Portada del único disco de 'Música dispersa'.
Portada del único disco de 'Música dispersa'.

Alrededor de fantasmas, brujas o figuras intencionalmente desdibujadas, auténticas multitudes, fieles al misterio más oculto, tienden a congregarse en la unanimidad de la creencia. Se conforma un ideario colectivo cuando se asume, desde tiempos inmemoriales, las pequeñas aportaciones de interpretaciones particulares. De la asimetría de la percepción humana nace la equidad y el arquetipo social. Se pierde sin embargo el matiz. Pues con la modelación del material al significante social, se produce ciertamente un proceso de reconstrucción, donde el elemento informacional percibido sin utilidad significante, se desecha con la adaptación del conjunto a la trama del prototipo.

Permítanos una breve pregunta. Si piensa en el rock progresivo español, ¿Qué nombre/s se le viene/n a la memoria? Triana, Alameda, Smash... Todos ellos magníficos, con contribuciones a la cultura popular encomiables. Ásperos, dulces, nostálgicos, ácidos o catárquicos, en fin, ¿qué novedad se puede decir de ellos? Lo sabemos prácticamente todo, escuchamos su música con una mecánica casi fisiológica, sentimos una motivación sobrehumana cuando suenan en el equipito de un amigo, incluso nos arrancamos con pequeñas variaciones de bailoteos espontáneos, no obstante, particularmente reconocibles en la soledad del hogar. Nos consideramos fans, seguidores de "la buena música". Somos críticos en miniatura cuando defendemos el valor del panorama pasado sobre el actual. Traducimos nuestras inquietudes en el ser...Y Nos conformamos. Soy un fanático del rock progresivo español.

Un camino sin retroceso, un paralelismo a la aventura de Pizarro, cuando éste se deshizo de sus tres naves nada más pisar suelo americano. No hay vuelta atrás señores. A nadar al océano o la jungla.

Que la interpretación del ser es un cúmulo de sandeces es más que probable. Un orden en el mundo que transmite seguridad. Sin embargo, se puede afirmar con la misma seguridad sus continuos desplomes. Es por tanto, en la superación identitaria del ser, donde se dibuja el camino de la auténtica libertad. ¿Reconoce ya el objetivo de nuestro artículo de hoy? Le traemos el matiz, el color que quizá usted necesite en su fonoteca. Hoy hablamos de Música dispersa.

Considerados como los más extraños de los grupos del rock underground, Música Dispersa es una expresión de lo más particular de la cultura popular catalana de finales de los años 60 y principios de los 70. Una sociedad agasajada con el rock eléctrico y genuino de Máquina o Smash. Tuvo que enfrentarse casi de sopetón con temas como estos:

¿Su historia? Resumiendo, editaron un elepé, Música dispersa (del que se vendieron 300 copias), participaron en el Festival Permanente de Música Underground del Salón Iris y en algún que otro bolo, acompañaron a Pau Riba en la grabación de Dioptría 2 y desaparecieron sin motivo más aparente que el ejercicio de la mili.

Formados por J. Manuel Bravo El Chachas, guitarra, mandolina, flauta y voz. Albert Batiste, bajo, armónica, órgano, batería de pie y voz. El inolvidable y multifacético Jaume Sisa, guitarra acústica, percusión diversa, swannie, artilugios varios y voz. Selene, piano, flauta, bongos, percusión, efectos y voz. Josep M. Vilaseca Tapioles, batería.

Jaume Sisa provenía del Grup de Folk, había grabado un single, L'home dibuixat/orgia nº1, y estaba preparando el elepé Orgía al margen de las compañías discográficas. La enigmática voz de Selene buscaba su camino en el mundo musical catalán. Cachas era un tipo raro, un madrileño que provenía del grupo La Trágala (en el que también estaban Elisa Serna e Hilario Camacho) caído entre catalanistas progresistas; larga melena rubia y abrigo de piel, y una imaginación riquísima. Albert Batiste había hecho folk-rock con su grupo Els Tres Tambors y en solitario (La llarga processó), y era músico de acompañamiento habitual para sus colegas del Grup de Folk, al tiempo que estudiaba la carrera de arquitecto.

La banda estuvo liderada por el madrileño J. Manuel Bravo El Cachas el cual compuso una música acústica y percusionista muy personal, encasillada dentro del Underground o Vanguardismo catalán de la época, más cercana al folk psicodélico que al rock anglosajón, teniendo también la particularidad de utilizar la voz en forma onomatopéyica y por sonidos como un instrumento más, reproduciéndose sin letras ni idioma. Lo cual ocasionó más de alguna risotada o malestar por parte de un público que se acercó a la vanguardia desde la cuna de Marisol.

Si somos capaces de trasladarnos a los principios de los 70, en un viaje de empatía y comprensión, podremos valorar con certeza, la importancia que supuso esta banda, ya no sólo en la propia vanguardia o underground catalán, sino a la apertura de un nuevo marco de expresión cultural, donde la extensión de la producción musical alcanzó hitos trascendentales en la interpretación de nuestra música. Lástima que perdido en el bagaje de nuestro tiempo, termine olvidándose en lo más profundo del mar Mediterráneo. Disfrute.

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Carlos Domínguez Rico

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