Recoveros: crónica de un oficio condenado a morir

La malagueña Delia Vargas firma su ópera prima con el documental 'Recovero, un oficio, una vida', un trabajo sobre la labor del vendedor de huevos y otros productos de puerta en puerta, que tiene los días contados

Una escena del documental sobre el oficio de los recoveros.
Una escena del documental sobre el oficio de los recoveros.

De pueblo en pueblo, de puerta en puerta

No podemos entender la vida en el campo sin los aperos de labranza, ni el amanecer en los pueblos sin los sonidos del silencio, roto a veces por el sonido de un campanario que ve a los vecinos y al tiempo pasar. Pero en los pueblos, demasiados pueblos, esta imagen bucólica, del universo de José María de Pereda o Delibes, se va desvaneciendo y, con ellos, muchos de los oficios que nacieron y murieron (o van a morir) por mor de esa España vaciada; una herida abierta que supura y deja paisajes desiertos, memoria muda de casas vencidas, de puertas cerradas y ecos extraviados con el discurrir de los años. Desaparecen los oficios más diversos; artesanos que dedicaron toda su vida a las más diferentes labores, desde antes de que la mañana probara a clarear, hasta que se iba el sol.

Uno de esos oficios que, sin embargo, aún perdura, es el de recovero, que cobró fuerza a la sombra de la durísima posguerra, y que protagonizaron durante un siglo aquellos que se dedicaron a ir de pueblo en pueblo, de casa en casa, a vender huevos y sombreros de paja, y que también se empleaban en el negocio ambulante de paños, menaje o pescado en salazón.

Ahora, Delia Vargas (Málaga, 1997), una de las hijas del último recovero, ha escrito y dirigido su ópera prima: Recovero, un oficio, una vida; un documental en el que se habla de esta labor, con testimonios de primera mano: su padre y los vecinos del Valle del Guadalhorce, en Málaga. 

Es fácil que la misma generación de quien esto escribe no conozca, no solo el oficio, sino la palabra "recovero". Y no digamos de las generaciones que vienen detrás, que saben lo habido y por haber sobre plataformas televisivas digitales, plataformas de internet y redes sociales, pero que poco o nada conocen de unos oficios de pueblo que han ido muriendo casi a la par que muchos núcleos rurales, víctima de la desidia de las administraciones, y el desapego de los más jóvenes, que ante la falta de oportunidades se han marchado a las ciudades para no volver. "Con este documental que refleja un trabajo que se conoce en los ambientes rurales, no es suficiente: queremos llevarlo también a las ciudades, acercarles un oficio que la gente ignora. Que no se quede en los pueblos. Eso hará que la brecha enorme entre la vida en el campo y la urbana se aproximen para que se conozcan", dice Delia Vargas, creadora y directora del documental sobre este oficio.

Pero incluso con la apuesta de dar a conocer el oficio en este trabajo audiovisual, y otros que aún son supervivientes de un pasado no tan remoto, Nerea Larrinaga, guionista del documental, afirma: "Al final, si no hay una apuesta firme en cuanto a dotar de infraestructuras, de recursos, y trazar oportunidades de futuro en los pueblos, poco hay que hacer". Lola Álvarez, productora, tiene clara su opinión: "El mundo rural no pasa por su mejor momento. Faltan dos cosas a mi juicio: el mundo urbano tiene que dejar de pensar que sabe de lo rural; es que ni siquiera se aproxima. Hay mucho que recuperar, hay mucho que mostrar, y hay mucho que encontrar de la realidad rural. La gente tiene una imagen idealizada en positivo, pero también en negativo. Cuando se tiene una visión parcial de las cosas normalmente es una visión errónea. Por eso, trabajos como el nuestro pueden ayudar, porque la gente que sale en la grabación es gente de hoy, no es una grabación histórica".

"Cuando se tiene una visión parcial de la cosas, normalmente es una visión errónea"

A través de este documental se conoce la realidad de un trabajo que tiene en José Antonio Vargas uno de los últimos recoveros. La película, rodada durante el verano por el Valle del Guadalhorce, en la provincia de Málaga, es un recorrido contemporáneo, con vecinos que aún reciben los servicios de José, pero también un caminar desde la memoria más o menos reciente, de una comunidad que espera cada día los productos que Vargas va repartiendo en su furgoneta, y quien ya hace tiempo que tanto él como su familia se dedican a la venta de ropa y textil para el hogar. 

