuevan la evidencia en el Lunes Santo de Cádiz: la fe radica en lo invisible

La hermandad viñera decide no salir por la amenaza de lluvia y la más antigua de Cádiz, desde San Francisco, protagoniza un episodio inédito al hacer estación sólo con penitentes, sin sus imágenes

Tristeza en la Hermandad de La Palma tras no poder salir a la calle este Lunes Santo en Cádiz.
Tristeza en la Hermandad de La Palma tras no poder salir a la calle este Lunes Santo en Cádiz. REYNA

"Anda ya, que no sale ni no sale", dice doña Remedios mientras planta la silla bajada de casa, por una chiquilla, en la calle Virgen de las Penas.

La fija con la firmeza que se usa en verano en La Caleta, como si la clavara en la arena porque debajo de los adoquines de La Viña está la playa. Estaba mucho antes, unos 2.000 años, que los estudiantes pijos de París descubrieran lo mismo en su revolución recreativa de 1968.

Poco después de las 13 horas, la calle central del barrio primero y marinero, la que acaba y empieza en el templo de su imagen adorada, acoge un pasillo de asientos efímeros que bajan de las casas para mostrar que las aceras son tan domésticas como el saloncito y la cocina. La hilera gira pronto, camino de la plazuela del Tío de la Tiza.

La Viña y La Palma, su virgen y la orilla son versiones de una misma cuestión, una de fe. Si fue capaz de parar un maremoto en 1755, qué no hará con la lluvia, por mucho barro que tenga.

Vecinos de La Viña, apostados en sus sillas en Virgen de las Penas.  REYNA
Vecinos de La Viña, apostados en sus sillas en Virgen de las Penas.  REYNA

Así que Remedios tiene poca contestación entre su hija, quizás su sobrina, y sus nietas, entre sus vecinos. Ella se va a sentar porque la imagen va a salir.

Las madres viñeras antiguas no admiten una negativa. Ni siquiera esperan contestación. Creen y actúan. Así decidan entregar un billete de diez euros a una de sus niñas, elegir qué se almuerza o colocar el asiento para el único lunes que brilla más que el sol y todos los domingos juntos.

Qué más dará que esté nublado, parece decir la señora con su boca cerrada y su mentón levantado. Las amenazas y las advertencias, las opiniones y los pronósticos de los meteorólogos no van con ellas.

Lleva casi una hora sentada, como toda la calle, como otro centenar largo de vecinos. Dentro del templo se procede a la lectura de la sentencia. Pedro Bueno, hermano mayor, dice con gesto contenido que no habrá estación de penitencia.

Sus compañeros de junta explican a los medios que habrá dos encuentros, dos ceremonias de recogimiento y rezo, dentro del templo. Una será inmediata. Otra, entrada la noche.

Remedios recibe el mensaje por diez fuentes distintas, comentarios alrededor, gente que lee pantallas de móviles y cuenta lo recién escuchado dentro de la parroquia de piedra ostionera.

Ni se inmuta. "Que nadie llore, ni se disguste" dice Bueno mientras algunas espectadoras empiezan a repetir su apellido en voz baja, como señal de duda. Muchos cofrades y penitentes ignoran su petición. Son incapaces de aceptarla.

La abuela viñera sí cumple la orden que no ha recibido. Nada de llantos ni lamentos. No ha escuchado a la autoridad ni falta que le hace. Su relación con la Virgen de la Palma, como la de miles de viñeros y gaditanos, es personal, individual, cosa de dos.

Los balcones, protagonistas en estas calles como en pocas de la Semana de Pasión en Cádiz, se van recogiendo. Se quedan vacíos y se cierran. Remedios se demora un rato más con la mirada perdida.

Un hermano de Vera Cruz espera la decisión sobre la salida en el claustro del convento de San Francisco.   REYNA
Un hermano de Vera Cruz espera la decisión sobre la salida en el claustro del convento de San Francisco.  REYNA

Luego, a través de la esquina, la fija en el azulejo que marca el milagro, cuando la Señora de La Viña paró las aguas aquel 1 de noviembre. Mueve la boca muy poco. Probable síntoma de rezo interno mientras observa el lugar en el que un religioso pronunció el mítico "hasta aquí, Madre Mía".

