La semana pasada fui a ver Aliados, la película bélica de Brad Pitt y Marion Cotillard dirigida por Robert Zemeckis. Una película formal con una historia menor.
La semana pasada fui a ver Aliados, la película bélica de Brad Pitt y Marion Cotillard dirigida por Robert Zemeckis. Una película formal con una historia menor. Si hablamos de género podríamos encuadrarla en el drama romántico más que en el de cine bélico. O, siendo ecuánimes, a ese género tan agradecido como autocomplaciente del homenaje cinematográfico al de Hollywood. Es inevitable pensar en Encadenados o Casablanca. Pero igual, en la comparativa, Aliados no se sostendría. Es una película menor.
El viernes, The Rolling Stones y Andrés Calamaro estrenaban sus dos nuevos trabajos, dos discos de entidad menor en su dilatada carrera: Blue & Lonesome y Volumen 11. Y, sin embargo, tanto el álbum de versiones de blues de los Stones y el elepé bizarro del argentino poseen canciones estimables e interpretaciones memorables para sus seguidores. Si el de Calamaro pareciera un apéndice perdido de El Salmón, Sus Satánicas Majestades vuelven a sus primeros pasos discográficos más de 50 años después para refrescar el cancionero blues con una excitación sónica desconocida para el género. Destacan Ride ‘em on down y Hate to see you go. Por su parte, Volumen 11 pareciera un manifiesto de rareza y virtuosismo sin control. Sobresalen los temas autorefenciales y existencialistas. Pudiera titularse alguna crónica sobre el disco como El Blues según Calamaro. Sorprende, una vez más, que un autor tan consagrado y exitoso como Andrés Calamaro arriesgue tanto. Es de agradecer que en un mismo años nos regale dos trabajos tan disimiles en fondo y forma como son Volumen 11 y su Romaphonic Sessions. Atención al corte tres del primero: Rock y juventud. Otra de esas canciones que paran los relojes.
Las obras menores son necesarias. En ellas podemos disfrutar de ciertos matices ajenos a las superproducciones. Buena parte de nuestro legado cultural más estimable proceden de empresas, más o menos, plausibles y humildes. ¿Acaso no valoramos como de lo mejor de Goya sus caprichos? ¿No es esa película de encargo llamada Espartaco una de las más logradas direcciones de Stanley Kubrick?
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