Jesús Cosano, el gestor cultural que destapa nuestro pasado negro: "España fue una potencia esclavista"

El investigador andaluz publica 'El arroz negro que tú no ves', donde cuenta cómo Occidente despreció los conocimientos de las mujeres y hombres africanos sobre el cultivo de este cereal en la península y en América

Jesús Cosano momentos antes de la presentación en Puerto Real.
Jesús Cosano momentos antes de la presentación en Puerto Real. MANU GARCÍA

"Ya está bien de tanto imperio"

Jesús Cosano (Puente Genil, Córdoba), productor y gestor cultural ya jubilado, es una caja de sorpresas. El investigador —incansable autodidacta— ha estado en la Feria del Libro de Puerto Real para hablar sobre la esclavitud y la negritud en Cádiz, así como presentar una de sus últimas obras: 'El arroz negro que tú no ves'. El libro es el séptimo de una colección llamada 'Los invisibles', donde ha tratado desde personajes sevillanos negros hasta de negreros, aquellos españoles que se enriquecieron con el comercio de esclavos y que la historia —curiosamente— también olvidó.

"Uno de los primeros que empezó a plantearse todo esto fue Arcadio de Larrea", recuerda a lavozdelsur.es. Larrea, flamencólogo navarro, fue uno de los que tocó un tema muy sensible dentro de la historiografía española: la esclavitud. A través de un trabajo de campo en Gibraleón y Jerez, fotografías y entrevistas, descubrió que la línea entre la negritud, lo gitano, lo morisco y otras minorías marginadas de la sociedad era muy fina, máxime en su relación con el flamenco. "Él decía que buscaba un aguja en un pajar. ¿No será que hay algo más de lo que nos han dicho siempre?", se pregunta ante la historia oficial, aquella que se retroalimentan en los círculos institucionales y de poder.

Para investigar, el cordobés toma como referencia tanto fuentes documentales como bibliografía, aludiendo a todo tipo de historias, relacionadas o no con la esclavitud. "No me ciño a ello, a veces descubro cosas de la población negra en la península investigando cosas diferentes", cuenta. Una de ellas pertenece a la historia de Alonso Mudarra, canónigo y vihuelista de la catedral de Sevilla, en cuyo testamento decía tener una argolla para agarrar a los esclavos. "En los documentos se recoge que compraba y vendía esclavos. Si tú no tienes la tesis de este hombre, que no tiene nada que ver, no te enteras", explica.

Decía Frantz Fanon que hablar es existir para el otro. Jesús Cosano es uno de esos investigadores que visibilizan la otredad y que permiten dotar de sentido la perspectiva decolonial también en nuestra tierra. Cosano, que dirigió la Fundación Luis Cernuda, fomentó los encuentros entre el flamenco y el son cubano, y también impulsó la Fundación de Cultura Afro-hispana-americana —las tres orillas—, vuelve a la carga para deconstruir la historia que nos han contado en el cole, en el instituto y en la facultad. "Ya está bien de tanto imperio", dice. 


Vienes a la Feria del Libro de Puerto Real a presentar uno de tus últimos trabajos, 'El arroz negro que tú no ves', donde vuelves a contar dentro de la serie 'Los invisibles', otro episodio desconocido de la historia negra...

Es una historia sorprendente y muy desconocida, casi tan desconocida como la presencia negra y esclava en la Península Ibérica. Esta historia cuenta cómo el arroz africano es un cultivo que tiene tanta antigüedad como el arroz asiático. Es decir, en África se cultivaba arroz tres o cuatro siglos antes del siglo I, casi como ocurría en Asia. ¿Qué pasó? Que los países colonizadores despreciaron, como despreciaban casi toda la cultura de los pueblos negros, el conocimiento profundo que tenían sobre el cultivo del arroz. No es fácil cultivar arroz, no es cosa de echar una semilla y ya está. Hay que conocer las técnicas, las mareas, cuando sube, cuando baja... todo eso lo conoce bien el pueblo africano y ese arroz iba en los barcos negreros, siendo principalmente las mujeres las que lo conocían tanto su cultivo como su elaboración. Ellas llevaban en aquellos viajes la semilla escondida bajo su pelo.

Y hablas de que pudo cultivarse también con esas técnicas en la península.

El arroz se cultivó en la península Ibérica, pero especialmente donde se desarrolló muchísimo fue en todo el litoral atlántico de los Estados Unidos: Carolina, Georgia... toda esa costa, que es similar a la costa africana desde Senegal a Nigeria. Se cultivó hasta tal punto que los expertos dicen que enriqueció mucho más a los esclavistas que el cultivo del café, del algodón o de la caña de azúcar. Es decir, hubo miles de personas africanas que cultivaron el arroz en esa costa atlántica de Estados Unidos, en el Caribe y en Brasil. Es sorprendente porque cuando empiezas a indagar un poco de lo que se sabe del arroz en España, descubres que conocemos poquísimo. De lo poco que sabemos es de un estudioso árabe que en el siglo VIII, aquí en Sevilla, desarrolló un trabajo sobre los alimentos y el cultivo del arroz. Muchos de los esclavos que llegaron precisamente a Valencia provenían de estas costas, por lo que podían conocer las técnicas para ese cultivo del arroz.

