Estrenamos sección literaria, 'Habitantes del estante', por Manuel Alejandro Ruiz G.
Dicen que allí donde muere una estrella masiva el espacio-tiempo se deforma. Su propia fuerza gravitatoria la aplasta contra sí misma y el lugar que ocupa, una vez eyectadas sus capas exteriores, se convierte en un embudo que todo lo traga; un agujero negro. Ni los raudos fotones se zafan de su hambre de mundo.
Yo pienso que hay buenos libros que surgen cuando el talento de un hombre le sepulta de manera figurada y le vuelve un astro en la Tierra que se alimenta de todo lo que percibe, todo aquello con lo que su sensibilidad le puede nutrir. La naturaleza atractiva de dichos libros hará que nos preguntemos qué sucede al acercarnos y qué habrá al otro lado. Cuando atravesemos el horizonte de sucesos, esas páginas de prueba, ya no habrá vuelta atrás. Solo nos quedará alcanzar la singularidad, ese estado que desafía toda ley física ya postulada en ese enclave sometido a fuerzas insondables.
Un escritor que se precie no solo siembra agujeros negros en la vacuidad de las rutinas y exigencias humanas; monta telescopios aquí y allá con los que ampliar los límites de nuestro pobre alcance de miras; excava trincheras dentro de las que guarecernos de la guerra de los mundos y, lo más importante; envía un mensaje. Uno como los que encriptan los discos de oro de las sondas Voyager, que quién sabe si un día llegarán a manos de otras civilizaciones para hermanarlas con nosotros.
Calibremos las antenas para recibirlos y así entendernos mejor los unos a los otros y a toda esta realidad tan inabarcable y, a su vez, bella y repleta del brillo de infinitos talentos con algo que contar.
En este rincón que ahora nace ahondaremos en multitud de obras literarias, algunas de proyección universal y otras con menor calado. Iremos de la mano de los autores y sus criaturas, explorando la temática de estas últimas, desarrollando los asuntos sobre los que pivotan sus argumentos y el contexto en el que se gestaron y conociendo un poco mejor a los primeros y sus vidas. La próxima vez que nos encontremos será con el magnífico binomio integrado por Mijaíl Bulgákov y su obra El maestro y Margarita, una lectura trepidante de personajes seductores y salpicada de salvajes sucesos, nacida en el seno de una Unión Soviética poco preparada para su acidez.
Manuel Alejandro Ruiz Gutiérrez piensa que las personas somos túneles por los que entra el mundo y salen ideas y que aquellos que tienen valentía para compartirlas merecen todos los elogios.
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