Javier Rosa, 'superfotógrafo' de grandes festivales: "Yo no disparo con el ojo, sino con el oído"

Este profesional, natural de Barcelona, que lleva casi tres décadas capturando conciertos de músicos nacionales e internacionales, impartirá un 'work-shop' en el teatro La Gotera de Lazotea

Javier Rosa ha fotografiado a artistas como Izal, El Cigala o Manuel Carrasco. 
Javier Rosa ha fotografiado a artistas como Izal, El Cigala o Manuel Carrasco.  JUAN CARLOS TORO
19 de diciembre de 2025 a las 18:25h

El 'capturador' de imágenes irrepetibles

Un pogo, un tío con un petardo metido en el culo o subido a una escalera, lenguas fuera, papelillos de colores, caras de placer, risas y sudor... Javier Rosa (1973) lleva casi 30 años capturando momentazos como fotógrafo en festivales y giras nacionales de grupos. La mirada de este todoterreno de los fosos, nacido en Barcelona, criado en Jaén y afincado en Madrid, no deja de sorprender.

Es habitual verle cambiando de objetivo en algún rincón de El Puerto durante el Monkey Week, en los backstages del Festival Internacional de Benicàssim o apuntando a una banda en el Bilbao BBK Live y en otra decena de eventos musicales. Ha tenido delante a los nombres que figuran en la historia de la música contemporánea. Desde Robe Iniesta o Ilegales, pasando por Amaral, Izal, Lori Meyers, Nacho Vegas o Melendi, hasta Zahara o León Benavente.

En su galería también se distingue a Jess Fabric, el bajo de Viva Suecia, rellenando un cubata a un fan; a Mario Vaquerizo cantando a pleno pulmón; o a Dandy Piranha, la voz de Derby Motoreta's Burrito Cachimba, dándose un baño de masas. Javier es un veterano de los directos que tras estudiar Fotografía en la Escuela de Arte de Jaén y hacer alguna que otra práctica en medios locales, se largó a Madrid como tantos jóvenes cargados de inquietudes. Eso de relevar carretes no era lo suyo. Él quería empaparse en el terreno. En los años 90 trabajó en agencias como Europa Press o EFE. “Estuve haciendo prensa del corazón... flipa”, comenta el fotógrafo que, al mismo tiempo, se escapaba a los clubes de jazz o soul. Ahora, se mueve como pez en el agua por donde le da la gana y es uno de los profesionales más reconocidos del país. A esa melena le quedan todavía muchos conciertos y configuraciones de obturador.

¿Por qué le dio por la cámara de fotos?

De una forma muy curiosa. Mis padres tenían una cámara muy antigua, alemana, guardada en una cómoda. A mí me encantaba abrir los cajones cuando mis padres se iban de casa. Yo tendría siete años. Y me encantaba coger esa cámara, quitarle la funda y ponerme a mirar por ese visor. Luego mis padres se enfadaban mucho cada vez que la cogía. Hasta que en una mudanza aquella cámara desapareció, se perdió y nunca supimos dónde acabó. De ahí me viene.

Cuando está en el terreno, en un festival, con un montón de estímulos a su alrededor, ¿qué se le pasa por la cabeza antes de girarse hacia un lado o hacia otro para disparar?

Es muy fácil. Yo siempre cuento que yo no disparo con el ojo, no disparo con la vista. Yo disparo con el oído. Tienes que saber bastante de música o al menos amarla mucho para saber un poco la métrica de la misma. Realmente sabes que si estás en una canción que va 4x4, al cuarto compás va a pasar algo. Va a haber un estribillo, va a haber un cambio, va a haber un grito por parte del cantante o una levantada de guitarra por parte de alguno de los instrumentistas. Puedes estar mirando y fotografiando en ese momento al cantante o a un batería, pero si tú no tienes el oído muy abierto, es muy difícil que puedas llegar a fotografiar lo que está pasando. Es la música la que te dice, ahora va a suceder, este es el momento correcto.

"Hago fotografías con los dos ojos abiertos"

A veces, estará el componente del azar, ¿no?

