Un libro de nuestra época

El trabajo se enmarca en el ámbito del feminismo, uno de los temas de nuestro tiempo. Más específicamente en la recepción que la filósofa estadounidense Judith Butler (Cleveland, Ohio, 1956) ha tenido en el feminismo filosófico español. Se trata de una investigación enfocada desde la sociología de la filosofía.

11 de mayo de 2025 a las 20:32h
Judith Butler. Foto distribuida por Wikimedia Commons.
Judith Butler. Foto distribuida por Wikimedia Commons.

Acaba de salir de las imprentas de la Universidad de Cádiz el último trabajo de María Ascensión Marcelino Díaz, vocal por Cádiz de la la Asociación andaluza de filosofía (Aafi). Se trata de un texto cuyo origen es su propia tesis doctoral, defendida con éxito en 2019 bajo la dirección de Francisco Vázquez García, que prologa asimismo el libro: Judith Butler en España. Un estudio sociológico de la recepción de Judith Butler en el feminismo (filosófico) español (UCA, 2025).

Nos encontramos por tanto ante un volumen de naturaleza universitaria (ha sufrido un proceso de revisión ciega para garantizar su calidad, por ejemplo), aunque no exactamente académico, si es que vale de algo esta precisión. Este sesgo se percibe inmediatamente y se orienta en dos direcciones: una, respecto del objeto de estudio; la otra, respecto de la metodología empleada. En cuanto a lo primero, el trabajo se enmarca en el ámbito del feminismo, uno de los temas de nuestro tiempo. Más específicamente en la recepción que la filósofa estadounidense Judith Butler (Cleveland, Ohio, 1956) ha tenido en el feminismo filosófico español. Respecto de lo segundo, el trabajo se ve a sí mismo como sociológico y, más concretamente, como operando bajo el paraguas de la sociología de la filosofía, una orientación epistemológica que el propio Francisco Vázquez García practica, así como José Luis Moreno Pestaña, a los que María Ascensión Marcelino Díaz cita convenientemente.

En consecuencia, no cabe esperar sino una acogida favorable por parte de cada una de las clases afectadas, así como acogida entusiasta por parte de aquella que resulte de la intersección de estas. En efecto, el texto coordina muy bien con nuestra contemporaneidad. En él se pueden encontrar con gran nivel de detalle documentos varios (entrevistas, comunicaciones personales, entre otros más convencionales) que retratan el modo en que las controvertidas ideas de Butler se han recibido: los nombres propios que las han alabado (Paul B. Preciado, por ejemplo) y aquellos que las han vituperado (Amelia Valcárcel), los que las han matizado o relativizado y hasta los que las han enfrentado desde por ejemplo el feminismo de la igualdad (Celia Amorós, por ejemplo). En cualquier caso, un panorama abigarrado donde, no obstante, no es fácil deslindar lo que pertenece al activismo (y por lo tanto al feminismo como movimiento social) y lo que pertenece a la doctrina (y por lo tanto al feminismo como posición filosófica ya dedicándose a la Historia de la filosofía, como hace Concha Roldán Panadero, o a la Historia de la ciencia, como Eulalia Pérez Sedeño).

Portada del libro.
Portada del libro.

Es una situación paradójica, desde luego, pero que tiene que ver con que el feminismo doctrinal está absoluta y declaradamente suturado a la política (por utilizar la expresión de Alain Badiou), por lo que no es de extrañar que se vea desbordado precisamente por quienes lo encarnan en la práctica. Ahora bien, una práctica que no desdeña la teoría en absoluto, de tal forma que, por poner un ejemplo, asuntos aparentemente menores se convierten en decisivos (id est, la conveniencia o no de emplear dildos para las tríbadas), dado que sería una forma de reproducir los sesgos del heteropatriarcado y por lo tanto tal fascinante cuestión acaba por convertirse en un nudo ideológico que puede llegar a la escisión de la militancia.

De hecho, todo tiene que ver con la determinación de cierto sujeto político que está en construcción, pero al mismo tiempo haciéndose y deshaciéndose. María Ascensión Marcelino Díaz intenta mantener su ecuanimidad a este respecto, pero no acaba nunca de renunciar a lo que la sociología de la filosofía le impone como disciplina, es decir, que, después de todo, no se trataría más que de una lucha encarnizada por acceder a cuotas de poder por parte de los feminismos enfrentados, tanto intradoctrinalmente como en su relación con el exterior activista.

Esta conclusión sociofilosófica de alguna manera es favorecida porque la autora no disquisiciona los detalles conceptuales de las polémicas. Tal vez sea esa la razón de que, a pesar del aluvión de referencias, todas muy pertinentes, haya echado de menos (al margen de algunos nombres, Isabel Balza, por ejemplo, que se ha ocupado de Butler o Monique Wittig, por ejemplo) cierta atención a lo que el psicoanálisis tenga que decir al respecto de todas estas cuestiones, pues muchas de ellas derivan de él polémicamente. Aunque es cierto que se dan algunas referencias (Luce Irigaray, por ejemplo), tal vez así se entienda que no se lo haya dotado de una mayor presencia (estoy pensando por ejemplo en mi antigua maestra, Carmen Gallano Petit). Como el objetivo no era ese, María Ascensión Marcelino Díaz se conforma con mencionarlas y examinar sobre todo sus efectos. Animamos en todo caso a proseguir en esa línea, que merecería otro volumen de dimensiones parecidas.

En todas partes cuecen habas. Híppasos Metapontînos fue expulsado de la comunidad pitagórica por haber revelado la inconmensurabilidad de la diagonal, es decir, el descubrimiento de los números irracionales, una auténtica conmoción. En nuestros tiempos las geometrías son de otra clase.

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Francisco J. Fernández

Francisco J. Fernández

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