Charles Manson en una imagen de archivo.
Charles Manson en una imagen de archivo.
En la anterior entrega dejábamos algunas cuestiones sin resolver respecto a los asesinatos cometidos por el recién fallecido psicópata, y líder sectario, Charles Manson. Expusimos lo que a nuestro juicio es una de las mayores farsas, o inexactitudes, de la historia de la música rock en general y el movimiento hippie en lo particular. Hoy vamos a centrarnos en las motivaciones objetivas, que acarrearon la muerte inocente de las víctimas de la familia Manson. El resto no son más que especulaciones, más cercanas al mundo de lo paranormal y esotérico, que a una realidad criminológica. Comprenda que en una región que produce miles de películas al año, la ficción termine por influir en las sendas de la realidad. Siempre ha existido la certeza de que Manson era un ferviente admirador de los Beatles. De hecho, llegó a denominar a una de sus viviendas ocupadas en Canoga Park como Yellow Submarine. Además, algunos testigos que tuvieron el infortunio de entrecruzar su camino con el del asesino, recuerdan cómo promovía sesiones soporíferas en las que se llegaba a sobrepasar la veintena de horas con la música de los de Liverpool sonando en bucle. No obstante, su indudable debilidad por el cuarteto no hace sino cuestionar su verdadera idiosincrasia “hippie”. Como ya adelantábamos en el anterior artículo, el hecho de que mostrara tal fanatismo por una de las bandas más comerciales de la historia, no hace sino reforzar la teoría de un embaucador. Un joven enfermizo que sin saberlo termina en el núcleo de uno de los movimientos culturales más importantes del S.XX.

Mucho antes de los asesinatos, Manson ya era un conocido por la policía. Un adolescente violento, muy popular por sus estafas y menudeos con estupefacientes, que andaba entre los reformatorios y los altercados contra las autoridades. Lo que naturalmente le retribuyó una vida de arrestos periódicos. Precisamente es en su segunda estancia en la cárcel cuando parece tener cierto contacto con los movimientos contraculturales que se llevaban a cabo en la California de la eterna primavera. Poco después de su periodo en prisión se traslada a Los Ángeles donde desarrolla un periodo de vida frenética como miembro asiduo de la comunidad hippie y una faceta algo más desconocida, la de narcotraficante. Así, estableció relación con Bernard "Lotsapoppa" Crowe, un conocido “dealer” afroamericano al que consigue estafar una enorme cantidad de drogas y dinero. De hecho, parece que la turbia relación que mantuvo con el marchante de LSD y heroína precipitaron los acontecimientos que supusieron la muerte de Hinman, Sharon Tate y el resto de víctimas. Se tiene constancia de que Crowe, consciente del fraude por parte de su colega de menudeos, llegó a amenazar con enviar a sus matones a la parcela que por entonces Manson y su “familia” ocupaban en California. El llamado “rancho Spahn”. Lotsapoppa tenía intención de hacer desaparecer a toda la familia de un plumazo de no recibir una compensación por el robo perpretado por Manson. Lo que está claro es que, en un corto espacio de tiempo, la familia se vio amasando una gran cantidad de dinero y drogas… Como podrá suponer, una combinación peligrosa y psicótica. Producto de la ansiedad que le produjo el consumo abusivo y la tenencia ilícita de tal cantidad de narcóticos, así como de la inminente visita de Crowe y sus secuaces, Manson elaboró un plan perfecto que pusiera fin a todos sus males. Matar a su verdugo. Al menos eso intentó el 1 de Julio del 69’, cuando abrió fuego sobre Crowe en su apartamento de Hollywood. Sin embargo, eso no hizo sino intensificar sus pesadillas debido a que Lotsapoppa sobrevivió al ataque. Manson pensaba que las represalias eran ineludibles y que pronto se cebarían con él y sus hermanos de comuna. A consecuencias de los delirios, empezó a establecer conexiones entre Los Panteras Negras (una organización nacionalista negra, socialista y revolucionaria) y su examigo. De esta forma, con la ayuda de sus seguidores planeó una serie de asesinatos por la ciudad de las estrellas. El objetivo era crear una alarma social de tal magnitud que los cuerpos policiales pusiesen el foco sobre Los Panteras. La psicosis llegaba aún más lejos, la comuna esperaba que la sociedad norteamericana condenara los hechos y comenzara una persecución en contra de los líderes y miembros de la organización. Así, dejarían en paz a la familia Manson, con su botín de dinero y drogas. El resto de la historia ya la conoce, todo salió mal. Al menos seis inocentes perdieron la vida a mano de estos sádicos que vestían como hippies, escuchaban la música rock y mataban como energúmenos.

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Carlos Domínguez Rico

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