Más de cien personas se dieron cita el jueves por la noche en la bodega de San Ginés, en el Consejo Regulador, para asistir a la presentación del libro póstumo del periodista Juan Pedro Simó, en lo que terminó siendo –no podía ser de otra forma– un homenaje a una persona singular que, sin duda, ha marcado tanto al periodismo jerezano como a las varias generaciones de profesionales que estuvieron a su mando como redactor jefe de Diario de Jerez.
‘Sorbos de sacristía’ es el nombre de dicho libro, editado por Peripecias Libros en colaboración con la Asociación de la Prensa de Jerez (APJ). Se trata de una recopilación de algunos de sus mejores artículos, todos ellos relacionados con el mundo de las bodegas y las familias que han estado al frente del negocio. Al frente de este proyecto ha estado el periodista Pedro Ingelmo, que señaló durante la presentación que ha disfrutado haciendo la recopilación de artículos, “porque era como estar escuchando su voz”. Como podrían decir tantos profesionales, “casi todo lo he aprendido de Juan Pedro”, afirmó durante su intervención, en la que recreó lo que era ese periodismo de finales de los 80 en el que se inició y en el que conoció a Juan Pedro, ya por entonces redactor jefe del Diario.

El acto contó con la presencia de la alcaldesa, María José García-Pelayo, que recordó tanto su figura… como la del propio Ingelmo, que le hizo su primera entrevista cuando comenzó a echar los dientes en política a las órdenes de Miguel Arias.
Pero tal vez la intervención más interesante fue la de Manuel de la Peña, primer director de Diario de Jerez y jefe de Juan Pedro Simó durante muchos años. En este tipo actos, tan dados a la loa, Peña intentó dar una visión completa de la persona y del profesional, diciendo, por ejemplo, que Juan Pedro “era un tipo raro, siempre desaliñado y quejándose”, pero también “irrepetible”, no necesariamente atendiendo al lado positivo del adjetivo. “Para Juan Pedro, el periodismo era una actitud ante la vida”, para afirmar poco después que “su mirada crítica le hacía llegar a la trastienda de las cosas, él no paraba, era lo que se dice un sabueso”.
Peña recordó sus inicios, que, en realidad, se puede decir que fueron los de ambos, cuando echó a andar el Diario a mediados de los 80 “en una ciudad con una acusada quiebra social, en la que comenzó a cerrar toda la industria, sin apenas clase media y con escasa formación en general”, añadió.
Fue más o menos en ese momento cuando se produjo el momento más divertido de todas las intervenciones, cuando se cayó uno de los carteles que presentaban el acto, generando cierto estrépito, que fue recibido con risas entre el público, que en algún caso, entre bromas, se cuestionó que le estaría pareciendo el acto a Juan Pedro…
La periodista Gloria Moreno cerró el turno de intervenciones, recordando que compartieron vida profesional y personal durante más de treinta años, toda una vida “con sus luces y sus sombras”. Moreno destacó de Juan Pedro su sentido de la amistad y su desinterés en su relación con la gente… casi el final antes de que sonara música irlandesa, país por el que sentía auténtica pasión.


