El dicho antiguo afirma que siempre hubo clases y clases. Parece que entre la clase obrera, o lo que sobreviva de ella, también. La incierta resolución de la huelga del metal que vive la provincia de Cádiz desde el 18 de junio demuestra esta pesimista afirmación.
El conflicto, como en 2021, vuelve a terminar a medias. La mayoría de las reivindicaciones se quedan sin cubrir, según un amplio sector de los afectados. Están perfectamente resueltas para otro.
Las mismas heridas siguen abiertas en los mismos lugares. La división sindical que ya fue llamativa hace cuatro años es ahora aún más profunda. Regreso a la casilla de salida.
Arriba y abajo
Los que representan a los más protegidos trabajadores, agrupados en grandes empresas como Navantia o Dragados, los que tienen unas mejores condiciones y, sobre todo, mecanismos legales para garantizar su cumplimiento dan por zanjada la lucha. Y son mayoría amplia: siete de cada diez trabajadores.
Los que forman parte de la parte más vulnerable y damnificada, los que sufren los mayores niveles de incumplimientos, precariedad, impagos, despidos arbitrarios o represalias patronales son una minoría de las plantillas. Forman parte, primordialmente, de las pequeñas empresas auxiliares, satélites.
Su situación, afirman sin descanso desde que comenzó esta década, es de fragilidad respecto a la patronal y apenas son tres de cada diez trabajadores del sector total pero tienen la fuerza de ser los que más se juegan, los peor parados.
Alrededor de siglas como CTM y CGT, se declaran dispuestos a seguir con la pelea porque su situación sigue igual tras un acuerdo en el que ni siquiera han participado. Clases y clases.
El sindicato mayoritario UGT firmaba este viernes una versión "mejorada" del fallido acuerdo anterior para renovar el convenio colectivo. Su redacción empieza inmediatamente y las partes quieren que esté resuelto con el final del mes de julio.
Antonio Montoro, representante de la división industrial de esta central, defiende que es "el mejor de España en el sector" y lo valida con una cifra del "78% de apoyo entre las plantillas". Incluso eleva esa cifra de respaldo "al cien por cien en el Campo de Gibraltar".
El pacto contiene la recuperación del plus por trabajar con "tóxicos penosos", elimina la figura del contrato de nueva incorporación y lo sustituye por uno de "formación", retoca el sistema de bajas y las condiciones de los fijos discontinuos, además de ligar las subidas salariales cada año al IPC.
El avance, según esta versión, es notable, se ha producido y la normalidad debe volver inmediatamente a las factorías. El otro sindicato con mayor representación, Comisiones Obreras (CCOO), acata que la huelga ha terminado pero lamenta que el acuerdo es muy pobre respecto a las reivindicaciones.
Anarquía y utopía
Pedro Lloret, responsable de Industria de CCOO en la provincia de Cádiz, apela a "la responsabilidad, la legalidad y el compromiso colectivo" para volver a la serenidad en el trabajo, al fin de las protestas, pero todavía profundiza más la fractura entre los trabajadores.
"Se comprende que puede generar incertidumbre o malestar", dice Lloret sobre el nuevo convenio pero también intenta distanciarse de los que pretenden prolongar la huelga como si el acuerdo no hubiera existido. Esta central critica, especialmente, que tenga ocho años de vigencia cuando suelen ser la mitad.
"El sindicalismo no puede caminar desde la anarquía ni desde utopías inviables. Nuestro trabajo debe seguir siendo riguroso y honesto con la clase trabajadora", resume Comisiones Obreras para anticiparse a los que quieren seguir con la huelga.
Esos anárquicos u utópicos señalados de forma indirecta son los afiliados, o simpatizantes, de sindicatos minitoriarios como Coordinadora de Trabajadores del Metal, CTM, y CGT que este lunes votaban en asambleas seguir en el conflicto.
Manuel Balber, de CTM, más allá de discutir el contenido del acuerdo firmado por UGT y patronal, "que puede ser mejor o peor", censura con dureza que no haya sido expuesto a la votación de numerosos trabajadores.
Sus representados (CTM tiene ya presencia en un comité de empresa, Navantia San Fernando) votaban al amanecer del lunes la continuación de la huelga. Como CGT, sus afiliados o simpatizantes no se consideran concernidos por el acuerdo.
Son sólo tres de cada siete trabajadores pero tienen la fuerza moral de no haber sido preguntados, invitados ni oídos. Los que dan la huelga por terminada con satisfacción (UGT) o sin ella (CCOO) suman siete de cada diez trabajadores y tienen derecho democrático a defender que hasta aquí llegó el conflicto.
La patrona, Femca, se aferra a lo firmado y aunque asegura que ha "cedido más de lo que le gustaría, no es un mal acuerdo".
Su secretario general, José Muñoz, señala a los que insisten en seguir con la huelga. "No son piquetes informativos, cometen actos delictivos, ponen en peligro a personas, instalaciones y familias. Tienen la Bahía de Cádiz secuestrada".
"Están saboteando empresas, amenazando a quienes han decidido libremente volver a sus puestos de trabajo, y tratando de secuestrar la paz social alcanzada con gran esfuerzo por todas las partes implicadas en la negociación del convenio. Es gravísimo y no puede seguir ocurriendo".
Agresión, daños y detenidos ¿cuánto durará la violencia larvada?
La duda de todas las partes consiste en saber cuánto durará la posición más reivindicativa de los que no acatan el acuerdo, si serán capaces de hacer valer su posición minoritaria pero respaldada por la evidencia de ser los que más sufren los incumplimientos del convenio colectivo. Mientras la ciudadanía desconoce si volverá a ver imágenes de contenedores volcados, barricadas ardiendo y cargas policiales, los episodios violentos se suceden de forma aislada, larvada.
Antonio Montoro, de UGT, denuncia la agresión por parte de dos encapuchados a un representante de su sindicato en la planta de Navantia en San Fernando este lunes. En esa misma mañana, varios trabajadores alertan del apedreamiento de vehículos particulares o de empresas en dos plantas del metal en Puerto Real. Las refriegas con la Policía Nacional se saldaban también el lunes, con cinco nuevos detenidos.
En este último día de junio no se registraban cortes de carreteras, puentes ni vías públicas, no había marchas de trabajadores que colapsaran el tráfico. Nadie, en las calles de Cádiz, ni en los despachos, sabe si volverá a verlas esta semana, o la próxima. La calma resulta inestable, frágil, con el conflicto cerrado, de nuevo, en falso.
