Sophia se crió escuchando al compositor clásico Johann Sebastian Bach o al trompetista de jazz Miles Davis. “En mi familia siempre hubo música”, asegura. Su padre, psiquiatra de profesión, también era músico en su tiempo libre —“tocaba la flauta travesera y el piano”—, y su madre era una polifacética artista que lo mismo cantaba, que escribía poesía o pintaba. Por eso Sophia Quarenghi (Basilea, Suiza, 1967) empezó con apenas cinco años a tocar el violín, aunque también recibió clases de baile clásico.
Sophia, de profesión psiquiatra, como su padre, visitó Andalucía por primera vez con 23 años, cuando recaló por casualidad en Almuñécar (Granada), donde vio a “una chiquilla bailar flamenco”. “Fue un flechazo”, confiesa, y desde entonces comenzó a desplazarse hasta tierras andaluzas más a menudo. “Me enganché a esta tierra, quería conocer sus hábitos, vivir su ambiente”, reconoce. Y empezó a dar clases de baile. “Este arte tiene un fuerte potencial de enganche, te atrapa”, señala Quarenghi.
La violinista suiza empezó entonces a formarse y a visitar peñas flamencas de toda la provincia de Cádiz, y también de Córdoba, Granada, Málaga o Sevilla, hasta que llegó a Jerez, “un poco por casualidad”, en 2002. “Sabía que la cuna del cante estaba aquí”, dice, por eso se buscó una habitación en la ciudad, pensando que gracias a que conoce cinco idiomas podía trabajar en alguna bodega como guía.
El disco 'Flamenco en clave de sol', de Sophia Quarenghi. FOTO: MANU GARCÍA
Desde entonces no ha parado de actuar, sobre todo con Paco Cepero, Rosario Montoya La Reina Gitana y con María José Franco, aunque ha colaborado con cantaores como Antonio Reyes, Rancapino Chico, Fernando Terremoto, Juan Zarzuela El Zarzuelita o Pedro Garrido Niño de la Fragua, entre otros artistas. Todo ese aprendizaje y ese trabajo con artistas flamencos ha cristalizado en su primer disco en solitario, Flamenco en clave de sol, grabado en directo en los estudios La Bodega, bajo la producción de Diego de los Santos.
El álbum cuenta con colaboraciones de gran calibre como las del guitarrista Juan Diego Mateos —que se encarga de la dirección artística junto a Quarenghi—, las cantaoras Anabel Rosado y Macarena de Jerez, el cantaor David Carpio, el saxofonista Jorge Pardo, el bajista Jorge Gómez, el chelista José Miguel Moreno, el percusionista Carlos Merino, el contrabajista Antonio Corrales, los coros de Alicia Jiménez y Marcy Fernández, la balimba de Chicharito, y las palmas y jaleos de Rafael Romero, Chícharo, Gregorio Fernández, Manuel de la Maca y Alejandro Fernández.
“Llega un momento en el que una quiere plasmar lo que ha aprendido hasta ahora, es una necesidad”, explica Quarenghi, que refleja en este álbum todo lo que ha aprendido desde su llegada a Andalucía. “Me he inspirado mucho en el cante”, explica, en el de José Menese, por ejemplo, para la guajira Amores, incluida en su disco, o en Manuel Cuevas, para su farruca De dentro, aunque también en Fernando Terremoto, en la seguiriya. “Quería que el cante se luciera por sí mismo”, señala la violinista suiza, quien quería hacer algo “con garra”.
“Me gustaría que la gente se emocione cuando lo escuche”, señala la violinista. De momento, dice, “está gustando a un público muy amplio, desde entendidos hasta gente que no sabe mucho de flamenco”. Ella, cuenta, hace lo que siente en cada momento. “No pienso en el público a la hora de componer, no creo que sea algo que deba hacer un artista, sino que tiene que hacer lo que le gusta”. Sophia Quarenghi es partidaria de “estar detrás de cada nota que tocas”, algo que dice que ha conseguido con su primer disco. “Es lo que quería plasmar”.
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