Álvaro Vitali ha fallecido a los 75 años en Roma, según ha confirmado su entorno familiar. El actor, famoso por interpretar al travieso Jaimito en las populares comedias eróticas italianas de los años ochenta, había sido hospitalizado hace dos semanas por una bronconeumonía recurrente, según declaró su exesposa, Stefania Corona. Su muerte pone fin a una carrera que abarcó décadas y que dejó una huella indeleble en el cine popular europeo.
De profesión inicial electricista, Vitali había confesado su pasión por el canto y el baile desde joven. Su salto al cine se produjo gracias al director Federico Fellini, quien quedó sorprendido durante una prueba y lo hizo debutar en Satyricon (1969). Posteriormente, volvió a contar con él en otras de sus obras más conocidas, como I clowns (1971), Roma (1972) y Amarcord (1973), donde Vitali dejó su impronta en papeles secundarios pero memorables.
El auge de un icono de la comedia erótica
Aunque su trayectoria comenzó de la mano de uno de los grandes nombres del cine europeo, su fama se consolidó en un género muy distinto. La comedia erótica italiana lo convirtió en una figura reconocida en toda Italia y en países como España. En títulos como Jaimito contra todos (1981), Jaimito, médico del seguro (1981) o Jaimito no perdona (1982), Vitali pasó de actor de reparto a protagonista absoluto, conquistando al público con su estilo físico y caricaturesco.
Durante aquellos años, el actor participó en decenas de producciones que, si bien fueron consideradas de escaso valor artístico por la crítica, se convirtieron en películas de culto para los aficionados al género. Su personaje de Jaimito –irreverente, infantil, pícaro– se volvió un símbolo reconocible de toda una generación que creció entre carcajadas y situaciones absurdas. Su rostro se volvió sinónimo de una forma muy concreta de hacer comedia.
A pesar de su popularidad, los últimos años había sido olvidado
En las últimas décadas, sin embargo, Vitali se había encontrado cada vez menos espacio en la industria. En entrevistas recientes había reconocido sentirse olvidado y, en ocasiones, sumido en la depresión. "Gano 1.300 euros al mes", lamentaba, señalando que su pensión era insuficiente frente a una carrera con más de cien títulos en su haber. A pesar de su reconocimiento popular, el actor aseguraba que no había recibido el trato digno que merecía su legado artístico.
Con su muerte, desaparece uno de los últimos exponentes de una época del cine italiano marcada por la transgresión, la sátira y el exceso. Álvaro Vitali fue mucho más que un personaje cómico, ya que fue testigo y protagonista de una etapa irrepetible de la cultura popular, que ha sobrevivido en la memoria colectiva gracias a su talento para hacer reír, incluso en los márgenes del cine.