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Jesús durante la entrevista.   MANU GARCÍA

¿La forma de cultivo que se hacía del arroz tiene el mismo procedimiento que en Oriente?

Bueno, son tierras que se inundan. Lo que sucede es que hay algunas que están cercas del mar, por lo que se hace la primera plantación, se saca la planta y se planta un poco más arriba por eso de que las aguas saladas se pueden cargar el cultivo. Es decir, es una técnica muy similar, pero adecuándose en cada momento al lugar donde está cultivando. Se conoce que en la península Ibérica se cultivó. No sabemos si en España, pero sí que es seguro en Portugal. Esos esclavos que conocían esas técnicas sí estuvieron esclavizados en España, especialmente en Valencia. 

Entonces puede que las técnicas de esos esclavos influyera en el cultivo del arroz que conocemos hoy aquí.

Puede ser, pero no tenemos datos para confirmarlo. Lo que sí podemos decir y así se dice en el libro es que en Portugal sí, y fundamentalmente en América. Hoy día ese arroz no se comercializa tanto, práticamente ha desaparecido, porque las variantes de arroz de cultivo asiático son más económicas. 

Me imagino también que lo que vivimos ahora es una homogeneización del cultivo del arroz casi en una única especie a nivel mundial.

Claro. Sin embargo, hay un movimiento muy importante de descendientes de africanos y en la diáspora en América que intentan recuperar el cultivo de ese arroz pese a la dificultad... (duda). Bueno, dificultad no tanto... es que es menos rentable, sale más caro cultivarlo que otras variantes de arroz pero es mucho más rico. Hay algo que también se desconoce: la presencia de negreros españoles en esa costa atlántica africana.

En el golfo de Guinea...

Sí, y no solo en el siglo XIX, que son los más conocidos como Pedro Blanco Fernández de Trava, también llamado el Negrero de Málaga. Hay personajes importantísimos en el siglo XVI y XVII que trabajan traficando con seres humanos en esa costa atlántica africana. Siempre se ha echado la culpa a los portugueses, pero España también comparte esa historia.

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Detalle del barco Fredensborg donde se pueden ver esclavas descascarillando granos en la cubierta.   MANU GARCÍA

Este trabajo constituye tu séptima publicación en apenas seis años, lo que da prueba de tu prolífica obra.

(Ríe). Es así. No he empezado a escribir hasta 2017, pero acumulando información llevo muchísimos años...

¿Cómo te acercas al mundo de la esclavitud y de la negritud en Andalucía y España, y a raíz de qué inquietudes?

Empecé con esto muy pequeño. Era aficionado al fandango, vivía en un pueblo de Huelva y me gustaba leer. Siempre me hacía una pregunta: "¿Cómo era posible que los grandes estudiosos pusieran encima de la mesa cuando estudiaban las influencias que podía tener el flamenco de la India, los gitanos, los moriscos, los sefardíes... pero muy pocas veces hablaban de los negros, que durante muchos años nacieron, vivieron y murieron en la península Ibérica? Negros que además de malvivir, bailaban y cantaban. No lo digo yo, lo decía Miguel de Cervantes o Lope de Vega. Con esa cantidad de información me hice esa pregunta y empecé a quitarle la concha a la cal de la pared. Así fue cómo fui interesándome hasta ahora. Por eso acumulo mucha información. Me acerco a los libros preguntándome ¿Cómo es posible que estas cosas que están ahí, que se conozcan, pero que no salgan del mundo académico pese a que grandes estudiosos la hayan abordado? Cuando me puse a escribir, me propuse el reto de hacerlo apetitoso para el lector medio. No tienes porque ser un gran especialista en la historia de la negritud para entenderlo. Eso sí, con mucha documentación, que si tú quieres profundizar puedas hacerlo a través de las notas al margen y la bibliografía.

Has comentado en alguna ocasión que tienes una parte rebelde en cuanto a lo histórico y lo historiográfico, que te gusta darle una vuelta a las cosas.

Siempre intento observar la parte que no se cuenta, que no se dice. Por ejemplo, en los personajes. Cualquiera de ellos, como Leonor de Guzmán, una mujer bellísima y trabajadora que se disputaban los grandes de la corte de Madrid. Conocimos su historia porque la Inquisición le hizo un proceso por ser una mujer libre e independiente. Es decir, es difícilisimo que no acabara en un convento de monjas o vete tú a saber. Pero sin embargo consiguió estar ahí, son personas que intento sacar a la luz, que sean más visibles. Algo similar sucede con Elena de Céspedes, una mujer que se casó con otra mujer, que vivió en Madrid y que se hizo médico de la época llegando a ser una de las más importantes en el mundo de la medicina. Lo que trato de sacar de los datos es esa parte valiosa que destaque que los negros tenían las mismas virtudes y errores que otros seres humanos de nuestra historia.

