Jes Lavado (Málaga, 1974) es profesora y escritora. Suele decir que da clases de música en un infierno de hormonas. Sus relatos han aparecido en diversas antologías. También ha publicado la micronovela San Miguel 2.0 en la colección Manguta de Libro (2019). Los seres inéditos (Editorial Renacimiento, 2019) es su primer libro de relatos. Aparece en Espuela de Plata, dentro de la serie transversal Talleres, “que recoge algunos de los mejores libros escritos por los alumnos matriculados en distintas escuelas de escritura repartidas por toda la geografía nacional”.

El volumen Los seres inéditos consta de nueve relatos: Dead rising; Apnea; No hay nuevos mensajes; Cosas que hacer antes de los veinte; Katia y los seres inéditos, La imposibilidad del acierto deliberado; Bowie no lo hubiera hecho mejor; El caos, naturalmente; y Los remitentes. Se trata de “nueve asaltos contra la extrañeza de existir”. Para encajar en el presente esos seres inéditos recurren a estrategias de todo tipo. Son historias que seducen y sorprenden al lector desde las primeras líneas. El tiempo, la identidad, las vidas posibles, la amistad, la incertidumbre, los proyectos existenciales, la rutina, lo que pudo haber sido… Estos combates con la realidad “provocan risa, estupor, espanto, compasión y ternura”.

Jes Lavado habló con nosotros en la librería El Laberinto minutos antes de dialogar con sus lectores. El encuentro es una actividad del Club de lectura La Frontera.

¿Cómo empezó en este mundo de la escritura?

Empecé con relatos muy breves, con microrrelatos. Cuando los descubrí me encandilaron y pensé que yo podría hacer algo así. Empecé a ver que eso me gustaba mucho. Después de unos años se me quedó corto lo de escribir relatos de media carilla y di el salto a textos más largos. 

El libro está publicado en la colección Espuela de Plata, de la Editorial Renacimiento, en la serie Talleres. ¿Cómo ha sido su experiencia con los talleres literarios? 

Ha sido maravillosa. Fue un taller con Juan Bonilla, uno de mis escritores favoritos. No significa que con un taller vayas a escribir muy bien, pero sí es cierto que ayuda mucho. Mi suerte ha sido que Bonilla confió en mí, pensó que yo tenía talento. Después incluso ha querido editarme el libro porque confiaba en mis cuentos. Así que maravilloso.

Estos nueve relatos tienen unas veinte páginas cada uno. Se desenvuelve muy bien con esa extensión… ¿Es  la ideal? 

Sí, aunque algunas veces son un poco más largos… Intento que se quede en menos. Me han pedido relatos para revistas que requieren ocho o diez páginas y me cuesta ceñirme, porque hay manejar de otra forma la sustancia que estás tratando. Los relatos me suelen ocupar entre veinte y treinta páginas.

Un momento del encuentro con los lectores. FOTO: MANU GARCÍA.

¿Quiénes son estos seres inéditos? 

El libro aprovecha el título del relato más breve del volumen, Katia y los seres inéditos. Quizás fue uno de mis primeros textos más largos que un microrrelato, con ocho o nueve páginas. El título me gustaba mucho, pero no quise ponerlo entero y referirme solo a ese relato. Entonces aproveché Los seres inéditos. A Juan y a mí nos parecía un buen título, porque hace referencia a los personajes que habitan los nueve relatos. Son uno seres que parece que se pelean contra la realidad en la que viven. Unas veces buscan realidades alternativas. Hay relatos de fantasía en los que puede haber una puerta a otra realidad, a otra dimensión. Otros personajes no son capaces de encaramarse a su realidad, a su presente. Otros solo la pueden afrontar en un estado de parasomnia, siendo sonámbulos… Todos tienen en común esa pelea contra la realidad, y a veces realizan cosas inexplicables, vergonzosas incluso, que pueden escandalizar al lector, pero que se nos pueden pasar por la cabeza a muchos de nosotros. Los seres inéditos, como se describe en ese relato Katia y los seres inéditos, son esos desvíos que no tomamos, lo que no fuimos porque no nos atrevimos a ser, todo lo que está inédito en el mundo… Creo que dentro de cada persona hay cientos de seres inéditos.

