No existe mayor honor que el premio Transcendental sátrapa que concede el Colegio de Patafísica. El resto de premios no están a la altura.

Contaba Juan José Millás que aquellos que viajan en metro o autobús son extras de una misma película, la película de nuestra vida. ¿Acaso nosotros no seremos extras de otras tantas películas? Por tanto, todo depende de en qué anden tomes el vagón. Todo es según el color del cristal con el que miras. Recuerden el proverbio de Antonio Machado: "El ojo que ves no es/ ojo porque tú lo veas;/ es ojo porque te ve." Para algunos, el verdadero populismo comenzó con las declaraciones de Maradona después de los partidos. Con el filósofo Diego Armando podríamos medir el baremo político internacional. Por ello, todo se reduce a la siguiente pregunta: ¿con quién te irías a tomar una caña? Política del Tuit.

Fernando Arrabal asegura que piensa en política cuando no tiene en qué pensar. Por el contrario, reivindica la poesía como un acto de protesta. Así pues, la política sería el vacío y la poesía, la revolución. "España no hay más que una. Español a las duras y a las maduras. Los hermafroditas hablan el esperanto sin acento. Soy el único miembro de mi partido anarquista. Ni mis cucarachas son domésticas." En cambio, la poesía, como la metafísica hay que tomarla en serio: "Más vale tener la cabeza con pájaros que la pajarita bien anudada. La provocación, bis y rebis, es rotatoria, aleatoria, cretina y, sobre todo, incontrolable. La Patafísica se considera una patochada de provocadores. Nos gusta mirarnos en el espejo con maquillaje fond de teint. Es una ciencia. Una mujer que nos hace nevar por todos los rincones de nosotros mismos."

No existe mayor honor que el premio Transcendental sátrapa que concede el Colegio de Patafísica. El resto de premios no están a la altura. Como bien sabéis, queridos lectores, los premios son accidentes más o menos grotescos. Rara vez hacen justicia. Cierto es que en la estulticia institucionalizada éstos relucen y presumen de conceder o no legitimidad a aquellos afortunados de coronarse con sus laureles. El escritor egográfico (en tercera persona ambigua o no), seamos sinceros, no goza de buena prensa por los eunucos de la crítica especializada en vender humo y terciar con éxitos merecidos o inflados. En cambio, para el escritor biógrafo todo el monte es orégano. Éste se afilia al club privado más pecuniario de todos: el del mercachifle que hizo carrera de su ignorancia y cara dura con un toquecito de especias y efectos especiales. Tales evidencias no afean la conducta de este recluta del sensacionalismo, el ocio y el lector-espectador-consumidor educado por la televisión y reeducado por el ordenador en nadadería pensante y ser tecnológico lo disfruta y santifica por y para el ateísmo colectivo. El problema no es lo que pienses. El problema es lo que va a pasar. La vida sigue igual. Y el miércoles de la semana que viene, también. La revolución, como Nietzsche, murió. Nada es tan acuciante como un corte de pelo.

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Jorge Miró

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