Como otros tantos oficios que se han ido perdiendo con el tiempo, el de recovero no parece que vaya a librarse de su extinción. De hecho, esto no es solo un reportaje sobre el documental de Delia Vargas, sino la crónica de un oficio que los años y la falta de personas que sigan con la labor, han condenado al fin y, muy probablemente, al olvido. Delia, casi más que nadie, lo sabe: "No hay una generación por detrás que vaya a sustituir a la que hay ahora. En el caso de mi familia, mi hermano y yo somos los primeros que hemos tenido estudios universitarios. Se sobreentiende que vamos a dedicarnos a otro tipo de oficio, pero es que aunque quisiéramos dedicarnos a lo que hace mi padre, no tendríamos cómo, porque es una relación que se lleva forjando desde hace más de 40 años, y la relación que él tiene con los clientes es única, no se puede sustituir".

"Aunque quisiéramos dedicarnos al oficio de mi padre, ya no podríamos"

En efecto, ese vínculo, tanto en el caso de José Antonio Vargas como en el resto de recoveros y demás oficios hoy ya extinguidos, es prácticamente imposible que se dé: es una cuestión de tiempo que corre en contra. La despoblación rural es evidente y no se detiene. La gente se ha ido a la ciudad y según Delia: "Es un trabajo que tenía un significado que ya no tiene".  

Recoveros
De izquierda a derecha: Lola Álvarez, productora ejecutiva; Natalia Sepúlveda, cámara y ayudante de montaje; Nerea Larrinaga, guionista, directora de fotografía y montadora; Delia Vargas, creadora y directora del documental.

Sin embargo, el documental no nació solo con vocación testimonial, sino como un intento de recuperar otro tipo de "memoria histórica". De hecho, la película narra el devenir de un oficio, sí, pero no uno cualquiera. El recovero ha sido imprescindible para el desarrollo los pueblos de Andalucía. Incluso tras la llegada de la industrialización y el éxodo rural, ha seguido económicamente siendo un pilar fundamental y una ayuda insustituible para todos los vecinos.

Nerea Larrinaga afirma que no ha habido nunca en el espíritu del reportaje una necesidad de añoranza o melancolía: "Hemos plasmado todo lo que ha sido y todo lo que hoy es. Después de la generación que compra a José Antonio Vargas, a sus hermanas, no habrá vecinos en las barriadas porque ya no estarán entre nosotros, pero las personas que salen en el documental están aún, y desde esa perspectiva lo hemos enfocado".

El oficio que acaba ya con José Antonio Vargas nació del trueque, del cambio de productos, de alimentos básicos, por ello, sostiene su hija Delia, tiene un punto de artesanal y de romántico  "Se cambiaba tela, para que la gente se pudiera hacer su propia ropa, por sombreros de paja que también estaban hechos a mano. Todo en este oficio es artesanal, se mire por donde se mire". 

Mientras, el tiempo corre en contra del oficio de recovero, un artesano de la venta de productos de primera necesidad que pronto aparcará su furgoneta por última vez para vaciarla de esa mercancia preciada, de ese encuentro entre vecinos, de esa charla que recuerde que la España de los pueblos, de la parroquia y la cantina donde resuena el tableteo de las fichas del domino, también existe. 

Así nació 'Recovero, un oficio, una vida'

La idea de hacer el documental nació durante una clase de Lola Álvarez sobre locución y presentación. Una de las tareas que encargó a sus alumnos fue realizar una entrevista audiovisual. Delia se la hizo a su padre, investigando su vida y su oficio. Álvarez comprendió enseguida que aquella historia tenía un potencial muy grande y le propuso a Delia convertirla, juntas, en el documental que ahora ve la luz. 

El rodaje tuvo lugar durante el mes de julio de 2020. En cuanto al proceso creativo, elaboraron dos líneas conectadas entre sí: de un lado el recorrido histórico que explica cómo funcionaba antes el oficio, y de otro, la rutina del trabajo en la actualidad, con lo bueno y con lo menos bueno. Esta parte de la historia queda plasmada en pantalla con un perfil propio, donde destaca la naturalidad y el humor, que viene dada por la relación establecida entre el equipo de rodaje y los protagonistas de este testimonio.

Sobre el autor:

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Juan Manuel Sainz Peña

Con más de 150 premios literarios nacionales e internacionales (Premio Iberoamericano de Novela, Verbum, 2019, finalista del Premio Juan Rulfo de novela en París, y ganador del Premio Internacional de Novela Bachiller Alonso López) es uno de los autores españoles más premiados de los últimos años. Ha dirigido programas en Onda Jerez Radio y colaborado con las emisiones locales de la Cadena SER. Del 2000 al 2004 escribió para Jerez Información. Desde 2003 hasta 2013, y de 2015 a 2019 fue colaborador y crítico teatral de Diario de Jerez.

 

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