La empresa turística Marimantas ofrece una variedad de rutas por las calles de casco histórico del municipio, mostrando un amalgama de recursos que llevan al éxtasis emocional, sentimental y místico.

Como una perla asomada en un balcón de La Janda, con murallas de bronce y siendo sus calles un misterio labrado en piedra, Vejer se descubre ante los ojos de los visitantes con mil y una leyendas. Y lo hace de la mano de su propia gente y de alguna lombarda afincada en tierras gaditanas. En concreto, Elisa Pozzi, junto a Juan José Ruiz, más conocido como ‘Rucho’, crearon hace unos años un proyecto de desarrollo turístico histórico y cultural, que tiene como fin la promoción del patrimonio a través de unas rutas guiadas.

Bajo el título de Marimantas, esta empresa busca cautivar a los visitantes que deciden dejarse llevar, con diferentes leyendas y coplas que van sonando, con el acompañamiento musical de Miguel Ángel Peña, a la guitarra. El nombre Marimantas procede de una antigua leyenda que decía que había un espectro  merodeando por las callejuelas en la nocturnidad, pero que no era más que vecinos y vecinas que iban a escondida en busca de sus amantes.

Sería fácil contar la parte teórica de lo que la empresa promueve y lo que han conseguido durante este periodo, pero como lo complejo nos motiva, qué mejor que intentar desgranar no solo el cómo lo hacen, sino qué sentimientos provocan. Así que inducidos por el espíritu de la curiosidad y el conocimiento, nos adentramos a no a una de sus rutas, sino a una de sus oportunidades mágicas para conocer el entorno que nos rodea.

La plaza España con su bullicio de gente en épocas donde el trasiego es constante, es completamente ajena a lo que ocurre en una esquina, donde un grupo de curiosos, pegatina en ristre –importante llevar la pegatina identificativa- se disponen a emprender una aventura de unas dos horas y media de duración por las sinuosas y oscuras correderas de la mística Besher. Aunque de entrada ya indica un particular sereno, con arte curtido en mil batallas, que las nociones de historia no son su fuerte y sí las emociones de la historia. De entrada, sabe qué teclas tocar.

El grupo camina tras escuchar la primera ronda coplera, toda una oda musical a la tierra, y se introduce en una de las casas que tiene uno de los patios más maravillosos del municipio. Condecorado en varias ocasiones, el guía lo utilizada como argumento para hablar del génisis con la leyenda de Gerión, Hércules y el alquimista que logró “el equilibrio perfecto” al crear un patio andaluz.

La oscuridad empieza a asomar, pero la fantasía va tomando forma al cruzar por calles blancas –con capas, capas y más capas de cal- y piedras, notarias del tiempo. Para que no falte de nada, su toque de humor crítico para hablar de la Picota y del suceso del vecino Ambrosio. Y entre picota y picos, suelta algún mensaje, sin necesidad de paloma mensajera, ni aplicación de mensajería instantánea, a esos convecinos que ven en esta forma original, notable y sostenible de ganarse la vida, un incordio, más que una iniciativa bienvenida.

Ajenos a todo ello, el grupo camina para conocer la leyenda de la Costanilla, una empinada y estrecha cuesta que oculta la historia de un joven que se quitó la vida, ahogado en los recuerdos de su amada que no pudo llegar a más por su familia. Típico melodrama familiar con sus Capuletos y Montescos, pero contados con ironía y cantado con mucho amor. No será el único amorío, pero antes de seguir con el momento lagrimal, se aproximan cuatro sombras. Como parte del espectáculo, cuatro chicas se ocultan bajo la piel de un cobijado: la cobijá. Reparados del susto, los turistas inmersos en tiempos pasados empiezan a familiarizarse con el traje típico de Vejer.

Tras otra leyenda amorosa y balconera, más que ver con el sometimiento de la mujer, y otra deliciosa copla, llega el turno de bajar la empedrada cuesta pequeña, Costanilla, para conocer una de las más fascinantes historias que nos introduce en el mundo musulmán. Romance en mano, el Rucho –perdón- el sereno, narra cómo una hermosa vecina de Vejer fue capturada y expuesta en Marruecos, siendo un príncipe quien se enamorara de ella. Como prueba de amor y ante el desasosiego de la joven, le creó un pueblo a imagen y semejanza del suyo. Así nació Chauen. Poco a poco, pasando por iglesias y dejando de lado el barrio de la judería, se va llegando a la última estación: el Castillo. El lugar ya indica misterio. Ya indica pasión. No defrauda.

Más historias y leyendas que van a parar de la cobijá a la molinera, mostrando la razón y el motivo auténtico de la mujer. Con una serenata y otra leyenda oculta, se despide la ruta, la oportunidad mágica para conocer un pueblo mágico, aunque solo en parte, el resto hay que descubrirlo. Son varias las rutas que tiene planteada la empresa y en diversos días. Para ir degustándolas poco a poco, como el Lomo en manteca, que por cierto, también tienen una  sobre la especialidad de la casa o sobre los pleitos de Juan Relinque, la patrimonial historia de las Hazas de la Suerte.

Sus rutas se pueden conocer a través de su página www.marimantasvejer.com. En definitiva, turismo, sentimientos, emociones, historia, magia, leyenda, su dosis de humor en dos versiones (la gaditana y la italiana) y sobre todo, mucho amor por el pueblo. Las rutas de las Marimantas no son para hacerlas, sino para sentirlas.  

Sobre el autor:

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Luis Rossi

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