La exposición ha sido organizada por El Grupo El Arroyo, la Asociación de Amigos del Museo, el Museo Arqueológico y el Ayuntamiento de Jerez. El catálogo, en formato digital y diseñado por Lauren López Desh, está disponible en la web del Ayuntamiento. Jesús Rosa recuerda en el texto de presentación que uno de los objetivos de este colectivo de artistas es revitalizar el ambiente cultural de la ciudad y su casco histórico. Ese propósito se ha concretado en “el deseo de realizar un proyecto sumamente seductor para nosotros: la colaboración con el Museo Arqueológico interpretando las obras que componen el ciclo La pieza del mes”. La esencia del proyecto ha consistido en crear una “simbiosis entre la Historia, la Arqueología y el Arte Contemporáneo” y en “traducir al lenguaje plástico unas obras arqueológicas con una identidad única e irrepetible”. La muestra recoge todo el trabajo de un año. La directora del museo, Rosalía González Rodríguez, resaltó el día de la inauguración que “no conoce una experiencia similar en otros museos arqueológicos”.

La pieza del mes es un trabajo interdisciplinar. Un experto explica las características de la pieza, su valor histórico; y un artista realiza una obra inspirándose en esa pieza. Hay, por lo tanto, un trabajo arqueológico de fondo, una labor conservadora, un análisis académico y una creación artística. Se genera un diálogo muy enriquecedor porque nos acercamos a la pieza desde diferentes dimensiones. Un verdadero acierto por parte del museo y el Grupo El Arroyo. Porque la labor divulgadora, recordemos, no debe consistir únicamente en conservar y mostrar en vitrinas. Hace tiempo que los museos dedican sus espacios a la interacción con el público y al encuentro con otros agentes culturales y educativos de su entorno.

Toda interpretación es creación, o al menos reconstrucción. Los documentos, los textos, las piezas, adquieren significado porque nosotros, desde el presente, se lo atribuimos. Interpretamos desde nuestras categorías, desde nuestros intereses. La labor técnica, académica, pretende ofrecernos una explicación objetiva sobre el origen de un objeto, sobre el contexto en el que surgió y la función que cumplía. El problema es que nunca tenemos todos los datos. Por eso las interpretaciones pueden variar. La explicación del historiador, del arqueólogo, implica llevar a cabo una reconstrucción razonada.

Los artistas han llevado a cabo aquí una interpretación plástica, desde diferentes estilos y técnicas. Han interpretado estas huellas, estos rastros, como si de una partitura se tratara: han jugado con el tema, lo han mirado con sus categorías estéticas y lo han tratado con su técnica. Los artistas nos recuerdan que un plato, una lucerna, una espada o una punta de flecha son formas, diseños generados en un determinado contexto histórico. Y son formas que no han agotado su potencial. Por eso el artista realiza una hermenéutica creativa que mira al futuro y considera las piezas como huellas que trazan nuevos senderos estéticos.

l uso de dos técnicas diferentes para interpretar una misma pieza genera nuevas capas de significado, enriquecimiento que se acentúa si la pieza arrastra ya incertidumbre, como en el caso del “soporte” tartésico, que no se sabe si era un objeto para sujetar recipientes inestables o un instrumento musical, una sonaja. Luisa Porras y David Saborido trasladan esa incertidumbre al espectador. Además, todos los artistas son conscientes del papel simbólico de las piezas, tanto para las sociedades en la que surgieron como para nosotros. Esa continuidad les permite también realizar críticas implícitas a nuestra forma de vida, a nuestra civilización, como en la espada de González de la Calle, en la lucerna de José Basto o en los proyectiles de Lauren López Desh. Y las tres dimensiones de la escultura, en metal o cerámica, posibilitan jugar a Ignacio Caparrini y Antonio Sangil con los espacios que delimitan las piezas y su uso.

Enero: Carmen Chofre y Jesús Rosa. Escultura barroca de sirena de la Plaza del Banco.

Febrero: Ignacio Estudillo y José Basto. Lucernas romanas con volutas.

Marzo: Eduardo Millán y Guillermo Bermudo. Plato con pavón en verde sobre blanco. Siglo XIV.

Abril: Pepe Barroso y Juan Antonio Sangil. Vaso neolítico de Benaocaz.

Mayo: Luisa Porras y David Saborido. “Soporte” tartésico en cerámica gris.

Septiembre: Carmen Guerreo y González de la Peña. Inscripción cristiana de Mesas de Asta.

Octubre. González de la Calle y Juan del Junco. Espada de antenas. Siglo IV-III a. C.

Noviembre: Lauren López Desh y David Maldonado. Puntas tipo palmela.

Diciembre: Ignacio Caparrini y Rocío Cano. Fuente renacentista de la Plaza del Mercado.

Horario del Museo Arqueológico: Sábado: 10:00–14:00; Domingo: cerrado; Lunes, martes, miércoles y viernes: 10:00–14:00 16:00–19:00;  Jueves: 9:00–14:30, 16:00–19:00.

Sobre el autor:

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Juan Carlos González

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