¿Sabes qué pasa? Yo tengo ahí una cosa un poco extraña. He desarrollado una pequeña estrategia y es que yo fotografío con los dos ojos abiertos. Una vez que tengo el ojo metido en el visor, prefiero no cerrar el ojo de al lado porque en la visión periférica o perimetral están pasando también cosas. Tú puedes ser que estés muy concentrado con un ojo en el cantante, pero si tienes el ojo izquierdo abierto mientras, estás viendo que al lado hay otro personaje, sabes que algún bulto se te está viniendo para adelante y algo está pasando. Entonces es el momento quizás de desviar la concentración de lo que planteas fotografiar y te das cuenta que, gracias a ese ojo abierto, el guitarrista se te ha venido adelante y te está pegando una foto que es maravillosa. El otro ojo que no cierras también te está diciendo mucho.

Javier Rosa, fotógrafo especializado en fotografía musical.
Javier Rosa, fotógrafo especializado en fotografía musical.  JUAN CARLOS TORO
¿Alguna vez ha captado una situación de denuncia en festivales?

Ahí va, buena pregunta. Realmente no. He fotografiado muchas inclemencias meteorológicas, muchos desastres en festivales, caídas de escenarios, caídas de sistema de monitores, fuegos incluso, tormentas, pero esto nunca. Y creo que estaría muy alerta siendo así, porque soy bastante sensible en este tipo de casos.

Lo he pensado porque quizá en estos espacios, con tanta gente, puede generarse tensión o agresiones.

Curiosamente los festivales son de los sitios más seguros donde puedas trabajar. En 29 años que llevo haciendo fotografía de directos, te puedo asegurar que habré visto una pelea o dos. Y han sido precisamente en festivales que no van muy en la ideología que yo tengo por lo que es un festival. Alguna vez he tenido que fotografiar algún evento de electrónica o de músicas urbanas y he podido ver algunas cosas que no me han terminado de convencer, peleas, pero no suelo hacer ese tipo de festivales. De todas formas, he trabajado con mucha gente que hace urban y no he llegado a ver nada notorio.

"El robo de fotografías es un cáncer de la profesión"

¿Ha sido víctima de los ladrones de fotos?

Sí, claro, pero eso está a la orden del día. Es un cáncer que tenemos en esta profesión. Con suerte se está empezando a perder. Cuando llegaron las redes sociales, esto fue un verdadero problema para todos nosotros. Se democratizó tanto el trabajo de un fotógrafo, que cualquiera que tenía una cámara podía fotografiar. Las bandas lo acogieron perfectamente y hubo una fuerte desprofesionalización. Cualquiera podía acceder a comprarse una cámara con prestaciones ya muy profesionales, y los tenías invadiendo el foso porque pertenecían a un medio de comunicación musical que realmente no era más que esa persona. Los fosos se llenaron de personajes extraños que nada tenían que ver con la música. En aquella época los fosos eran espacios muy conflictivos, muy problemáticos para trabajar. Eso por suerte ha desaparecido y ahora ha vuelto a profesionalizarse bastante.

¿Cómo han cambiado las reglas del juego en el terreno? ¿Los fotógrafos tienen cada vez menos libertad de movimiento?

Creo que para los fotógrafos que trabajan para medios está la cosa bastante peor que hace muchos años. Hay bandas internacionales que llegan de gira a España y te mandan directamente a la mesa de control, te ponen una tarima y estás a unos cien metros de distancia del artista. Dependiendo de la técnica que lleves puedes conseguir una foto medianamente decente o un auténtico truño. Antes, en festivales como FIB Benicassim o Primavera Sound, podías encontrarte a 80 o 90 personas trabajando en un foso, algunos con cámaras de fotos, otros con cámaras muy precarias, otros con teléfonos móviles. Pero en el fondo siempre te han dado tres canciones y fuera. No es mi caso, yo trabajo para los promotores, como fotógrafo oficial, entonces tengo carta blanca, libertad absoluta para moverme donde quiera. A mí nunca me ha ido eso de las tres canciones y a la calle porque me parece un desprestigio para la profesión bastante importante.

Todo se canaliza en la figura del fotógrafo oficial del festival.

