Desde su estreno en París, el 19 de marzo de 1859, Faust de Charles Gounod (1818-1893) ha sido una de las piezas más representativas del repertorio francés del siglo XIX. El original literario es sólo una referencia, ya que el profundo contenido filosófico de Goethe es dejado a un lado para centrarse en los aspectos más superficiales de la parte de la obra en la que aparece el personaje de Margarita. De hecho, hubo un tiempo en el que en la órbita germana esta ópera fue titulada Margarethe, debido al protagonismo de la heroína en detrimento de los personajes masculinos. La versión ofrecida en el Teatro Villamarta abre varios de los cortes tradicionales aplicados en la partitura, y se centra escénicamente en la figura femenina principal, en consonancia con las circunstancias antes señaladas.

El tenor jerezano Ismael Jordi, siguiendo la estela de su maestro Alfredo Kraus, y sin perder de vista otras interpretaciones emblemáticas del rol de Fausto como las de Nicolai Gedda, ofreció una muy cuidada línea de canto, fraseo refinado, una minuciosa atención a las dinámicas, un sonido bien proyectado y un brillante registro medio y agudo, aunque no tanto el grave. El motivo está en que sigue siendo un tenor lírico-ligero aunque la voz haya adquirido más cuerpo con el tiempo, lo que le ha permitido plantearse cantar la ópera de Gounod pero todavía con alguna dificultad en los pasajes de mayor densidad. Era la primera vez que asumía el papel en escena y, aunque con el tiempo probablemente irá perfeccionando su interpretación, ofreció ya un acabado retrato musical e interpretativo del personaje, diferenciando bien al Fausto anciano del transformado en joven. Un momento culminante se alcanzó en Salut! demeure chaste et pure, en el que se puso en evidencia la belleza del fraseo, el uso hábil del legato y el control de las medias voces y los pianissimi. Asimismo, fue espléndida su intervención en Il se fait tard, adieu y O nuit d’amour, donde su voz empastó a la perfección con la de la soprano.No es la primera vez que Ismael Jordi interviene en una ópera de Gounod en el Teatro Villamarta. Con anterioridad cantó “Roméo et Juliette”, en enero de 2008 junto a Ruth Rosique, con gran éxito, el mismo que ahora le ha concedido la calurosa y entusiasta respuesta del público a su interpretación de Fausto, logrando que fuese uno de los grandes triunfadores de la velada.

La soprano valenciana Isabel Rey ha pasado en los últimos años del repertorio lírico-ligero, con el que alcanzó tantos éxitos desde su posición de miembro de la compañía de la Ópera de Zurich, al cercano al lírico-spinto. El mayor peso vocal ahora adquirido propicia el que se le presenten algunos problemas en un rol que hace unos años se adaptaba a la perfección a sus condiciones vocales y que ha cantado en memorables ocasiones. Marguerite es uno de los papeles más emblemáticos para soprano lírica pura. Renata Tebaldi en los inicios de su carrera, Victoria de los Ángeles, Pilar Lorengar o Mirella Freni nos dan muestra de las posibilidades de la particella dentro de esta cuerda. Isabel Rey no está ya exactamente en ese territorio, no obstante, su sobresaliente musicalidad y la gran capacidad para asumir los múltiples retos dramáticos demandados por la puesta en escena consiguen que globalmente su interpretación sea óptima, a pesar del problema antes apuntado.

En Il était un Roi de Thulé y Ah je ris de me voir Belle mostró una variedad en el fraseo que otorgó a esta página una profundidad dramática que no es habitual, no empañada del todo por los ocasionales desajustes entre voz y orquesta. En el dúo del tercer acto tuvo algunas dificultades con las medias voces y omitió el agudo que corona la escena, pero nuevamente las cualidades dramáticas de la soprano compensaron esas limitaciones. Por otra parte, la tragedia del personaje quedó mostrada de un modo cautivador en las escenas de la Iglesia y final, expresando muy bien el paso de la ingenua muchacha seducida hasta la destrozada persona en la que se convierte tras el contacto con Fausto. En el trío conclusivo (Alerte, alerte) la voz de Isabel Rey resplandeció sobre el conjunto.El mejor del reparto fue el bajo ruso Alexander Vinogradov como Méphistophélès, que se inclinó más hacia el lado elegante y cínico del personaje, en la línea de Cesare Siepi o Nicolai Ghiaurov, que a la vertiente malvada y grandilocuente de, por ejemplo, Boris Christoff. Sus recursos musicales y dramáticos fueron los ideales para el rol y, aunque su interpretación fue sobresaliente en toda la ópera, tuvo momentos de especial brillo en páginas como en “Il était temps” o en el dúo del final del primer acto, donde se pusieron en evidencia sus más que sobrados medios vocales, como demostró recientemente en su alabada interpretación del complejo personaje de Felipe II en el Don Carlo del Palau de les Arts de Valencia el pasado mes de diciembre.

