El escritor norteamericano Kurt Vonnegut.
El escritor norteamericano Kurt Vonnegut.

He aprendido, recientemente, un dicho: “No es preciso tocar las castañuelas, pero de hacerse, es preferible hacerlo bien”. Así pues, como todo el refranero, este dicho es fácilmente aplicable de ordinario. No hay día que uno no sientan que le están tocando los perendengues. La llamada presión mediática es la que gobierna virtualmente este país. Hay gente que hace la revolución cambiando la foto de perfil en sus redes sociales. Es el tiempo que nos tocó vivir.

A veces, empujados por alguna mala experiencia propia o casuística impertinente, llegamos a cuestionar si realmente vivimos en un régimen democrático y extrapolamos sus puntos negativos hasta el extremo de tachar de la dictadura silenciosa al sistema en que convivimos. Exageramos o deliramos. El temperamento humano es así. La literatura ha dado buena cuenta de esto. Un mundo feliz o 1984 son dos de las distopías más celebradas. El estadounidense Kurt Vonnegut dedicó su vida a rastrear estas líneas rojas. El escritor de Indianápolis escribía en algunas de sus novelas capitales lo siguiente: "Lo aterrador de la clásica mentalidad totalitaria es que cualquier tipo de engranaje, aunque esté mutilado, siempre conserva en su circunferencia secuencias enteras de dientes, a los que mantiene inmaculadamente y a los que da movimiento con exquisitez".

"Lo aterrador de la clásica mentalidad totalitaria es que cualquier tipo de engranaje, aunque esté mutilado, siempre conserva en su circunferencia secuencias enteras de dientes, a los que mantiene inmaculadamente y a los que da movimiento con exquisitez"

Le debemos mucho a los políticos. Y ellos al heraldo público. Un sin fin de oportunidades acaecieron en nuestras rúas gracias a los ayuntamientos del cambio. Es una realidad. Por ejemplo, yo escucho el programa El Planeador de Diego A. Manrique en la Radio Municipal de Madrid. Aprendo bastante de esta discoteca viva de la radio de nuestra Iberia Sumergida. Por si a alguien le interesa sintonizarla desde internet: los días laborales suena a las 7 de la tarde y 2 de la madrugada. Agradecido estoy al consistorio matritense.

Por ello, y resumiendo, todos hemos experimentado la sensación (o la preocupación) de estar viviendo la peor época posible de la Historia. Así, en mayúsculas. No es para tanto. Nunca es para tanto. Somos insignificantes. Al Universo no le inquieta lo más mínimo nuestra existencia, el devenir del mundo y los días. Hay que aceptarlo de buen grado. Empezar a aprender a aceptarlo. Mientras tanto, a matar el verano leyendo buena ciencia ficción, a forzar el rictus de la sátira con nuestra mejor sonrisa cínica o perjudicarnos la conciencia gracias a la comedia negra. Dos opciones ideales serían Las sirenas de Titán o Desayuno de campeones de Kurt Vonnegut. Saldremos a buscarlos mientras sucedan cosas importantísimas en el mundo y, de vuelta a casa, nos diremos a nosotros mismos: "Bah, son cosas que pasan".

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Daniel Vila

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