Esa desprofesionalización del sector ha llevado a que los promotores, los equipos de comunicación de los festivales o de los propios artistas, se den cuenta que esos pseudomedios no generaban las mejores imágenes y sacaban cosas que no deberían de sacar. Por ejemplo, calvas entre el público cuando a un festival no le interesa en absoluto proporcionar imágenes de su festival con poca gente. Consideran que no lo venden como deberían y empiezan a restringir la entrada y solo dejan a los contrastados. A mí me parece muy bien tirar de pocos medios acreditados y sobre todo basarte en un equipo de confianza que tú has montado año tras año y que conocen perfectamente el festival.

Javier Rosas fotografo  2
Este profesional imparte un taller pionero en España sobre fotografía de conciertos.   JUAN CARLOS TORO
Ha mirado a través del objetivo a los festivales y su evolución, ¿qué veía antes qué ya no aparece en las fotos, o viceversa?

Muchas borracheras. Eso ya no aparece. Antes era algo muy divertido de sacar y a los festivales les encantaba sacar a la gente tirada por el suelo. No creaba buena imagen y lo entiendo perfectamente. También han cambiado en técnicas. Y he notado el papel de la mujer. En los festivales, rara vez trabajabas codo a codo con mujeres, esto ha cambiado drásticamente. La figura del stage manager en una mujer era impensable hace 15 años. Ahora tienes ya no solamente equipos de comunicación conformados por mujeres, que era lo habitual hasta ahora, sino que están en equipos de dirección, en producción, en prácticamente todos los ámbitos de trabajo de un festival. La creatividad, el tesón y el trabajo bien hecho. Y hoy por hoy es una suerte, yo comparto trabajo con compañeras que son absolutas cracks.

¿Qué músico o música le gustaría fotografiar que no haya fotografiado todavía?

Bastantes. Me quedo con la pena de no haber fotografiado nunca a The Cramps y de no haber tenido nunca delante a Lux Interior, que es probablemente el cantante más sucio y más canalla que ha existido en la historia de la música. Pude haberlo tenido delante de mi cámara en la última gira que vinieron a hacer por España. Pero entonces yo estaba, seguramente, fotografiando a Lolita y me lo perdí. También he soñado siempre con fotografiar a Eric Clapton.

De las millones de fotos que ha hecho, ¿cuál es la que más alegría le ha dado? ¿Hay alguna que recuerde con especial cariño?

Cuando Morrissey vino al FIB de Benicassim en 2004. Estaba como cabeza de cartel. Puso el pie en backstage, y de repente decidió hacer una espantada y se largó. Se había desplazado gente no solo de España sino de toda Europa. Ese día estaba chequeando el recinto, algo que hago siempre, y justamente pasaba por el escenario principal cuando estaban descolgando del escenario un cartel de 14 metros, iluminado, que ponían Morrissey en letras grandes. Disparé una foto a modo testimonial y salió publicada probablemente en el 90% de los medios nacionales y europeos. Me trajo, sobre todo, mucho reporte económico.

Work-shop en el teatro La Gotera de Lazotea en Jerez

El fotógrafo impartirá este sábado 20 de diciembre un taller con un formato pionero enfocado a la fotografía musical. El 360º Master Workshop de Fotografía de Conciertos y Eventos Musicales es una experiencia formativa intensiva que se desarrollará en el Coworking CYEC y el Teatro La Gotera de Lazotea. Organizado por la Cámara de Comercio, financiado por la Diputación de Cádiz y producido por The One Step Beyond, el taller propone una inmersión total en la fotografía musical, con un escenario montado especialmente a puerta cerrada y sin público y práctica en directo con la banda jerezana, Kardinal Punch, y Javier Pérez, técnico de iluminación profesional de La Bodega Skate.

El taller combina dos sesiones teóricas con prácticas reales sobre el escenario. “Hemos montado un escenario totalmente iluminado, con máquinas de humo, LED, luces para que 20 alumnos practiquen durante dos horas con la banda. Yo voy microfonado y voy guiando la práctica, parando a la banda y aportando soluciones en el momento”, explica Javier, que ya lleva 35 talleres, una propuesta original y única en España.

Sobre el autor

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Patricia Merello

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