Cualquier espectador entendería, al ver a la mujer, que ella sí ha visto la procesión que no ha salido. Ha tocado el palio que nadie ha podido ver, la mirada que espera todo el año. Para ella sí que ha existido una salida, una recogida, petalás, hasta saetas y suspiros.

Ha revivido y recordado todos los lunes, los ha puesto en orden y los ha vuelto a sentir. Cuando el hermano mayor afirma que los viñeros "ya han comenzado a vivir el Lunes Santo de 2025", Remedios recoge su silla, se la entrega a su joven acompañante y se marcha tranquila.

Ella también ha vivido el de 2024. Y muchos más. Los de hace 10, 20, 30, 40 años. Todos los lleva en la mirada desde 1960, lunes arriba, lunes abajo.

El templo queda abierto, los penitentes se mueven como hormigas blancas y azules, algunos se van, la mayoría se queda. Los hermanos mayores comienzan a proclamar la verdad resignada: "Las imágenes están aquí todo el año, sin falta, podemos rezarles todos los días".

A menos de un kilómetro, por el laberinto chico del centro de Cádiz, en la plaza de San Francisco, en la iglesia homónima, se repetirá el discurso cuatro horas después.

Benito Jódar, el célebre capataz que cumple 20 años en el cargo, recuerda como calmante preventivo que las imágenes, el Señor que porta la Vera Cruz y la Virgen "no se van a ninguna parte, siempre están aquí dentro, esperándonos, salgamos o no salgamos".

Sus palabras son anticipo de una decisión inaudita, sin precedentes en la hermandad. Después de que, esta misma tarde de Lunes Santo, Prendimiento y La Palma renunciaran a salir por la lluvia o su amenaza, después de que el Nazareno del Amor regresara a su templo nada más pisar la calle, las hermandades del Cristo de Vera Cruz y Nuestra Señora de la Soledad harán estación penitencial, cortejo procesional, sin sus imágenes, sin sus pasos, sin Señor ni palio.

La reliquia denominada lignum crucis, en parihuela, es el único símbolo que acompaña a los cofrades de negro nada más caer la noche. Sin cirios desfilan en representación de la hermandad más antigua de la ciudad de Cádiz, una de las que tiene un patrimonio de mayor valor artístico y cultural. Vera Cruz se cree obra del genovés Giusseppe Picano.

El gesto de la cofradía más vieja y la actitud de la anciana viñera coinciden en renovar un concepto claro: la fe radica en lo invisible. La oración es cosa íntima de cada cual. Intangible.

Puede realizarse en los templos, en cualquier fecha, en la calle, con lluvia, con sol, entre nubes y vendavales, ante otra que sólo ve la que recita con la boca cerrada.

La lluvia puede dejar a La Viña sin su Virgen de la Palma, a San Francisco sin Vera Cruz y Nazareno del Amor, puede parecer que agua el Lunes Santo pero eso es algo que decide cada uno.

Remedios ha visto a su Virgen de la Palma por la calle este año aunque no haya salido. Seguro que alguien más también. Los penitentes de la cofradía decana salieron acompañados de las imágenes, aunque se quedaran en el convento, si así lo creyeron. Quién es capaz de negarles nada.

Sobre el autor:

Afot

José Landi

Nacido en Cádiz, en 1968. Inicia su trayectoria en 1990. Columnista, editorialista, redactor, colaborador, corresponsal o jefe de área en 'El Periódico de la Bahía de Cádiz', 'Cádiz Información', 'Marca', 'El Mundo' y 'La Voz de Cádiz'. Ha colaborado en magacines o integrado tertulias de Canal Sur Radio, Cadena SER, Canal Sur Televisión, Onda Cero y COPE. Premio Paco Navarro de la Asociación de la Prensa de Cádiz en 1997 y 2012 (a título colectivo). Premio Andalucía 2008 a la mejor labor en internet (colectivo). Ganador del I Premio de Relatos Café de Levante. Autor de la obra de autoficción ("no sabía que existiera ese género", dice) 'Ya vendrán tiempos peores' (Editorial Cazador, 2016). Puso en marcha el proyecto de periodismo gastronómico 'Gurmé Cádiz' y mantuvo durante diez años blog como 'El Obélix de San Félix' y 'L'Obeli'. Forma parte del equipo que realiza el 'podcast' de divagación cinematográfica 'A mitad de sala'.

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