exaltacion_buleria03
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Los amantes devotos de la bulería y los que encarnan las voces, las pataítas, los vamoh allá y el auditorio del olimpo del flamenco más genuino. Comunión absoluta. No hubo falsos directos ni repeticiones de tomas en la XXIII exaltación de la Bulería. Paco Sánchez Múgica, el mejor “hablaor” posible que ha hecho "virguerías" esta noche –como se refirió a él Joaquín el Zambo– elevó a la máxima potencia este estilo de lo jondo que corre por las venas de esta santa tierra.

La noche prometía: fraternidad entre el barrio de San Miguel y Santiago; la Peña Flamenca Tío José de Paula sería nombrada socio de honor de la Peña de la Bulería; y dos de los mejores narradores del flamenco desde hace años se encargaban de inaugurar y exaltar el palo más típico de Jerez. Un palo capaz de sintetizar a los demás y que aunque esté revestido de fiesta no siempre aborda asuntos alegres y ociosos. Al contrario, como desgranó en su exaltación, el dolor, la pérdida, el desamor, la desilusión y tantos otros "sentimientos humanos" están siempre muy presentes en su lírica.

"Esa señora –La Paquera de Jerez– que nació a nuestra espalda, en lo que debería de ser una casa-museo y hoy es un puñado de cuartos con humedad”

Y el flamenco cobró vida desde el comienzo. Presentación mágica la de Miguel Ángel González, fotoperiodista de Diario de Jerez, uno de los más elogiados captando instantes vibrantes sobre las tablas entre mantones, taconeos, palillos y palmas. Él no junta letras y sin embargo fue el elegido por el “exaltador”, su compañero de fatiguitas en esas noches que compartieron durante años cubriendo “ese milagro” llamado Festival de Jerez. Paco Sánchez Múgica “es así”, dijo. “Sorprendente, apasionado, sin medias tintas, o lo quieres o no le hablas”. Muy activo y pone todo el corazón en lo que hace. Bien lo sabe Miguel Ángel, coprotagonista de la exaltación, responsable de presentar a un periodista que con apenas 33, casi 34 años, ha conseguido casi todo sin abandonar su tierra y sus raíces. El presentador dio paso a “uno de los mejores periodistas de España”, recalcó, “y que es de Jerez”, para acto seguido ceder el micrófono a su amigo, al “arquitecto de las palabras”, al “arquitecto de las emociones”.

A lo largo de los veinte minutos de alocución mantuvo a todo el auditorio expectante, no sólo de su discurso sino de su entonación, de su voz excitada, nerviosa, por la responsabilidad de transmitir qué ha sido, qué es y qué anhela que represente la bulería, el flamenco en su tierra.

Generoso, así fue en su alocución, como es él. De su persona y personalidad, desde su infancia, impregnó cada frase. Repartió para todos, su abuelo, su padre, su tío, reconoció su faceta de cantaor frustrado e impartió una clase magistral en verso de lo que es la bulería en su más amplio sentido. No dejó a nadie en el camino, enalteció a las primeras figuras –las que están y las que se fueron– y a los “secundarios” –los palmeros–. A todos les dio su sitio. Generoso con la persona que le precedió en el atril dándole paso y cediendo las soberbias imágenes que le acompañarían en la senda de su discurso para el que pidió una ovación. Los asistentes no le fallaron rompiendo el silencio con un aplauso, cumpliendo así su petición. Generoso cuando al advertir de que la bulería la podías encontrar en la calle Empedrada o “en los muros fantasmagóricos de las presencias”,  imágenes que nacen de las manos de “su amigo” Juan Carlos Toro.

Estrofas, anécdotas, exaltación con mayúsculas de un palo que contiene lo mejor del resto, entre las que brotaron casi sin querer un clamor en pro de la defensa del flamenco en Jerez: “Nacer en Jerez te da derecho a tener la suerte de estar cerca de todo eso y de incluso permitirnos el insano lujo de despreciarlo”. El amor loco de Sánchez Múgica por el flamenco no aparcó ni tan siquiera en la exaltación el dolor que en él provoca el eco de la bulería en una ciudad hueca, vacía de oportunidades “un pueblo que, como bien dice el Bo, es una mina de parados, y necesita más que nunca un maná de esperanza y futuro”, aseveró.

Con sus menciones y sus citas a Capullo de Jerez, entre otros, encontró la complicidad de los espectadores que se encontraban en la Peña de la Bulería y con ella, la relajación en su chorreo de voz, en su retahíla de reivindicaciones. “Muy bien dicho”, exclamaron desde los asientos al referirse a “esa señora –La Paquera de Jerez–, que nació a nuestra espalda, en lo que debería de ser una casa-museo y que hoy es un puñado de cuartos con humedad”. En definitiva, un canto a lo jondo de Jerez, un discurso que supo a poco, que bien merece ser leído.

Y desde la XXIII Exaltación de la Bulería puede ser registrada la nueva definición de este palo que ofreció este yonki del arte jondo, Paco Sánchez Múgica, "arquitecto de emociones", como lo definió Miguel Ángel; flamencólico, como se define a sí mismo: “La bulería es sin duda y ante todo una gran verdad”. Y ésta, remachó, “duele, pellizca y estremece”, como lo hicieron sus palabras.

Sobre el autor:

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María Luisa Parra

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