Joan Manuel Serrat recibirá hoy en San Fernando el Premio Cortes Real Isla de León, un reconocimiento que coincide con una de sus visitas más especiales a la provincia de Cádiz. En la víspera del acto, el cantautor mantuvo anoche un encuentro íntimo con su biógrafo, Luis García Gil, en los cines Cinemax de la localidad isleña, donde repasaron parte de su trayectoria y vivencias.
En este paso por tierras gaditanas, el artista eligió para comer el restaurante El Faro de Cádiz, un establecimiento con más de medio siglo de historia. El citado establecimiento recogió la visita de Serrat evocando una de sus canciones más emblemáticas: “Uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia, pero su tren vendió boleto de ida y vuelta. Son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas...”.
Un regreso cargado de recuerdos
Desde el restaurante, que abrió sus puertas en 1964, subrayaron la importancia del momento con un mensaje de gratitud hacia el artista: “Serrat ha vuelto a su casa, años después... Un sueño cumplido que nos siga recordando y eligiendo”. No es la primera vez que el cantante visita sus salones, donde ya había compartido veladas en décadas pasadas.
Uno de los recuerdos más entrañables lo aportó Francisco Pedreño, hermano del periodista Juan Manuel Pedreño, quien relató la primera visita de Serrat al local. “Actuaba en el cortijo de Los Rosales y comió con la familia Pedreño. Era el Bautizo del segundo hijo de mi hermano Juan Manuel. De ahí, para el cortijo. Mi hermano presentaba y Serrat cantaba”.
El Faro de Cádiz se ha consolidado como un referente de la gastronomía gaditana, con tres generaciones que han evolucionado sus fogones sin perder la esencia de la tradición. El establecimiento se ha especializado en exaltar los productos del mar, acompañados de la huerta, la sierra y los viñedos de la provincia. Una filosofía que lo ha convertido en un punto de encuentro tanto para locales como para personalidades reconocidas.
La visita de Serrat no solo supone un gesto de cariño hacia un lugar al que guarda apego desde hace décadas, sino también un reconocimiento implícito a la historia viva de la restauración gaditana. En cada plato del restaurante se entrelazan memoria, cultura y territorio, elementos que, al igual que las canciones del cantautor, se mantienen vigentes con el paso del tiempo.