El barítono catalán Xavier Mendoza aportó un canto noble y bien articulado en la plegaria de Valentín (Avant de quitter) y en el trío que termina con la muerte del personaje, siendo en esta última escena muy elocuente desde el punto de vista dramático. La mezzo-soprano vienesa Alexandra Rivas, en un personaje que no existe en el original de Goethe, destacó en su intervención más importante: los Couplets de Siebel (“Faites-lui mes aveux”), con un canto que resaltaba la bella línea melódica prevista por el compositor y que resolvió mejor en la segunda mitad de la página, cuando en la voz se redujo el vibrato provocado por la frialdad inicial y la proyección mejoró. En roles más episódicos cumplieron adecuadamente con sus cometidos el barítono mallorquín Pablo López como Wagner y la mezzo-soprano catalana Mireia Pintó como Marthe. Especialmente notable fue la interpretación de ella en la escena del jardín del tercer acto.

El Coro del Teatro Villamarta, dirigido por Joan Cabero, tenía ante sí un cometido largo y lleno de dificultades. Hubo algunos pasajes accidentados, como las intervenciones del inicio del segundo acto, pero no se desperdiciaron las oportunidades de lucimiento en páginas como el coro del segundo acto (Ainsi que la brise légère), las escenas de la Iglesia y de la Nuit de Walpurgis o en el final, donde su prestación fue especialmente significativa.La dirección musical de Luiz Fernando Malheiro logró imprimir el requerido sentido teatral a la representación e intentó ser cuidadoso con las necesidades de solistas y coro, a pesar de algunos pasajes en los que se presentaron desajustes entre los cantantes y el foso. Atendió tanto a la vertiente lírica como a los aspectos más dramáticos, jugando bien con los contrastes entre escenas intimistas como la del tercer acto, con aquellas más características de la grand-opéra. La Orquesta Filarmónica de Málaga, experimentada formación en el foso operístico, ofreció una buena interpretación en términos generales, a pesar de algunos pequeños accidentes musicales.

La producción escénica de Amigos Canarios de la Ópera, firmada por Alfonso Romero, fue estrenada en el Festival de Ópera de Las Palmas en abril de 2015. Su concepto es simbolista, y se centra en la idea de que Méphistophélès realmente tiene como objetivo último el apoderarse del alma de Marguerite para lo cual instrumentaliza a Faust, que es sólo un vehículo para llegar a ella. Para mostrar esta idea se emplean llamativos efectos visuales utilizados sólo en determinadas escenas que quedan así subrayadas con desigual elocuencia. La ambientación es oscura, cercana a la que puede ser habitual en una película de terror, y, por tanto, muy alejada de las tradicionales estampas medievales decimonónicas tan del gusto del público francés del Segundo Imperio. En suma, con todos los elementos principales funcionando con eficacia, la propuesta más ambiciosa de la presente temporada ha respondido a las altas expectativas generadas.

Fausto (Charles Gounod). Primera función: viernes 26 de enero de 2018. Producción de Amigos Canarios de la Ópera. Ismael Jordi (Faust), Isabel Rey (Marguerite), Alexander Vinogradov (Méphistophélès), Xavier Mendoza (Valentin), Alexandra Rivas (Siebel), Mireia Pintó (Marthe) Pablo López (Wagner). Coro del Teatro Villamarta. Orquesta Filarmónica de Málaga. Luiz Fernando Malheiro, dirección musical. Alfonso Romero, dirección de escena. Ricardo Sánchez Cuerda, escenografía. Claudio Martín, vestuario. Philipp Contac-Lada, audiovisuales.

Sobre el autor:

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Joaquín Piñeiro Blanca

Profesor Titular de la Universidad de Cádiz. Departamento de Historia Moderna, Contemporánea, de América y del Arte.

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