Vivimos en una sociedad conectada, una sociedad del espectáculo dominada por el ansia de aumentar el número de espectadores, seguidores, usuarios y consumidores… Josefa Parra nos recordó que la verdadera literatura no funciona así: “La poesía no necesita grandes multitudes, sino un público que aproveche cada una de las palabras que el poeta regala, palabras que son capaces de comunicarnos algo íntimo. Y no solo porque el escritor hable de sus intimidades, sino porque nos toca en lo más profundo. La poesía no debe ser algo que salga del autor y permanezca en el aire flotando como algo autosatisfactorio. Tiene que llegar al interior del lector, repetir un eco y hablarle de él mismo. Para que ocurra este milagro no hace falta que haya multitudes”. Y Alejandro Pérez Guillén lo logra. Es capaz de despertar la pasión por la literatura incluso entre los más jóvenes, algo muy difícil. De hecho, Minerva Gil Pérez, una lectora que todavía no tiene 18 años, fue la encargada de presentarnos al escritor.
Alejandro Pérez Guillén vive con intensidad la literatura, “es un poeta de largo recorrido. Lleva muchos años escribiendo poesía. Y también lleva muchos años gestionando la literatura en Benalup y en más lugares. Es fácil gestionar la cultura en ciudades grandes, como Madrid o Barcelona, donde ya hay un caldo de cultivo. Sin embargo, hacerlo en un pueblo pequeño tiene un valor difícilmente mensurable”, añadió Josefa Parra. Alejandro es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Cádiz. Trabaja como responsable de la biblioteca pública municipal y como animador cultural de Benalup. Ha publicado los poemarios: Entrevista con la palabra (Ayto. Benalup-CV, 1997), Sueños de hadas sin hada madrina (Alhulia, 2003), Monedas de papel (Diputación de Cádiz, 2006), Matar a Narciso(Alfar, 2012),En manos de Orfeo (Renacimiento, 2014) y Sol de invierno contra la borrasca (Vitruvio, 2018). También es autor de los cuadernillos El cadáver dormido de la historia y Tardes en fuga, del libro de relatos La otra realidad (Aladena, 2009), y del libro Re-flexiones: Ejercicios para el corazón (Alfar, 2016).
Minerva Gil Pérez nos explicó cómo conoció a Alejandro y cómo sus poemas le “llegaron al corazón”. Lo conoció por casualidad, en una jornada sobre memoria histórica celebrada en Benalup. Su primer contacto con la poesía del autor fue a través de un poema del libro Sueños de hadas sin hada madrina. Sus versos le encantaron. Para Minerva Gil, el libro Sol de invierno contra la borrascaes un poemario que expresa muy bien cómo una persona puede pasar por distintos estados de ánimo. Minerva se emocionó al hablar, ya que era la primera vez que realizaba una presentación en público. Le manifestó a Alejandro su gratitud por poder leer poemas “que nos muestran que siempre hay algo mejor en el mundo, que nada es imposible y que con esfuerzo y valor se consigue todo”. “Alejandro logra transmitir con facilidad lo que siente y escribe a todas las personas”, añadió la joven lectora.
Otro momento de la presentación. FOTO: MANU GARCÍA.
Otro momento de la presentación de la obra de Alejandro Pérez Guillén.
“Minerva es una muchacha muy importante en mi vida. La conocí por casualidad… Sólo por ella ya ha merecido la pena escribir este libro, y si nadie más lo lee, da exactamente igual”, así de claro fue Alejandro. Se conocieron en un maratón de lectura sobre los sucesos de Casas Viejas, una actividad organizada por Alejandro en la biblioteca de Benalup. Minerva, una chica de 17 años, acompañaba a su madre, una de las participantes en el acto. “Minerva escuchaba y hojeaba libros. Se encontró con uno mío y parece que se entusiasmó. No sólo aguantó todo el acto, sino que al finalizar la sesión tuvo la osadía de comprar varios libros míos…” Y ahí no quedó todo, porque unos meses más tarde, a principios de año, apareció en la presentación de Sol de invierno contra la borrasca que Alejandro llevó a cabo en Benalup. Estaba muy nerviosa. La madre de Minerva le contó que desde que había leído sus versos su hija se había apasionado con la literatura, con la poesía. “Y en este mundo, cuando uno gana un lector de poesía, lo único que puede hacer es dar las gracias”. Desde entonces, hay un hilo poético que los une.
Alejandro nos leyó versos de Sol de invierno contra la borrasca (Ediciones Vitrubio) y poemas inéditos. El escritor nos contó cómo surgió este nuevo poemario. Comenzó a escribirlo hace cinco años, cuando se separó y “lo veía todo negro y sin salida”. Aprovechando la presentación de En manos de Orfeo (Renacimiento, 2014), se fue una semana “lo más lejos posible y solo, para desaparecer y desconectar del mundo”, a Valencia, Gerona… “Y me sentó genial”, reconoció el escritor, “aunque, dado que nunca había viajado solo, me daba pánico que me entrasen ganas de volver a casa”. Esas emociones quedan reflejadas en el poema Viajar a solas. La mayoría de los poemas hablan de amor, de cómo expresárselo al otro, de esa pasión que no tiene edad y puede brotar en cualquier etapa de la vida… La naturaleza (las hojas, el invierno, los vientos, el frío, el fuego, la piel, el cuerpo) aporta al escritor imágenes para traducir los sentimientos, para contagiarnos lo que siente, una fuerza que impregna su manera de recitar.
También hay poemas de amor y humor, versos en los que el autor hace referencia a objetos cotidianos (mortadela, cigarros, la nevera…). Los poemas inéditos que nos leyó formarán parte de un libro que llevará por título Arroparte o el arte de caminar sin ropa.
VIAJAR A SOLAS
No me hace falta
París para encender
los fuegos que me habitan.
Quizás una casa en un pueblo
pequeño y un beso de sol
en tu sonrisa.
Un corazón limpio no oculta
sus propias vergüenzas sobre la alfombra.
Necesita un espejo
donde pueda ver el cómplice gesto
de una caricia, las amables ramas
de un abrazo y una raíz enroscada
a la serpiente de tus curvas.
No sigas deshojando el calendario.
Ya no me quedan pétalos
entre los dedos.
Si sigues con las margaritas,
me arrancarás la piel en cada duda.
Viajar a solas es montarse
en un tren que quizás me lleve
al paraíso que siempre he soñado.
Quizás supere el reto de estar solo.
Aunque albergué la pequeña esperanza
de empezar a enseñarte
mi mundo y el mundo al mismo tiempo,
la ilusión de llevarme
tu corazón en la mochila.
HOJAS
Para olvidarte es necesario
desprenderme del cuerpo
del que soy sombra.
Comprender que la sonrisa no es más
que el tiempo que tarda una hoja en caer
del árbol a la tierra.
Una danza de alas precipitadas
bajo el murmullo tierno de una lágrima.
Y unas pupilas que interrogan:
¿Regresarás mañana?
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