Alina Alejandra Picart, residente en Jerez desde 2011, realiza murales con el método de la cuerda seca que surgió en el Califato de Córdoba. Retratos de Lola Flores o Frida Kahlo, y decorados del Art Nouveau o del patrimonio jerezano, son algunas de sus creaciones sobre azulejos. 

Alina Alejandra Picart (La Habana, 1986) estaba predestinada a encontrarse con el arte. Se resistió a él durante más de 20 años pero, cuando llegó a Jerez, no tuvo más remedio que rendirse a su yo más intrínseco. Cuenta que su madre, la famosa pintora cubana Marta Elena López, empezó a pintar paisajes con pasta de dientes sobre cartulinas cuando estaba embarazada de ella. Y traspasó esa imperiosa necesidad de crear arte a través de su vientre. Es por ello que Alejandra nació con una mano innata para la pintura. Hoy dibuja, crea; y nunca nadie le enseñó el arte de la pincelada. Tampoco le hizo falta. Creció rodeada de pinturas llenas de color y exportadoras del sufrimiento de su madre. "Le ha costado 20 años llegar a lo que es. Mi madre es muy sufrida, muy Frida Kahlo", expresa. 

Para ella crecer en un mundo artístico le permitió contemplar los altos y los bajos del arte. "Estudia y ahórrate los años que yo tardé en conseguir donde estoy hoy", le decía su madre. Pudo contemplar de cerca que la pintura puede llegar a ser un paraíso y, a la vez, un infierno. "Fue por ello por lo que me resistí al arte y decidí estudiar Historia General en la Universidad de La Habana", explica.

No obstante, cuando terminó su licenciatura, Alejandra se casó y se mudó a España por amor. Confiesa ser una "súper fanática de Jerez" y dice que si no hubiera caído en esta ciudad su integración no hubiese sido igual. "Nos hemos mimetizado con la gente de esta ciudad porque se parece muchísimo a Cuba. Te haces al panadero, al quiosquero... ", ríe. Fue en la localidad jerezana cuando Alejandra se dejó llevar por los caminos del arte. Quiso entrar en algún curso de pintura, pero no halló nada. No obstante, esto no la frenó. En cuanto pudo, se apuntó al ciclo superior de Cerámica Artística en la Escuela de Arte. A los dos años, cursó el ciclo de Moda. Y en la actualidad se encuentra terminando el segundo año de Decoración y Cerámica. Comparte que lo suyo es la pintura, que es lo que realmente le apasiona, y quizá por ello decidió desarrollar una técnica compleja de cerámica que ya prácticamente está en desuso: la técnica de la cuerda seca. Se trata de un método andalusí que surgió en el Califato de Córdoba durante el siglo X, que "es pura química".

"Tuvo que venir una cubana a rescatar una técnica andalusí", sonríe. Según cuenta Alejandra, pocos o ningunos son los alfareros que llevan a cabo este método en la provincia. "La mayoría utiliza el óxido sobre cubierta. Le dan un esmalta blanco al azulejo y pintan con óxidos cerámicos", expone. Sin embargo, ella solo utiliza el pincel para hacer las líneas negras del dibujo, los colores que usa son polvos que, una vez que introduce el azulejo en el horno, se inflan creando un color uniforme y un pequeño relieve en la pieza. "Cundo se hornea, se quema el aceite que lleva la pintura negra, quedándose solo la línea negra e impidiendo también que los esmaltes de color se mezclen". De alguna manera, Alejandra encontró un arte donde pudo compaginar pintura, cerámica e historia. Las tres disciplinas de su vida. "Es una técnica muy complicada de dominar y bueno, ¿qué iba a aportar yo que ya no existiera?".

"Tuvo que venir una cubana a rescatar una técnica andalusí"

Pero la artista fue más allá y quiso darle un plus de complejidad al asunto representando murales del pintor checo Alfons Mucha, el precursor del Art Nouveau. Comenzó creando murales decorativos de mujeres con atuendos holgados, rodeadas de naturaleza y repletas de color. Siempre con el mismo registro —pero también probando otras técnicas de cerámica— Alejandra también inmortalizó sobre azulejos a algunos iconos femeninos como Lola Flores y Frida Kahlo. Dice que a día de hoy —mientras espera vivir algún día de esta técnica— trabaja como community manager para varias empresas. Además de realizar una serie de olambrillas que son reproducciones de azulejos del Palacio del Virrey Laserna que venden en el interior como souvenir. "Y ahora estoy trabajando en una nueva colección de cerámica donde reflejo el patrimonio jerezano", anticipa al tiempo en que muestra una olambrilla en la que aparece representada la iglesia de San Dionisio. Pero Alejandra se sincera y cuenta que su sueño es poder abrir en Jerez un taller donde pueda crear sus obras y dar cursos de cerámica: "Mis amigos me dicen que soy una especie en peligro de extinción, que todos se quieren ir de Jerez y que yo quiero abrir un taller aquí". 

"Mis amigos me dicen que soy una especie en peligro de extinción, que todos se quieren ir de Jerez y que yo quiero abrir un taller aquí"

"Jerez te da lo mejor y lo peor. Vivir del arte aquí es muy duro. Abrir un taller me sale más rentable en Sevilla capital o en Córdoba que en Jerez, por los impuestos", declara. "En esta ciudad hay muchísimo talento, pero no se le da su espacio. Aquí es sota, caballo y rey. Todo está repartido en Feria, motos, bodegas y Semana Santa, y hay que darle paso a las nuevas generaciones. Son gente muy preparada que deben coger el relevo generacional", añade. Alejandra, como buena alquimista, expresa que quiere continuar experimentando con la cuerda seca. "Quiero llevar la cuerda seca al arte, no a la artesanía. Nada mecánico, sino hacer murales que sean piezas únicas como los vitrales de las iglesias y así, encontrar mi sello, mi personalidad artística", finaliza. 

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Claudia González Romero

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