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Jesús Cosano con la portada del libro entre sus manos.   MANU GARCÍA

Me parece maravilloso que haya gente preocupada por este tema, cada uno en su disciplina. Raúl como músico, o Santiago Auserón también, hay personas maravillosas, jóvenes que están viendo la historia desde la otra perspectiva, no desde la perspectiva del poder y del imperio sino de los ojos de otra gente, mucho más numerosa, que formaron parte de esa historia. Sé que no hay muchas ayudas oficiales, pero sí hay movimientos importantes que están ahí. 

No es fácil. 

Ahora está ocurriendo algo en España, hay partidos que quieren quitar la memoria, y olvidar algo que algunos investigadores están diciendo: España fue, junto a Portugal, la primera potencia de esclavos de Europa. Es muy difícil que te lo dijeran y también es muy difícil que se acepte por parte del poder, igual que relacionar el flamenco con la historia negra y de África. Cuando Raúl, o yo, u otras muchas gentes que estamos en esta historia nos acercábamos a alguna organización o un banco para pedir subvenciones te ven y dicen: "Ya viene aquí el de los negros". (Ríe). 

Como gestor cultural, en mi vida profesional y en la Fundación de Cultura Afro-hispana-americana, tuvimos algunos proyectos, pero era complicadísimo que nos pudieran financiar. Es mucho tiempo recibiendo cierta negatividad...

Pero poco a poco se va haciendo un hueco.

Sí, claro. Por eso estoy muy contento, porque hay mucha gente joven que desde su disciplina están aportando su conocimiento para sacar a la luz esta historia oculta. 

Una historia oculta en ciudades como Cádiz, Jerez o Sevilla donde una parte de la población era negra y esclava. ¿De qué porcentaje hablamos? 

Depende de la época también. Había momentos en los que se llega casi al 15% a finales del siglo XVII, tal y como habla el profesor Morgado. Especialmente, en las provincias de Cádiz, Sevilla y Huelva se puede hablar en porcentajes que oscilan entre el ocho y el quince por ciento. Hay lugares donde empiezan a llegar en grandes cantidades mujeres y hombres capturados en África. Por ejemplo, Moguer o Gibraleón, donde todavía hay rastros de ello. Toda esa costa, desde el Cabo de San Vicente hasta El Puerto de Santa María, eran lugares de desembarco de población africana desde 1450, bastante antes de que Colón fuera a América. 

En gran parte de tu obra has relacionado también al toreo y al flamenco con los orígenes africanos, no siempre con aceptación. 

Hay un rechazo tanto en el pueblo gitano como en la sociedad en general. Es cierto que ahora menos, pero en el mundo flamenco había una resistencia profunda a contar una historia distinta. En mi caso lo que yo hago es poner datos encima de la mesa y decir que la zarabanda, el zarambeque, la chacona, el fandango... todo tiene raíz negra. No lo digo yo, lo dicen los documentos. Cuando tú empiezas ya con documentos es difícil. Es necesario poner todos los personajes encima de la mesa, igual que a nivel musical. Si lo vemos a fondo, esto no viene de la India... ni mijita. Esto del tres por cuatro tiene ascendencia africana.

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El autor previo a la presentación del libro.   MANU GARCÍA

Entonces de pureza...

De pureza yo no entiendo, yo sé de la mezcla. (Ríe). De pureza y de puro no hay nada. 

¿No será que la pureza es diversidad?

Pues no lo sé. Más de 100 años antes de que la palabra flamenco estuviera asociada al baile y al cante, en la catedral de Cádiz se cantaba "ya está bien de que a esta catedral vengan los flamencos de Guinea". Están asociando la palabra "flamenco" a negros y a música más de un siglo antes que los puristas digan que el flamenco nació en el siglo XIX. Es igual que se decía que no eran dos orillas sino que eran tres orillas, que la orilla africana también existía. Eso lo decían dos negros en la Iglesia del Salvador de Sevilla: "Mira que cante tengo yo, viene de Chapultepec, México", dice uno. El otro le dice: "Cállate, que yo tengo otro que viene de Santo Tomé, África". Estaban cantando los dos en la puerta de esa iglesia en 1680. Era algo asumido en la sociedad, ya estaba ahí, en la música, protagonizado por las clases más despreciadas de la historia: los negros y los esclavos. Son aportaciones que van, poco a poco, haciendo visibles esta historia.

Sobre el autor:

Sebastián Chilla.

Sebastián Chilla

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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