La Sala Compañía acoge una exposición de pintores con la boca y el pie, miembros de una asociación internacional con presencia en 90 países.

“No se pinta con las manos, se pinta con el cerebro”, dice Ricardo Charfolé, director en España de la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie, que resume así la esencia de este colectivo, compuesto por una treintena de artistas en España y unos 900 en todo el mundo, repartidos en 90 países. Personas sin brazos o sin la posibilidad de utilizarlos por estar impedidos, ya sea por ser víctimas de un accidente, por sufrir una tetraplejia, una paraplejia o una parálisis cerebral, o por el hecho de haber nacido sin ellos, que ven a través de la asociación la posibilidad de valerse por sí mismos y subsistir gracias a su talento. Porque hay que tenerlo, y mucho, para pintar las obras que decoran la Sala Compañía. Allí se exponen, hasta el 23 de noviembre, una treintena de cuadros pintados con la boca y el pie por artistas de todo el mundo, desde China hasta Estados Unidos, pasando por países africanos y, cómo no, España.

“Buscan sentirse realizados, ser considerados normales”, señala Ricardo Charfolé, que cuenta que “hay artistas que mantienen a sus familias” gracias a la remuneración que reciben de la asociación, que distingue entre becarios, miembros asociados y miembros de pleno derecho, estos últimos con una gran calidad. “La discapacidad es solo física, los miembros de la asociación están al nivel de cualquier pintor profesional”, señala Charfolé, que cuenta que tienen un sueldo de por vida con el que son independientes económicamente. “La asociación son ellos”, insiste el presidente del colectivo en España.

Casi 60 años tiene la asociación en España y se financia con la venta de tarjetas —sobre todo de Navidad—, calendarios, libros, agendas, láminas… Aunque Ricardo Charfolé confiesa que la llegada de internet les afectó. “Ahora la gente manda felicitaciones por WhatsApp y no usa tantos Christmas”, señala. Pero, a pesar de las dificultades, continúan con su labor. “No nos gusta la caridad”, apunta Charfolé, que insiste en que los miembros quieren “realizarse como artistas”.

"El que algunos de mis cuadros sean reproducidos aumenta mi deseo de superación constante”, apunta Virginia Calderón, una pintora que usa sus pies para realizar cuadros. Ella, con una parálisis permanente en ambos brazos por complicaciones durante su parto, lleva desde 1999 ligada a la asociación. Su técnica preferida es el óleo y se inclina más por el realismo que por otros estilos.

Fue el alemán Erich Stegmann el precursor de la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie a mediados del siglo XX, cuando empezó a recorrer el mundo buscando artistas que “no pudiesen utilizar las manos” y que quisieran formar parte de su proyecto, que tomó forma en el Principado de Liechtenstein. En principio había autores de ocho países, ahora ya van por 90. El español Manuel Parreño Rivera fue quien propició el nacimiento de la asociación en el país, que ahora cuenta con más de una treintena de artistas. “Vamos a cumplir 60 años y el fundador creo que no se pensaba que fuese a alcanzar un movimiento internacional tan importante de artistas todos con una discapacidad física y que vivan solamente de la venta de su trabajo”, señala Charfolé.

“El objetivo de esta asociación es dar a estos artistas una forma de ganarse la vida dignamente con su arte y vendiendo su trabajo, sin depender de nadie”, insiste el director del colectivo en España, que cuenta que con los ingresos obtenidos de la venta de los productos conceden las becas y los sueldos a los artistas. Una frase de Belinda Redondo, una pintora con la boca que forma parte de la asociación, condensa el sentir de los miembros del colectivo: "Mi sueño había sido el poder pintar pese a que creía que nunca sería capaz. Hay que olvidarse de que no somos capaces y luchar por tus sueños".

La exposición realizada por miembros de la Asociación de Pintores con la Boca y el Pie estará en Sala Compañía hasta el 23 de noviembre y se puede visitar de lunes a viernes de 9:30 a 14:30 horas.

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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