Hay filosofía fuera de los carriles establecidos por las instituciones académicas. Las formas de pensar, investigar y publicar de esos entornos tan encorsetados se han uniformado. Hay que escribir artículos en prosa científica estándar, con todo el armazón bibliográfico, con las notas a pies de página. El autor expone una tesis, la argumenta, la justifica. Nos muestra un producto acabado. Si lo hace de otro modo, es rechazado. Sin embargo, hay otras formas de pensar y escribir, tan viejas como la misma filosofía. El poema, el aforismo, la carta, el diario, el relato, el diálogo…
El filósofo Francisco J. Fernández es uno de esos pensadores que no se contentan con las modas académicas, pero tampoco con las tendencias divulgadoras populistas. Escribe con rigor y utiliza todos los formatos posibles, para pensar mejor. Acaba de publicar un libro en forma de diálogo, pero tiene otros en forma de carta o novela. A lo largo de sus escritos, ya sea ensayo o artículo, siempre piensa a fondo, sin concesiones. Estuvo en Jerez la semana pasada, en el IES Padre Luis Coloma, en una conferencia organizada por el Ateneo Siglo XXI, para explicar qué entiende por diálogo filosófico y cómo ha escrito El banquete de los atrabiliarios, editado por Plaza y Valdés, en un acto en el que estuvo acompañado por la profesora Ascensión Marcelino Díaz.
Fernández es consciente de que al escribir en diálogo va a contrapelo de los tiempos. Se sale del carril académico. Hay muchas tesis sobre Platón, pero el fundador de la Academia no podría publicar sus diálogos en el ámbito universitario. Esta es la paradoja. Francisco J. Fernández propuso la publicación de su diálogo El banquete de los atrabiliarios a la editorial Plaza y Valdés. Les dijo a los editores que el diálogo debía publicarse como iba, sin notas a pie de página ni bibliografía. Y aceptaron. Una sorpresa, ya que Plaza y Valdés se dedica a publicar textos de carácter universitario. Este diálogo sigue el modelo del Banquete de Platón. Fernández ha reunido a varios filósofos, seres melancólicos y extravagantes, para que hablen y discutan de verdad, sin las cartas marcadas. No se trata de un mero diálogo didáctico.
Ya Aristóteles en su Poética habla del diálogo socrático. El diálogo filosófico es un invento que tiene lugar en Atenas. Platón y otros sabios de la época escribieron en diálogo. Fernández mencionó la hipótesis de Pedro Redondo: el diálogo nace como respuesta a la tragedia. Sería una alternativa filosófica a la tragedia. Lo mismo que en la tragedia hay protagonista y antagonista, en el diálogo hay dos personajes que luchan, dos interlocutores que se oponen. En el diálogo, la verdad brota de esa lucha, de esa confrontación. Dialogar es muy difícil. Nos cuesta aceptar las críticas. Pero eso es la dialéctica, un enfrentamiento de conciencias, como en una partida de ajedrez. El diálogo consiste en jugar a hablar. Se crea un espacio de libertad en el que aceptamos unas reglas para contraponer argumentos.
Fernández no entiende el pensamiento sin ese momento del diálogo con el otro. Sin diálogo, el pensamiento es menos fructífero e interesante. Nuestras ideas dan frutos cuando interaccionan con lo que piensan los otros, lo exterior a uno mismo. El buen diálogo enriquece y hace posible que surjan ideas nuevas. Todo esto lo ha puesto en práctica en El Banquete de los atrabiliarios. Se ha inventado un diálogo. Los protagonistas son Patiño, Fernández, Minaya, Miranda y Clitofonte. La anfitriona del banquete es Nanna, un personaje de una novela erótica de Fernández que lleva el mismo nombre. Miranda y Clitofonte salen en Lycofrón, un libro en forma de diario de clase. La estructura es similar a los diálogos platónicos. Hay alguien que cuenta a otra persona un diálogo que ocurrió en otro momento. Fernández reconoció que una de las mayores dificultades del diálogo es diferenciar los discursos, dar una voz propia a cada participante, su estilo.
Respecto al contenido, hay otro libro de Fernández, El ajedrez de la Filosofía, que también tiene resonancias en el diálogo. En un momento del Banquete de los atrabiliarios hay una partida de ajedrez, cuando están hablando sobre los signos, el problema de con qué pensamos, si con imágenes, signos o palabras. Y esto conecta con otro libro más, El fantasma de la deíxis, donde se habla de los deícticos y el acto de señalar con el lenguaje, un fenómeno que ocurre en todas las lenguas. Francisco J Fernández habló del papel de la filosofía, de su relación con la muerte y la felicidad, de la importancia de saber hablar, narrar y ser conscientes del origen de las palabras, de la relación entre maestro y discípulo… Al final de la charla los asistentes pudieron dialogar con el filósofo.