Hay un trasfondo filosófico, algunos personajes muestran cansancio existencial… 

Todos están muy hastiados de no poder vivir de verdad el presente. Muchos viven en el pasado, están obsesionados por hechos que ocurrieron tiempo atrás y se pierden la magia o el milagro que está ocurriendo en su presente. Se lo están perdiendo por vivir en el pasado o por vivir en el futuro, pero no viven su presente, lo que es una gran pérdida. En el último relato, Los remitentes, hay un personaje que no consigue encaramarse al presente… Es una constante en mis personajes.

Aparece en varios relatos el problema del tiempo...

El tiempo para mí sí es una obsesión. Al escribir he intentado discernir qué es eso del tiempo. Realmente creo que no lo he conseguido, porque nadie lo logra… Los personajes juegan mucho con el tiempo, con el pasado y el presente, y con la posibilidad de vivir un tiempo paralelo.

Taboada, durante la presentación. FOTO: MANU GARCÍA

Desde el punto de vista ético, algunos personajes muestran cierta maldad o crueldad... 

A lector le pueden llegar a escandalizar las estrategias que a muchos de ellos se les ocurren poner en práctica para poder salir adelante. No sé exactamente por qué a veces mis relatos discurren por ahí… Supongo que en el subconsciente de todos nosotros también existe ese lado un poco cruel. Pero mi mirada es quizás un poco más distante y tierna. Veo esa crueldad desde fuera. Son seres precarios que realmente solo hacen lo que pueden. Y es verdad, muchos de ellos acaban peor de lo que empezaron haciendo esas cosas. En el de Bowie no lo hubiera hecho mejor parece que la historia para el protagonista sí acaba un poco mejor, al menos emocionalmente.

En los relatos también aparece lo erótico, lo sexual… 

Sí, aunque no es algo voluntario o premeditado. Reconozco que hay mucha pulsión sexual. En muchos de los impulsos que siguen los protagonistas el sexo está muy presente, el sexo adolescente y adulto. Intentan ser lo que no son y lo buscan en ocasiones a través de esa vía.

Al narrar juega con los planos de realidad, con los mundos posibles. 

Es algo que me obsesiona. Soy una persona que no se conforma con la única vida que tengo. Si me dijeran que pidiera un deseo, sería poder vivir varias vidas paralelas. Para realizar ciertas cosas, inevitablemente debes renunciar a otras. Me causa mucha rabia esa renuncia. Creo que esa ilusión mía se la traslado a los personajes. Les doy la posibilidad de vivir esas otras dimensiones. Y los pongo a experimentar a ver qué pasa.

En sus relatos se describe también una época, una forma de vivir, la de los ochenta y noventa. 

No es premeditado, pero me lo han dicho varios lectores. Un de ellos, escritor y poeta, me ha dicho que era un retrato social, de los adolescentes de los ochenta. Sale la música, el ambiente escolar, las formas de vivir… Los que ahora estén en los cuarenta reconocen la época lógicamente. Todos los relatos ponen un pie en mi pasado, en mis vivencias. No son autobiográficos pero sí arrancan de ellas y luego dan un salto a la ficción.

¿Qué escritores le han influido? 

Algunos de ellos aparecen en las dedicatorias al inicio de los relatos. Entre los españoles, el cuentista que más me gusta es Juan Bonilla. Lo admiro mucho y se nota claramente su influencia. De los extranjeros, me gustan John Cheever y F. Scott Key Fitzgerald. Por su puesto todos hemos leído a Borges. Podemos aprender de su forma de hacer, pero su erudición es inimitable. También he leído a Cortazar. Pero mis preferidos son John Cheever y Fitzgerald.

¿Qué proyectos literarios tiene? 

Ahora mismo estoy todavía poniendo los pies en la tierra tras publicar el libro. Estoy anotando ideas. Me gustaría escribir algo más largo, tipo novela corta. Voy explorando ideas a ver si una de ellas tiene consistencia como para alcanzar las ciento y pico páginas y convertirse en una novela. No obstante, no renuncio a los relatos. No tengo todavía proyectos concretos.

Sobre el autor:

juan carlos gonzalez

Juan Carlos González

Filósofo

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