India Martínez, pregonera del Carnaval de Cádiz 2022, acabó derramando lágrimas sobre el escenario de la plaza de San Antonio, donde durante dos horas derrochó arte, humor y amor a la ciudad. Con un impresionante disfraz de plumaje colorido, la artista comenzó el pregón en las Indias para acabar en su ciudad soñada.
“Creo en ti, oh todopoderoso Carnaval de Cádiz. Creador del cielo inmenso de los pobres y creador de la tierra como calle. Creo en el Tío de la Tiza su hijo primero y en todos sus hijos los otros, los chirigoteros, que los concibieron por la obra y la gracia del divino espíritu que el pueblo necesita. El pueblo que aquí nació, de la virgen Tacita, creo en ti", reza el credo Martínez al final del pregón, junto a la comparsa Los renacidos.
En el pregón de la cantante también participan el bailaor Juan José Jaén El Junco, los cuarteteros Morera y Mení, la voz de Alejandro Sanz mandando un mensaje a India Martínez, las Marujas del Selu, Jesús Bienvenido con el tipo de El Balsero, el coro de Julio Pardo, la comparsa de Vera Luque o la chirigota de Manolín Santander, entre otras apariciones, como la del futbolista del Cádiz CF, José Mari, que le regaló una camiseta a la pregonera.
"Tus coplas son himnos de la patria de cualquiera. Cómo puede ser, Tacita, que te quiera sin conocerte. Eres cariño distante, te quiero aunque no te pueda. Así me encuentre de cara tormentas y huracanes, voy a verte, Cádiz, porque eres mi destino. Cuando contemplo mi barca sé que ella está deseando mecerse en tu marea y esperar a que la bajamar la tumbe sobre la arena. Virgencita de la Palma, sálvame del mar de leva. Pon rumbo, San Sebastián, a la proa de mi barca, que si grande es mi miedo, más grande es mi deseo. Ahora que sopla poniente, voy al rebufo del viento. Ya te he visto muchas veces, pero siempre ha sido en sueños, hoy por fin voy a soñarte, con los ojos y los dedos. Hoy, Cádiz… Hoy voy a verte de nuevo", recita la cantante.
Para India Martínez, "Cádiz es niña y mujer, pero también es señora que en su lento caminar lleva más de tres mil años sin parar de seducir, sin parar de jugar. Una señora de ojos brillosos y brazos vencidos que se sienta en la casapuerta a ver el pasacalles de los años vividos. Una señora con piel de piedra ostionera que aún canta en los lavaeros coplas verdes de posguerra y piropos retrecheros. Una madre de una madre que resiste entre murallas de piedra, refugiada en su bahía, que cada día se despierta plantándole cara a la vida, que escarba de noche y de día para sacar dos duros antiguos y que le cuadren las cuentas".
Hasta tiene mensajes reivindicativos: "Cadiz, mundo lejano. Te he soñado tanto que en mis sueños he sido gaditana, rosita temprana, flor bella de Andalucía. Tanto que he escarbado en mi orilla buscando duros antiguos. He reído tus alegrías, sufrido tus fatigas, y he sentido tu rebeldía ardiendo en el puente, bajo las ruedas de una tanqueta y en tu garganta desgarrada gritando ¡Airbus no se cierra! Déjame enamorarme de tu lucha, de tu causa, de tu clase, de tu gente, de tus obreros, de tus reivindicaciones y tus barricadas. Déjame ponerme a tu vera y ser una más contigo. Qué me gusta tu plata quieta, pero todavía más tu metal cuando se mueve".
"Déjame, Cádiz, las puertas de tierra encajás, el faro encendido y la mesa puesta, que antes de que arda Momo otro año más, volveré allende los mares a descubrirte de nuevo, como si fuera otra vez la vez primera. Déjame Cádiz la copla prestada, un souvenir de cosas de ange, la rabia y la carcajada que me servirán de consuelo para el camino de vuelta a casa. Y déjame, Cádiz, que te dé las gracias", concluye el pregón, de unos 90 minutos, aunque ella jura amor eterno a Cádiz, "porque 90 minutos no puede durar el amor".
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