introduccion marx
introduccion marx

 

"La gran preocupación que debe guiarnos al elegir una profesión debe ser la de servir al bien de la humanidad y a nuestra propia perfección. Y no se crea que estos dos intereses pueden ser hostiles o incompatibles entre sí, pues la naturaleza humana hace que el hombre solo pueda alcanzar su propia perfección cuando trabaja por la perfección, por el bien de sus semejantes. Cuando el hombre solo se preocupa de sí mismo, puede llegar a ser sin duda un famoso erudito, un gran sabio, un excelente poeta, pero nunca llegará a ser un hombre perfecto, un hombre verdaderamente grande. Los más grandes hombres de quienes nos habla la historia son aquellos que, trabajando por el bien general, han sabido ennoblecerse a sí mismos; la experiencia demuestra que el hombre más dichoso es el que ha sabido hacer dichosos a los demás; y la misma religión nos enseña que el ideal al que todos aspiran es el de sacrificarse por la humanidad, aspiración que nadie se atrevería a destruir".

Reflexiones de un joven en la elección de una profesión. Karl Marx, 1835.

Fuente: Llamando a las puertas de la revolución. Antología de Penguin Clásicos, edición de C. Bertolo.

Un joven Marx, y recalco lo de muy joven —tan solo 17 años— ya reflexionaba sobre su devenir personal, como expone en uno de sus textos más prematuros. Una trayectoria personal parece que inevitablemente ligada a una visión del mundo desde un marcado carácter humanista. La adolescencia de Carlos Marx ya mostraba su carácter rebelde y contestatario. A diferencia de lo que su padre quería, judío converso al luteranismo, Marx quería estudiar Filosofía y Literatura, y no Derecho, al que se vio precipitado a estudiar por imposición paterna, primero en Bonn y luego en Berlín, tras sus malas calificaciones. Una imposición que contestó por la vía de los hechos, interesándose por la Historia y la Filosofía, seguramente y sin embargo, por la educación que recibió de su propio padre, que además de ser un inquieto lector, también participó en algunas agitaciones contra la monarquía absoluta prusiana cuando era joven. El desafío vital fue constante: en Berlín, Marx conoció a Jenny von Westphalen, una joven baronesa prusiana que rechazó a un aristócrata por él. Con el que fuera unos años más tarde su suegro, con inquietudes liberales pese a su condición aristocrática, conformó una amistad llegándole a dedicar su propia tesis doctoral.

La adolescencia de Marx hacía prever que se trataba de un personaje singular. Adscrito a las Juventudes Hegelianas, inspiradas en el método dialéctico de Hegel que él mismo bebió para conformar lo que conocemos como materialismo histórico, Marx se enfrentó a los cánones que regían la sociedad prusiana, profundamente conservadora y religiosa, sin ningún tipo de reparos, comenzando sus precipitados viajes de uno hacia otro lado. Si de Bonn tuvo que irse por imposición paterna y por estudios a Berlín, de Berlín tuvo que irse a Jena a presentar su tesis doctoral, en la que defendía el ateísmo de Epicuro, y luego a Colonia, en 1843, donde empezó a escribir haciéndose un asiduo columnista. La censura prusiana hizo cerrar el periódico donde escribía en un momento en el que ya expresaba abiertamente sus posiciones socialistas, sin dejar a títere con cabeza. Sin embargo fue en su estancia en París donde Marx donde comenzó inexorablemente ese camino hacia ser un gran hombre, como él mismo define, en el precoz texto que acompaña a esa introducción. En París, Marx conoció a Engels, se hizo mucho más prolífico, intercambió con este continuas impresiones sobre la situación social de los obreros y desarrolló sus ideas, influenciadas por las ideas de Hegel y jóvenes hegelianos contemporáneos como Feuerbach, en la órbita de la Liga de los Justos, que luego llegaría a ser la Liga de los Comunistas.

"Es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que derrocarse por medio del poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas. Y la teoría es capaz de apoderarse de las masas cuando argumenta y demuestra ad hominem, y argumenta y demuestra ad hominem cuando se hace radical. Ser radical es atacar el problema por la raíz. Y la raíz, para el hombre, es el hombre mismo."

Karl Marx, Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, 1844.

El Manifiesto del Partido Comunista, desarrollado junto a Friedrich Engels en un contexto previo a una agitación social muy importante en Europa, vio la luz en 1848. En él se trazan, a modo de documento contestatario con vocación de unir a los proletarios del mundo muchas de las líneas sobre las que se sustentarán los postulados comunistas de entonces y del futuro más inmediato. La lucha de clases y el materialismo histórico como forma de interpretar la historia con conceptos que se asientan en el Manifiesto y que se constituye como una de las ideas revolucionarias más importantes en toda la Edad Contemporánea. El éxodo de Marx continuó: de Bruselas, donde se había establecido tras su expulsión de París, de nuevo a París, para recalar muy poco después, en 1849, en Londres, donde por fin se estableció definitivamente. En la metrópoli británica, Marx tejió una de las obras teóricas más importantes y seguramente más influyentes de la historia de la Humanidad: El Capital, al que se sumó en años posteriores otras obras de economía política donde desarrolló su teoría sobre el valor y el trabajo, en la que no solo pone de manifiesto las incongruencias del capitalismo y su inevitable colapso, sino conceptos como la plusvalía que marcarán fuertemente a la clase trabajadora internacional y al socialismo en general.

La Primera Internacional, en la que Marx se involucró, puso sobre las mesas algunas de las contradicciones que hoy siguen pesando a la izquierda internacional y que, sin embargo, suelen pasar desapercibidas. La división de la clase trabajadora, a la que Marx y Engels llamarón a la unión, sólo beneficia a unas clases dominantes que conocen perfectamente lo revolucionario y cabal de la obra del propio Marx. Entrar en el análisis de la figura y de la obra de Carlos Marx, de su vida y de su influencia posterior es una tarea no ardua, sino probablemente imposible y corresponde a cada uno adentrarse poco a poco en el fantástico maremágnum que constituye su obra. Hablar de Carlos Marx es hablar de uno de los personajes más influyentes de la historia del pensamiento y de la praxis política, social y económica. El mismo Marx juvenil se quejó en las Tesis sobre Feuerbach del poco favor que habían hecho los filósofos a la humanidad al "no haber hecho más que interpretar de diversos modos el mundo" cuando lo que en realidad "se trata es de transformarlo", una tarea que, sin duda alguna y en todos los sentidos, a él sí podemos atribuirle.

Su legado es un tesoro que no podemos obviar en unos tiempos en el que el capitalismo, totalmente global, ha demostrado ser un sistema que devora y destruye, que se come todo por su propia dinámica de crecimiento exponencial sin límites, hasta el punto de devorar ya no a la humanidad, sino a nuestra madre tierra, con unas consecuencias que jamás hubiéramos imaginado. La actualidad de la obra revolucionaria de Marx no es baladí; basta que miremos de dónde venimos, donde estamos y hacia dónde vamos o —hacia dónde podemos ir— para tomar conciencia de ello nada más y nada menos que doscientos años después de su nacimiento.

 

Sobre el autor:

Sebastián Chilla.

Sebastián Chilla

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

...saber más sobre el autor

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído