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La fusión del Jerez de hace un siglo con el actual es la propuesta que trae el fotógrafo Antonio Porras Lobo en la exposición 'Jerez, ayer y hoy', que puede contemplarse en el restaurante Torre de la Vela de plaza Plateros.

Nació en Sevilla hace 50 años, pero si le denominaran ciudadano del mundo, quizás se acertaría más con esta definición. Sevilla, Córdoba, Málaga, Madrid, Jerez, San Francisco, Los Ángeles, Lisboa o Praga son algunos de los rincones por los que ha pasado, cámara en mano, Antonio Porras Lobo. Ahora, por esas circunstancias de la vida se encuentra en Jerez, ciudad que conoce bien y a la que, afirma profesa “un amor profundo y un respeto enorme a su pasado”.

Fotógrafo de los denominados freelance, expone estos días en el restaurante Torre de la Vela, de plaza Plateros, su exposición fotográfica Jerez, ayer y hoy en la que muestra el Jerez pasado fundido con el presente a través de una técnica llamada refotografía, aunque él prefiere decir que sus fotografías son “arqueológicas”.

Instantáneas de finales del siglo XIX y principios del XX que muestran otro Jerez y otras gentes en pleno siglo XXI. El espectador cruzará su mirada con los clientes del Café Consistorio, en lo que ahora es la Academía de San Dionisio; observará una plaza de La Asunción, por entonces de Escribanos, con su inconfundible cabildo antiguo pero sin el monumento asuncionista de mediados del siglo XX; y verá tabancos y cafés desaparecidos en la calle Larga, y sentirá lo que era una procesión del Corpus a la altura del Gallo Azul hace 100 años o contemplará en todo su esplendor la plaza de Abastos, tal y como quieren los comerciantes ahora, sin el edificio del IARA.

“Hay un interés por la historia y sobre todo por la curiosidad de ver el antes y el después no en paralelo, sino sobrepuesto, que yo creo que influye mucho más”, explica Lobo, que no en vano, en casi todas sus fotografías deja que aparezca un personaje de este 2015. Con esto quiere demostrar tres cosas. De un lado, el nivel del suelo -“uno de los problemas que te encuentras siempre a la hora de superponer las fotos”-; de otro, las proporciones de tamaño y por último, “para dar ese ambiente de que nada ha cambiado”.

“Si le haces una foto a la torre de la Vela de San Dionisio, desde el siglo XV apenas ha cambiado, exceptuando la cubierta de la iglesia, que se cambió a principios del siglo XX, pero exceptuando eso, el resto no ha cambiado nada. Entonces, la única forma que tienes de comprobar y de hacer comparativas es metiendo un elemento extraño, diferente, en una imagen que es anacrónica, que no corresponde a la figura”, razona.

En el trabajo de Antonio, además de técnica fotográfica y de pasión por la historia, hay también mucho de investigación. “Todo esto tiene un trasfondo histórico, no es un copia y pega, tiene una búsqueda en archivos, de intentar saber. El origen de esta exposición tenía mucho que ver con narrativa. Junto a las fotos quería explicar de dónde venía la imagen, qué es lo que ha cambiado, eventualmente poner un poema popular o una referencia literaria a los cuadros. No ha sido posible ahora, pero está en proyecto para otra vez en Jerez y en otras ciudades donde estoy preparando algo así”.

De esta manera, el autor explica que la mayor parte de las fotografías son del archivo municipal, de uso público, aunque algunas otras provienen del CSIC y el resto, sorprendentemente, de un archivo catalán que tiene un gran número de fotografías del Jerez antiguo.

¿Y en qué ha cambiado Jerez, desde su punto de vista? “No quiero herir sensibilidades, pero yo creo que Jerez ha venido a menos en los últimos años. Le tengo un amor profundo a esta ciudad y un respeto enorme a su pasado, pero creo que la han dejado escapar en cierto modo, no sé si por cuestiones políticas, económicas o vete a saber, porque tampoco voy a entrar a valorar eso. Pero creo que sí, que ha cambiado mucho, no sé si a peor sería la palabra, pero desde luego no ha mantenido el nivel que tenía desde que Jerez era una gran potencia económica e industrial, por lo menos a niveles locales o regionales”.

Aún así, en sus fotografías se muestra el pasado y el presente del Jerez histórico que mejor se encuentra, como Asunción, Larga, San Miguel, Esteve… El fotógrafo no ha querido meter el dedo en la llaga mostrando, por ejemplo, lo que son hoy día dos de los barrios más degradados de la ciudad, San Lucas y San Mateo. “Tengo imágenes de ambos barrios, pero no es mi labor hacer una denuncia social de la gestión”, señala a la vez que afirma considerarse “muy crítico, y crítico constructivo, pero no creo que me corresponda a mí hacerlo en base a una exposición que no está subvencionada por nadie. La hago yo bajo mi riesgo y mi propio interés”.

En este sentido, explica que, “si quisiera impactar habría expuesto una foto de Franco en la plaza Escribanos o saliendo de la Merced, o del entierro de Primo de Rivera, o de Alfonso XIII en La Concha. Si quiero impactar y llamar la atención esos serían elementos, y no porque simpatice o no con esos personajes, sino porque es historia y la historia no se puede cambiar, está ahí”. En este caso cree que vale la pena “destacar situaciones más o menos curiosas, tiene algunos toques críticos que no son muy evidentes, como la de la plaza Esteve, con la visión, antaño, del mercado sin el actual edificio –el del IARA- que estaba muy bonita como estaba y no tras levantar ese mamotreto que ojalá lo tiren. Pero no creo que me corresponda a mí ni hacer crítica económica, ni social, ni urbana ni política. Esto es, si me permites la arrogancia, una forma de expresión artística”.

En cuanto a la técnica, considera que lo principal “es tener una mínima referencia que te permita ubicar la imagen y colocarla”. En el caso de Jerez no le era tan complicado porque la conoce bien, a pesar de afirmar que “había veces que creía que había clavado la foto y cuando llegaba a casa me daba cuenta de que no”. Más complicado, sin embargo, fue llevar a cabo esta búsqueda de referencias en ciudades no tan conocidas para él como San Francisco –donde hizo una muestra basándose en el terremoto que asoló la ciudad en 1906- Lisboa o Praga. En esta última ciudad hizo la invasión soviética del 68 y la invasión nazi. “Tenía fotos de Adolfo Hitler en determinados sitios, pero lo difícil era ubicarlo, porque la ciudad la conocía vagamente. Y sólo por la decoración de un alféizar de una ventana encontré la ubicación. Pateándote la ciudad acabas teniendo una noción general de las cosas y acabas por ubicarte”.

La exposición Jerez, ayer y hoy se expone en el restaurante Torre de la Vela, de plaza Plateros, en horario de 11 a 16 y de 19:30 a 00:00 horas.

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Jorge Miró

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